Marta
Pastore
RETAZOS DE
MI INFANCIA EN ROSARIO
“A vos mi
ciudad de Rosario, Santa Fe”
Voy a poder decir bastante de vos “mi querida ciudad” Nací allí en junio de
1930, cuando Rosario aún estaba empedrada con los adoquines que los barcos
ingleses traían en sus bodegas y bajaban en el puerto, cargando luego, en las
mismas, carne y cereal del llamado “granero del mundo”
En aquel Rosario aún se podía caminar por sus calles
las 24 horas del día, donde decir 2cocaina” o “morfina” en voz alta era
impensable, casi un pecado. Donde portar armas era un delito y matar
significaba cadena perpetua.
Un Rosario donde sus calles eran custodiadas por
policías de a caballo.
Donde la escuela primaria era obligatoria; y si por
acaso esas escuelas no fueran suficientes, las maestras abnegadas te llevaban a
sus casas y te enseñaban hasta que aprendías:
“Vaya para
ustedes en la posteridad, queridas maestras, todo el sincero cariño que nos
brindaban. Sus alumnos”
Tengo aún muy vívidos dos de los tantos recuerdos:
María Gniecco y Clotilde Ballerini. Para ustedes dos y todas las maestras
ejemplares de esa época, a “titulo póstumo” estos versos de quién fuera Héctor
Gagliardi, y que dice así:
Maestra de 4º grado
Tan buena como mi vieja
Y como ella nerviosa.
De las que agrandan las cosas
Y que por nada se quejan,
Tenía entre ceja y ceja
Esa cuestión del “aseo”
Y en lo mejor del recreo
Revisaba las orejas.
Decía que un pajarito al oído le contaba
Los chicos que conversaban
Cuando salía un ratito
Y si un grandote de 5º grado
Armaba una tremolina,
Parecía una gallina
Cuando cuida los pollitos.
Se pasaba todo el día
Prometiendo malas notas
Y que en vez de pelota
Estudiaban geometría.
“Era mujer que sabía
De un golazo de Boleo”
Por esto en el recreo
Los muchachos se reían.
Pero un día se enfermó
Y pusieron la suplente,
Que enseñaba diferente
Y hasta de usted nos trató
Y nosotros que se yo
Sería mejor maestra,
`pero fieles a la nuestras
Declaramos el “boicot”.
Y cuando vino al grado
Después de la enfermedad
Nos pusimos a gritar
Que casi la desmayamos.
Y cuando vio tantas manos
Que la querían tocar
De floja se echó a llorar.
Y nosotros la imitamos.
“Como estarás de vieja
Pobre maestra mía”
Revisame las orejas
Soy un chico todavía.
No sabes con que alegría
Quisiera volverte a ver
¡No me vas a conocer!
Pero entonces te diría:
Yo ocupaba el tercer banco
Al lado de la ventana.
La que abría las persianas
Cuando el sol no daba tanto.
La que se ahogaba de llanto
El día que te dejó
La que nunca te olvidó
Y es por eso que te canto.
Vos sos la dulce ilusión
De mi edad que ya se fue.
Hoy he venido
otra vez
Para darte mi lección
Preguntámela a traición
“Maestra de 4º grado”
Que lo que me has enseñado
Lo llevo en mi corazón.
Señora Clotilde Ballerini, aún llevo en mis ojos tu
imagen, cuando recité este verso, creo que viniste hasta mi y las dos nos
pusimos a llorar.
La juventud era diferente, todavía nos emocionábamos.
Los varones, nuestros compañeros de escuela y amigos, cuidaban de nosotras, sus
compañeras.
Teníamos muchas diversiones, como la de ir a aprender
a nadar al arroyo Saladillo. También nos gustaba ir a ver football, sobre todo
las que teníamos hermanos varones; n Rosario siempre hubo dos clubes
importantes: “News Old Boys” Y “Rosario Central”, también llamado “la academia
rosarina”; por esta aclaración se darán cuenta que soy hincha de los
“canallas”, aunque en ese entonces no hacíamos diferencias. Siempre íbamos las
dos hinchadas juntas a la cancha: salíamos de nuestro barrio “Saladillo” y
hacíamos 30 cuadras a pie, tomábamos la avenida San Martín y pasábamos por el
boulevard 27 de febrero, allí había un bar; si hacía frío tomábamos un
chocolate con churros y si hacía calor una gaseosa con un sándwich de miga, que
lo comprábamos con el ahorro en el transporte. Desde allí, íbamos derecho al
parque de la
Independencia , donde se encuentra la cancha de News Old Boys,
también llamados “los leprosos”. Y si el partido era en la cancha de “los
canallas”, tomábamos el tranvía porque era más lejos.
