lunes, 4 de noviembre de 2013

LA CURIOSIDAD: DETONANTE CULTURAL

LA CURIOSIDAD: DETONANTE CULTURAL

Por Patricia Tobaldo

Decía Jorge Luis Borges “quién se preocupe por una etimología curiosa, se dispone, quizás, a salvar el mundo”

Los artistas, por principio, « somos curiosos ». Si no ¿de que otra manera podríamos recrear? Parafraseando al gran escritor portugués, José María Eça de Queiros  que dice “la curiosidad nos lleva a lograr todo, inclusive a descubrir América”, he notado, a fuerza de curiosidad, claro, que es más difícil mantenerse austero cuando uno se mueve en el ámbito de la cultura que aquellos que desarrollan trabajos más rutinarios

¿Por qué esa tendencia a considerarse un “Borges” cuando en realidad uno ejerce una suerte de “amateurismo literario”? ¿O por un Goethe cuando ni siquiera sabemos pronuncias este apellido correctamente? ¿O por qué sentirse tan importante ante la perspectiva de ir a escuchar una ópera al Colón, o visitar una exposición de arte contemporáneo al Malba, o comentar el último libro de Paul Auster en una ronda de café con amigos o colegas, cuando en realidad encontramos súper aburrida la ópera, no entendemos el arte contemporáneo o no sabemos ni siquiera de que origen es Paul Auster? Y seguramente nos sentiremos más felices quedándonos en casa escuchando nuestra vieja colección de música de los 80.

En materia de cultura en general y arte en particular, no existen certeza; ninguna referencia pre-establecida. No hay nada más vacuo que estar leyendo un libro que se dice “best seller” y que para quién lo lee es realmente insoportable, o tener que sumarse al comentario eufórico y masivo sobre una película u obra de teatro que para uno ha representado un somnífero.

Sin embargo, si uno es curioso e indaga y profundiza en la razón de ser de la cultura para provecho propio, seguramente no se sentirá minimizado si rechaza una tendencia cultural por no sentirla a la altura de sus expectativas.

A menudo la curiosidad viene asociada a un principio de calidad; la que nos proyecta a ese deseo de aprender, de conocer, de descubrir. La que no nos deja caer en un estado de desidia o de aburrimiento. La curiosidad nos proporciona intereses más allá de lo simplemente rutinario, tal como el desarrollo de una cultura que facilita la realización personal, sea a través de la socialización o de aquellos pequeños gestos cotidianos que enriquecen el día a día.

La curiosidad es un recurso más de educación. Es necesario despertar la curiosidad en los niños desde su más temprana infancia. Imaginemos por un momento si los grandes maestros, científicos o descubridores de la historia no hubiesen gozado del don de la curiosidad y de la avidez del ir más allá de lo previamente establecido ¿El mundo sería el mismo? ¿Colón hubiese descubierto América? ¿El hombre habría llegado tan lejos en sus aventuras espaciales? ¿Conoceríamos el medio ambiente y sus recursos tal y como lo conocemos y disfrutamos hoy en día? ¿Estamos realmente, responsables por la educación de las nuevas generaciones, fomentando este recurso tan válido para sacar a nuestros niños y jóvenes de la apatía y del sedentarismo en el cual se encuentran cada vez más inmersos? O ¿Solo estamos permitiendo que sean los “héroes virtuales” quienes les despierten la curiosidad y les propongan modelos culturales?

No obstante, la curiosidad también tiene sus propios limites ¿Cuáles? Creo que es la indiscreción; es decir, trascender más allá de lo puramente objetivo, de lo que nos ha servido de medio para alcanzar un conocimiento. Hoy la curiosidad se distorsiona y se justifica; ejemplo de ellos es el marketing que realizan los medios “curioseando” indiscriminadamente en la vida privada de las personas en general y haciendo de ello nuevas formas de expresión cultural. Sí, es verdad ¿quién podría tirar la primera piedra? Pues en el fondo todos somos curiosos. ¿Por qué tenemos esa necesidad intrínseca de saber cuando el vecino llega con el último modelo de auto o cuando la mujer del vecino desaparece del barrio? En la vida de cada día la curiosidad puede asumir la actitud de un “vigilante” convirtiéndose en un paliativo de la rutina, de la inercia en la cual muchas personas terminan imbuidas a causa de la escasez de imaginación para revertir el sentido de la curiosidad en una actitud de aprendizaje y conocimiento


Algún poeta desconocido dijo “Sé curioso y nunca estarás enfermo”

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