Del anecdotario
de Valerio Tobaldo
La perseverancia…siempre da sus frutos
En mis tiempos de estudiante y
luego de mis 54 años de trabajo en el
campo, aprendí a incorporar varias virtudes, que deben enriquecer al ser
humano, especialmente si se tiene a cargo personas con distintos niveles
culturales.
Algunos aprenden lo que les
enseñas en las primeras explicaciones y lo ponen en práctica de una manera inmediata, otros demoran más y
al final lo entiende y hay otros, que, por más empeño que pongas da la impresión
que estás perdiendo el tiempo.
En mi trabajo en el campo lo he
comprobado muchas veces, aquellos que a uno le
parece que entienden, no lo
hacen, no porque no lo comprendan, sino por timidez o miedo a equivocarse;
estoy convencido que internamente asimilan lo que les explicas, pero no saben
expresarlo, por la razón que sea. A
propósito de este asunto, recuerdo a un Profesor de Filosofía, que tenía en el
seminario, el señor Pascual Amengual,
quién nos dio una charla didáctica con un objeto demostrativo a fin de que con
el ejemplo lo entendiéramos mejor: nos
dijo :
_ Yo tengo en mis manos una
típica canasta de verdulero, que estaba guardada en el sótano hace muchos años,
toda llena de telarañas y polvo, y estamos cerca de un río, entonces elijo a cualquiera
de ustedes que vaya al río y me la
traiga llena de agua. Al que mando va ir, aunque que piense “este tipo
está loco” Vuelve con la canasta vacía y
lo vuelvo a enviar varias veces más; insisto,
va por que lo mando. Después de varias veces de llevar a cabo la misma
operación, le preguntó ¿Esa es la misma
canasta que te entregué yo? Y el me va responder que si.
Pero no es así, no es la misma
canasta, porque está completamente limpia.
Con mucha sabiduría práctica nos
enseñó que aunque no veamos los cambios exteriores
y aparentes en ese ser humano, sí ha asimilado en su interior, solo falta que
le demos la confianza y la seguridad
para que él sepa que no es un ser diferente a los demás, por lo tanto tiene
todas las posibilidades de lograrlo. La manera es acompañarlo por un camino a
lo largo del cual vaya descubriendo sus virtudes y antes cualquier tropiezo, no se le debería decir
“que otra cosa se puede esperar de ti” sino “me
extraña que lo hayas hecho así, si tu
tienes la capacidad para hacerlo de la
otra manera,
Yo puedo dar muchos ejemplos
experimentados durante mi trabajo en el campo sobre muchas personas
ineficientes a causa de su timidez o de su miedo, y puedo
decirles, sin temor a equivocarme que cuando se les hace perder esos miedos se
transforman en seres eficientes, muy buenos empleados
Yo les aconsejo que cuando uno
descubre a una persona franca y buena, para integrarla hace falta mucha,
perseverancia, perseverancia, perseverancia
en su trato para el bien de la empresa y del obrero o empleado
mismo.
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