Del anecdotario de
Valerio Tobaldo
Torinos con Sed… mucha sed
En una ocasión, que había
llovido muchísimo en el sur de Córdoba, se habían inundado tanto los caminos
reales y los vecinales que, algunos tramos, habían formado lagunas extensas y
profundas.
Veníamos a caballo con el capataz del campo, Gregorio Baigorria;
tal era la profundidad del agua, que había partes en que el agua llegaba hasta
las “verijas” de los caballo, a tal punto que teníamos que
sacar de los pies
de los estribos y levantarlos a fin de no mojarnos, y con el peligro de
que los caballos metieran las manos en
un pozo y nos dejaran “culo para arriba como botellas de jardín”
De pronto, divisamos a lo lejos
que venía un coche dando coletazos, aunque avanzaba despacio. Lo reconocimos a la a
la distancia, era don Miguel Ángel Villaverde, hijo de un español ya fallecido
que había heredado de su padre y este a su vez
del suyo un campito de 150 hectáreas .
Tenía un tambo propio, era chico
y lo
explotaban familiarmente él y sus
dos hijos, de unos 16 y 17 años
aproximadamente. Además criaba cerdos y vendía lechones; muchas gallinas y pavos; vendía huevos y pollos y además la madre hacía
la huerta. Lo principal era el tambito
propio, que en verano sacaba unos 300 litros de leche y en verano menos .Una vez que destetaba
(separar las madres de los terneros) al cabo de un mes vendía todos los machos
y junto con ellos las terneras, cuyas madres, ya sean por viejas o
por otro motivo ya no producían. También vendía las terneras hembras, cuyas madres eran de poca
producción lechera. ,
Resumiendo: vendía todos los
terneros machos, las vacas viejas o enfermas y las terneras cuyas madres no
eran de buena producción, quedándose con las terneras seleccionadas como
futuras madres. Vendía los toros cada dos años y compraba los nuevos en cabañas
de reconocido prestigio. Manejaba el tambo de una manera perfecta y algunos
años hacía un lotecito de trigo para cosecha; todos los años hacía unos 100
fardos de alfalfa. .
Volviendo a la historia
Lo conocíamos a Don Miguel
, un hombre que siempre había
tenido coche, últimamente, como estaban
de moda los torinos , sus hijos, para lucirse en el pueblo, le hincharon las
guindas hasta que entregó el que tenía y se compró una “Coupé Torino” usada, pero en muy buenas
condiciones; fue la época del furor del los torinos ´
Todos os domingos por la tarde,
la familia iba al pueblo a lucir su coche.
Cuando nos cruzamos con el, en
un lugar con menos agua, paró el coche, nos saludó y el Negro Baigorria le dijo:
_ Don Miguel no siga, mire que más adelante las lagunas
son hondas.
Don Miguel, como burlándose y
con un dejo de orgullo le dijo:
_Quédate tranquilo, Negro, yo con este motorcito de mi
Torino de 180 caballos de fuerza no hay
agua ni barro que me pare.
Nos saludamos y seguimos viaje.
No habíamos andado ni siquiera 300 metros cuando
mirando para atrás, y el Negro Baigorria me dijo:
_Don Miguel esta metido hasta la cintura en el agua.
Volvimos hacia donde estaba él y
antes de preguntar nada, el Negro Baigorria con toda la gracia y viveza
criolla le preguntó:
_ ¿DON MIGUEL NO LE ESTARÁ
DANDO AGUA A SU TROPILLA DE 180
CABALLOS?
Don Miguel ni siquiera nos miró, tampoco nos contestó contestó, pero intuimos la procesión de “puteadas” que nos dedicó en
silencio.
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