sábado, 2 de noviembre de 2013

RETAZOS DE MI INFANCIA EN ROSARIO "A vos mi ciudad de Rosario, Santa Fe"



Marta Pastore
RETAZOS DE MI INFANCIA EN ROSARIO
“A vos mi ciudad de Rosario, Santa Fe”

Voy a poder decir bastante de vos  “mi querida ciudad” Nací allí en junio de 1930, cuando Rosario aún estaba empedrada con los adoquines que los barcos ingleses traían en sus bodegas y bajaban en el puerto, cargando luego, en las mismas, carne y cereal del llamado “granero del mundo”
En aquel Rosario aún se podía caminar por sus calles las 24 horas del día, donde decir 2cocaina” o “morfina” en voz alta era impensable, casi un pecado. Donde portar armas era un delito y matar significaba cadena perpetua.
Un Rosario donde sus calles eran custodiadas por policías de a caballo.
Donde la escuela primaria era obligatoria; y si por acaso esas escuelas no fueran suficientes, las maestras abnegadas te llevaban a sus casas y te enseñaban hasta que aprendías:
“Vaya para ustedes en la posteridad, queridas maestras, todo el sincero cariño que nos brindaban. Sus alumnos”
Tengo aún muy vívidos dos de los tantos recuerdos: María Gniecco y Clotilde Ballerini. Para ustedes dos y todas las maestras ejemplares de esa época, a “titulo póstumo” estos versos de quién fuera Héctor Gagliardi, y que dice así:
Maestra de 4º grado
Tan buena como mi vieja
Y como ella nerviosa.
De las que agrandan las cosas
Y que por nada se quejan,
Tenía entre ceja y ceja
Esa cuestión del “aseo”
Y en lo mejor del recreo
Revisaba las orejas.
Decía que un pajarito al oído le contaba
Los chicos que conversaban
Cuando salía un ratito
Y si un grandote de 5º grado
Armaba una tremolina,
Parecía una gallina
Cuando cuida los pollitos.
Se pasaba todo el día
Prometiendo malas notas
Y que en vez de pelota
Estudiaban geometría.
“Era mujer que sabía
De un golazo de Boleo”
Por esto en el recreo
Los muchachos se reían.
Pero un día se enfermó
Y pusieron la suplente,
Que enseñaba diferente
Y hasta de usted nos trató
Y nosotros que se yo
Sería mejor maestra,
`pero fieles a la nuestras
Declaramos el “boicot”.
Y cuando vino al grado
Después de la enfermedad
Nos pusimos a gritar
Que casi la desmayamos.
Y cuando vio tantas manos
Que la querían tocar
De floja se echó a llorar.
Y nosotros la imitamos.
“Como estarás de vieja
Pobre maestra mía”
Revisame las orejas
Soy un chico todavía.
No sabes con que alegría
Quisiera volverte a ver
¡No me vas a conocer!
Pero entonces te diría:
Yo ocupaba el tercer banco
Al lado de la ventana.
La que abría las persianas
Cuando el sol no daba tanto.
La que se ahogaba de llanto
El día que te dejó
La que nunca te olvidó
Y es por eso que te canto.
Vos sos la dulce ilusión
De mi edad que ya se fue.
Hoy  he venido otra vez
Para darte mi lección
Preguntámela a traición
“Maestra de 4º grado”
Que lo que me has enseñado
Lo llevo en mi corazón.
Señora Clotilde Ballerini, aún llevo en mis ojos tu imagen, cuando recité este verso, creo que viniste hasta mi y las dos nos pusimos a llorar.
La juventud era diferente, todavía nos emocionábamos. Los varones, nuestros compañeros de escuela y amigos, cuidaban de nosotras, sus compañeras.
Teníamos muchas diversiones, como la de ir a aprender a nadar al arroyo Saladillo. También nos gustaba ir a ver football, sobre todo las que teníamos hermanos varones; n Rosario siempre hubo dos clubes importantes: “News Old Boys” Y “Rosario Central”, también llamado “la academia rosarina”; por esta aclaración se darán cuenta que soy hincha de los “canallas”, aunque en ese entonces no hacíamos diferencias. Siempre íbamos las dos hinchadas juntas a la cancha: salíamos de nuestro barrio “Saladillo” y hacíamos 30 cuadras a pie, tomábamos la avenida San Martín y pasábamos por el boulevard 27 de febrero, allí había un bar; si hacía frío tomábamos un chocolate con churros y si hacía calor una gaseosa con un sándwich de miga, que lo comprábamos con el ahorro en el transporte. Desde allí, íbamos derecho al parque de la Independencia, donde se encuentra la cancha de News Old Boys, también llamados “los leprosos”. Y si el partido era en la cancha de “los canallas”, tomábamos el tranvía porque era más lejos.
