VALERIO
TOBALDO
Mis cuentos
¿Dónde
estará el alma de Don Julián Pérez?
Por citar algunos: los “Cursillistas” formado por
hombres y mujeres; el “Movimiento familiar Cristiano”; “Movimiento de
Schoenstatt”; “El Apostolado de la Adoración ”; “Hijas
de María”; “El Consejo Económico”; “Las
Catequistas” y otras muchas mujeres y
hombres, que sin pertenecer a ningún movimiento se dedican a obras de caridad,
visitar a los enfermos, rezar en los velatorios, ayudar al sacerdote en el
mantenimiento de la Iglesia. En
fin dedican parte de su vida en ayudar al prójimo y a toda persona que necesite
ayuda espiritual y material, siempre que esté
a su alcance.
Despectivamente se los suelen llamar “chupa-cirios”; no obstante es de agradecer y
reconocer a esos hombres y mujeres que comprometen su vida a las obras de bien, sin hacer gala de un credo religioso especifico; allí donde ven
una necesidad, buscan la manera de solucionarla o a quién pueda hacerlo.
Esta pequeña historia que voy a contar sucedió en un
pueblo chico, donde todo el mundo se conocía y las noticias corrían a tanta
velocidad que en menos que canta un gallo, todo el pueblo ya estaba enterado.
Una de mujeres del pueblo, Doña María Castellanos,
casada con Don Julián Pérez, sin hijos; mujer muy piadosa donde las hubiera, de
misa y comunión diaria, atendía a los ancianos en un asilo, visitaba a
domicilio los enfermos en cuanto se enteraba que había alguno.
Enfermó su esposo, y luego de varios meses de
postración falleció.
Lo único que la tenía atada al mundo era su esposo,
habían convivido exitosamente durante los 40 años. Por lo tanto, ya viuda dedicó
todo su tiempo a obra de bien y rogaba permanente a Dios que el día que ella
muriera se le permitiera descansar junto a su esposo.
Como a todo mortal le llegó el día, produciendo este
hecho una gran congoja en el pueblo, ya que se perdía a una persona que había
ayudado tanto a todos, sin distinción de clase o religión.
Una vez hubo llegado a su morada final se encontró
con San Pedro, que la estaba aguardando. Doña María le manifestó que quería
reencontrarse lo más pronto posible con
su esposo Julián Pérez. A lo que San Pedro, le dijo que ese nombre no le sonaba
entre los habitantes del cielo; no obstante le pidió a un ángel que le trajera el archivo de las
almas del cielo.
Doña María insistía en que su marido había sido muy
bueno y que por lo tanto debía estar allí.
Cuando llegó
el ángel con el archivo, San Pedro se puso inmediatamente a buscarlo,
pero efectivamente Julián Pérez no era parte de esa comunidad de almas. Ya un
poco más nerviosa, Doña María le dijo a San Pedro que indudablemente se trataba
de un error. Viéndola tan angustiada, San
Pedro le pidió al ángel que le trajera el Archivo del Purgatorio. Una vez se
hubo retirado el ángel a buscar el
archivo, San Pedro le comentó a Doña
María que quizá su marido se “había mandado alguna macanita” que ella ignoraba,
y que la estaría pagando en el
Purgatorio.
Una vez consultado el archivo del Purgatorio, y San Pedro ya más serio le confirmó a María
que tampoco estaba en el Purgatorio. A lo que Doña María cae en la desesperación y el
desconsuelo. San Pedro no podía verla tan mal, así que manda al ángel a que le
trajera el Archivo del Infierno, y le
dice a María:
_Si está
en el Infierno es que se ha mandado en la vida algunas macanas grandes,
que evidentemente las ocultó. Y es
sabido que cuando se toman decisiones, correctas o erradas, luego
hay que asumir las consecuencias. Y le puedo asegurar, señora, que de allí yo
no lo puedo sacar.
Tampoco apareció el señor Julián Pérez en el registro de entrada del Archivo del
Infierno.
Entonces San Pedro, con la mosca detrás de la oreja, se
dirigió a María y le dijo
_Mirá María, te voy a hacer unas preguntas, que a lo mejor puedan aclarar el asunto:
¿Estas segura que murió?
_Si _ le contestó María _ Con mis manos le di tierra.
_
¿Decime María, y esta pregunta sí que es muy importante ¿Donde trabajaba tu marido?
_ Era Inspector de la DGI _ le
contestó ella.
Entonces San Pedro la mira y le dice:
_ A BUENO ¡HUBIERAMOS
EMPEZADO POR AHÍ! …ESA RAZA DE SER HUMANO NO TIENE ALMA!
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