Así éramos las barras de entonces; pasábamos las
tardes entre amigos, sin miedo a las “barras bravas” porque no existían. Además
si nuestros padres se enteraban que algo no había estado dentro de un
comportamiento correcto, nos decían “olvídense de las salidas a la cancha”
También teníamos otros entretenimientos. A un grupo
de personas se les ocurrió fundar el “Saladillo Club”. Allí aprendimos a jugar
al tenis, deporte que llegó a ser la pasión de mi vida; al basketball, en ese
entonces teníamos como entrenador al “Gallego Soto”, quién fuera un gran
jugador. Nos entrenó desde juveniles hasta llegar a la primera división;
habíamos logrado un buen equipo:
Las dos bases fuimos; Elba Muñoz y Marta Pastore. En
la delantera: Angelina Beasseton, Isabel Soto y Cachi Domínguez. Llegamos a
jugar la final de la
Asociación de Basketball de Rosario con el equipo femenino de
News Old Boys, que hacía 5 años ganaba ese campeonato, puedo asegurarles que
“tocábamos el cielo con las manos” Luego me retiré cuando me fui a vivir a La Plata , allí jugué para
Gimnasia y Esgrima, pero no era lo mismo porque me faltaba “mi equipo rosarino
Saladillo Club”
Otro de nuestro grandes “hobbies” fue la pesca, que
practicábamos a orillas del Río Paraná. Siempre sacábamos algún que otro
“dorado2, que luego comíamos juntos. Era el Negro Miguel Machado quién lo asaba
con brasas de leña envuelto en papel manteca y con mucho limón. Aunque sin duda
alguna, la mayor atracción cuanto a la pesca eran los “torneos de pesca de mojarrita”
en el arroyo Saladillo, mientras tomábamos mate con tortas fritas, que hacían
nuestras madres. Pescábamos debajo de un gran ombú, que parecía tocar el cielo
con sus ramas; era majestuoso. Quedé muy apenada cuando en uno de mis viajes a
Rosario, comprobé que lo habían tronchado; tenía grabado en su tronco el nombre
de todos nosotros “La Banda
de Saladillo”
Creo reconocer que la juventud entonces era muy
pasiva y nuestros padres nos daban mucho apoyo. A todo esto no sabíamos de
drogas, ni de barras bravas, ni de ladrones. Por el contrario, sabíamos que si
alguien tomaba un rumbo equivocado, lo volvíamos al “rebaño”
Nuestro barrio tenía un buen sacerdote, el padre
Bertaina. Muchas veces nos reunía en la parroquia y nos daba consejos. Otras
veces, jugaba al football con los
jóvenes, en la plaza frente a la parroquia Nuestra Señora de la Merced. Allí fuimos bautizados,
tomamos la 1ª Comunión y fuimos Confirmados; los más grandes hasta se casaron
allí.
Nuestra travesura más importante era jugar al
“Ring-raje”; pobres vecinos ¡las veces que nos corrían!
El premio que recibíamos de nuestros padres el
domingo, era tomar el tranvía nº 11 en la esquina de casa para dar una vuelta
muy grande hasta llegar a la estación de trenes “Rosario Norte” y luego hasta
la estación de “Sunchales2, hoy llamada “Rosario Central”. Allí visitábamos
unos amigos italianos que tenían un bar; tomábamos una gaseosa que se llamaba
“Chinchibira”, saludábamos a los piamonteses en su bar “Il Piamonte” y de ahí
tomábamos el tranvía nº 11 y regresábamos a casa en el barrio Saladillo.
Tengo 83 años, hijos grandes: mellizos de 48 años y
una hija de 45 años, que me dieron 6 nietos y una bisnieta de hoy tiene 2 años
y se llama Kiara. Mi esposo falleció
hace casi 11 años; por suerte los nietos me alegran la vida. Tengo una nieta de
22 años que estudia bioquímica en la Universidad de La Plata , en este momento está
cursando 4º año y es además Guardiamarina.
Supongo que como todo, la vida tiene un principio y
un fin, y con la ayuda del Papa Francisco el mundo volverá a su lugar, para que
la droga quede en el pasado, los ladrones encuentren un trabajo decente y los
criminales de den cuenta como perdieron el tiempo. Realmente hay tantas cosas
positivas para hacer, como:
Amar a Dios sobre todas las cosas
Honrar al padre y a la madre
No matar
No cometer actos
impuros
No hurtar
No levantar falso testimonio ni mentir
No codiciar los bienes ajenos.
¡Que así sea! Amén.
Me parece excelente, y muestra cómo era la vida en esa época, más sencilla y seguramente más feliz.
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