Del anecdotario de
Valerio Tobaldo
Cuentos con moral: LA AVARICIA
No se distraiga, abuela… No se distraiga
En una estancia, muy cerca de Casbas (Provincia de
Buenos Aires) donde durante varios años
fui Mayordomo, ya que dependía de del grupo de campos a mi cargo, estaba de
Encargado Jorge Strangerber (no recuerdo si el apellido se escribía así, ya que
de esto han pasado más de veinte años)
Jorge vivía en el casco de la
que había sido una pequeña estancia, junto a su mujer y su hijo (de un
matrimonio anterior) que trabajaba en la estancia como tractorero y ayudaba a
su padre en todos los trabajos del establecimiento.
Era un hombre de unos 50 años y
había trabajado en varias estancias, muy competente en lo que era agricultura,
actividad exclusiva en ese establecimiento ya que era muy buen campo agrícola,
Se sembraba mucho girasol, siempre
respetando las rotaciones de los otros cultivos. No había nada de hacienda y su
superficie era de 1.000 Ha .
Muy conocedor de la zona, cuando
recorríamos o yo me hospedaba en su casa
dos o tres días a fin e organizar las cosechas, visitar a los acopiadores, y dueños de máquinas me
solía contar anécdotas de las estancias y de su dueños.
Hoy me acuerdo de una y la voy a contar.
Había una Estancia de 1.500 ha ., cuya dueña era
una mujer de edad y a la que administraba un nieto de ella, pero eran cuatro
los hermanos y únicos herederos. La
viejecita enfermo y debido a sus años el médico les indicó que la podían llevar
al campo, pero tenían que tener mucho cuidado. Los cuatro nietos eran casados y únicamente vivía en el campo con su esposa el que se
hacia las veces de Mayordomo.
La viejecita de a poco fue
avanzando en su enfermedad, la tuvieron que internar en un hospital y a los nietos no les importaba la abuela, sino
el campo, todo el ganado y mejoras que había.
En un momento dado, el médico
les dijo que su vida podía durar días como horas,
Los cuatro nietos rodeaban la cama donde su abuela, que
ya no conocía a nadie, y estaba a punto de viajar hacia la eternidad.
Pero no va que en un momento de lucidez,
la abuela se sienta el la cama y los mira a todos. Fue entonces que uno de sus
nietos le dice
_ No se distraiga, abuela…. no
se distraiga,
Moral de la historia: La
avaricia deshumaniza, enemista y hace perder los valores.
Que miedo tenían esos nietos que
la anciana viviera un tiempito más. Muestra de ello es que lo único que se les
pasó por la cabeza en aquel momento fue la frase “No se distraiga, abuela… no
se distraiga”
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