Así éramos las barras de entonces; pasábamos las tardes entre amigos, sin miedo a las “barras bravas” porque no existían. Además si nuestros padres se enteraban que algo no había estado dentro de un comportamiento correcto, nos decían “olvídense de las salidas a la cancha”
También teníamos otros entretenimientos. A un grupo de personas se les ocurrió fundar el “Saladillo Club”. Allí aprendimos a jugar al tenis, deporte que llegó a ser la pasión de mi vida; al basketball, en ese entonces teníamos como entrenador al “Gallego Soto”, quién fuera un gran jugador. Nos entrenó desde juveniles hasta llegar a la primera división; habíamos logrado un buen equipo:
Las dos bases fuimos; Elba Muñoz y Marta Pastore. En la delantera: Angelina Beasseton, Isabel Soto y Cachi Domínguez. Llegamos a jugar la final de la Asociación de Basketball de Rosario con el equipo femenino de News Old Boys, que hacía 5 años ganaba ese campeonato, puedo asegurarles que “tocábamos el cielo con las manos” Luego me retiré cuando me fui a vivir a La Plata, allí jugué para Gimnasia y Esgrima, pero no era lo mismo porque me faltaba “mi equipo rosarino Saladillo Club”
Otro de nuestro grandes “hobbies” fue la pesca, que practicábamos a orillas del Río Paraná. Siempre sacábamos algún que otro “dorado2, que luego comíamos juntos. Era el Negro Miguel Machado quién lo asaba con brasas de leña envuelto en papel manteca y con mucho limón. Aunque sin duda alguna, la mayor atracción cuanto a la pesca eran los “torneos de pesca de mojarrita” en el arroyo Saladillo, mientras tomábamos mate con tortas fritas, que hacían nuestras madres. Pescábamos debajo de un gran ombú, que parecía tocar el cielo con sus ramas; era majestuoso. Quedé muy apenada cuando en uno de mis viajes a Rosario, comprobé que lo habían tronchado; tenía grabado en su tronco el nombre de todos nosotros “La Banda de Saladillo”
Creo reconocer que la juventud entonces era muy pasiva y nuestros padres nos daban mucho apoyo. A todo esto no sabíamos de drogas, ni de barras bravas, ni de ladrones. Por el contrario, sabíamos que si alguien tomaba un rumbo equivocado, lo volvíamos al “rebaño”
Nuestro barrio tenía un buen sacerdote, el padre Bertaina. Muchas veces nos reunía en la parroquia y nos daba consejos. Otras veces, jugaba al football  con los jóvenes, en la plaza frente a la parroquia Nuestra Señora de la Merced. Allí fuimos bautizados, tomamos la 1ª Comunión y fuimos Confirmados; los más grandes hasta se casaron allí.
Nuestra travesura más importante era jugar al “Ring-raje”; pobres vecinos ¡las veces que nos corrían!
El premio que recibíamos de nuestros padres el domingo, era tomar el tranvía nº 11 en la esquina de casa para dar una vuelta muy grande hasta llegar a la estación de trenes “Rosario Norte” y luego hasta la estación de “Sunchales2, hoy llamada “Rosario Central”. Allí visitábamos unos amigos italianos que tenían un bar; tomábamos una gaseosa que se llamaba “Chinchibira”, saludábamos a los piamonteses en su bar “Il Piamonte” y de ahí tomábamos el tranvía nº 11 y regresábamos a casa en el barrio Saladillo.
Tengo 83 años, hijos grandes: mellizos de 48 años y una hija de 45 años, que me dieron 6 nietos y una bisnieta de hoy tiene 2 años y se llama Kiara.  Mi esposo falleció hace casi 11 años; por suerte los nietos me alegran la vida. Tengo una nieta de 22 años que estudia bioquímica en la Universidad de La Plata, en este momento está cursando 4º año y es además Guardiamarina.
Supongo que como todo, la vida tiene un principio y un fin, y con la ayuda del Papa Francisco el mundo volverá a su lugar, para que la droga quede en el pasado, los ladrones encuentren un trabajo decente y los criminales de den cuenta como perdieron el tiempo. Realmente hay tantas cosas positivas para hacer, como:
Amar a Dios sobre todas las cosas
Honrar al padre y a la madre
No matar
No cometer actos impuros
No hurtar
No levantar falso testimonio ni mentir
No codiciar los bienes ajenos.
¡Que así sea! Amén.





1 comentario:

  1. Me parece excelente, y muestra cómo era la vida en esa época, más sencilla y seguramente más feliz.

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