Interesante análisis de Jean Grave
sobre la sociedad futura que estamos construyendo, propuesto por nuestro
blogger Valerio Tobaldo para la
RED
“¿Es la
escasez de trigo lo que sostiene altos los precios? No; la Rusia meridional, la América de vastas llanuras
labradas en todos sentidos por los arados de vapor, donde todo el cultivo se
ejecuta con ayuda de aperos perfeccionados, aunque sin método, hubieran
arruinado ya a la agricultura francesa suministrándonos granos a muy bajo
precio. También aquí han intervenido derechos protectores, y nos hacen
pagar el trigo más caro de lo que vale”
2ª Parte
LA SOCIEDAD FUTURA
por Jean Grave: La lucha contra
la naturaleza y el auxilio mutuo
No hay bastantes víveres para que cada individuo
quede completamente satisfecho, afirman los
economistas burgueses, y para justificar esta penuria de víveres nuestros
sabios han establecido en sus libros, no sabemos sobre qué bases, cálculos de
los cuales se deduce que los objetos de consumo aumentarían en una proporción
aritmética de 2, 4, 6, 8, etc., mientras que la población aumentaría en una
proporción geométrica de 2, 4, 8, 16, etc.
Nada prueba esto. Las estadísticas mejor hechas
se ven obligadas a dejar tantos puntos en la oscuridad que es imposible, sobre
todo en lo que concierne a la producción, apoyar en ellas nada positivo, y
sucede que, en esto como en todo, cada uno ve en las cifras lo que quiere ver.
Pero hinchando las palabras: proporción
aritmética, proporción geométrica y mezclándolas con algunas
fórmulas algebraicas que no todos entienden, estas fórmulas adquieren cierto
valor aparente y sirven para cerrar el pico al vulgo profano que se imagina que
la demostración reside en la fórmula que no ha comprendido.
Y los economistas se consideran felices con
demostrar que si las cosas continuasen así, los víveres no tardarían en faltar
completamente, viéndose los hombres obligados a volver a la antropofagia de
donde salieron.
Por fortuna -dicen-, la organización social
interviene con todo su cortejo de fraudes, guerras y enfermedades ocasionadas
por excesos o privaciones de todas clases, para poner a ración a los hombres,
diezmarlos e impedir que se devoren entre sí... ¡haciéndolos reventar de
miseria y de hambre!
Nada hay más erróneo que sus cálculos y
afirmaciones; pues, aparte de todas las tierras incultas que pudieran hacerse
productivas, está demostrado, que, a pesar de la subdivisión de la propiedad
que impide el empleo racional de los sistemas de cultivo intensivo, y por lo
cual no produce la tierra todo cuanto podría producir, la especulación y el
agio hacen mucho más para encarecer los alimentos que la misma falta absoluta
de ellos.
¿Es preciso ir a buscar en medio de las
poblaciones primitivas tierras incultas y faltas de cuidados, cuando esos
terrenos abundan en medio de las poblaciones civilizadas? ¿Es preciso citar la Escocia transformándose
poco a poco en territorio de caza, la Irlanda dedicada al carnero cuando pulula en
Australia donde sólo se explota por la lana? ¿Y los innumerables rebaños de la América del Sur, sacrificados
por el cuero nada más, perdiéndose la carne, no a causa de la falta de
mercados, puesto que todo el mundo se queja de la carencia de carnes en Europa,
sino simplemente porque la baja de precios que su importación causaría en los
rebaños indígenas sería perjudicial para los ganaderos y tratantes, que tienen
suficiente poderío para hacer que sus intereses particulares sean primero que
los del público, haciendo votar derechos protectores por medio de sus
lacayos del poder legislativo?
¿Es la escasez de trigo lo que sostiene altos los
precios? No; la Rusia
meridional, la América
de vastas llanuras labradas en todos sentidos por los arados de vapor, donde
todo el cultivo se ejecuta con ayuda de aperos perfeccionados, aunque sin
método, hubieran arruinado ya a la agricultura francesa suministrándonos granos
a muy bajo precio. También aquí han intervenido derechos protectores, y
nos hacen pagar el trigo más caro de lo que vale.
No pudiendo producir tan barato como América o
Rusia, los agricultores franceses debieran perfeccionar sus máquinas agrícolas
y su modo de cultivar, o debieran dedicarse a producir otra cosa. Eso hubiera
sido muy sencillo. Pero también hay grandes intereses que proteger en
este caso; el pobre es el que paga...
Por otra parte ¿no nos demuestra el estudio de la
Historia natural que el poder prolífico de las especies está en razón inversa
de su grado de desarrollo, es decir, que, cuanto más bajas están las especies
en la escala social, más se multiplican para llenar los vacíos ocasionados por
la guerra que les hacen las especies superiores? Cuanto más numerosas son las
causas de destrucción, más intensa es la energía prolífica de la especie que
las sufre.
Así es que en ciertos vegetales, cada tallo
produce anualmente millares y cientos de miles de semillas. Algunas especies de
peces, arenque, esturión, etc., son también muy prolíficas. La fecundidad de
los conejos y de las palomas es proverbial.
Ya es más restringida la fecundidad en los
mamíferos, clase más elevada, puesto que de ella ha nacido el hombre; pero
éste, que ha llegado a domesticar las especies más útiles para alimentarse él y
para otras necesidades, ha encontrado el medio de dirigir la producción de
ellas conforme conviene mejor a sus intereses, así como la de los vegetales que
sirven para alimentarlas y para alimentarse él mismo.
Aun respecto a las especies salvajes que no han
podido domesticarse, si todos los hombres supieran hacer solidarios sus
esfuerzos en vez de hacerse la guerra, podrían ponerlas en condiciones de
existencia que favoreciesen de un modo racional su desarrollo, enteramente
conforme con los intereses de la humanidad entera.
Si la tierra no produce lo suficiente para
asegurar la subsistencia de la población que contiene (aserto muy discutible,
pero que aceptamos porque no invalida en nada la argumentación que sigue), por
lo menos está dispuesta a proporcionarnos mucho más de lo que pudiéramos
consumir. ¿Qué se necesita para eso? Organizar una sociedad donde la riqueza de
unos no engendre la pobreza de otros, una sociedad donde los individuos tengan
interés en ayudarse mutuamente en vez de combatir entre sí.
Hemos visto que el auxilio mutuo era una de las
leyes naturales que guían la evolución de todas las especies. No siendo nuestro
trabajo una obra de Historia natural ni de Antropología, se comprenderá que no
citemos todos los hechos demostrativos de esta tesis; remitimos al lector á los
diferentes artículos publicados por nuestro amigo Kropotkin en la Société Nouvelle,
reproducidos en el Supplement de la Révolte con el título genérico de Auxilio
mutuo, y al folleto de Lanessan La Asociación en la lucha. La ley de solidaridad es
para nosotros un hecho demostrado; nos limitaremos á manifestar lo que podría
llevar á cabo si se aplicase y practicase con toda su extensión en las
relaciones sociales e individuales.
Otra obra conviene consultar para darse cuenta de
los despilfarros que trae consigo la mala organización social, y es el libro
del Sr. Novicow: Los despilfarros en las sociedades modernas. El autor se coloca
en el punto de mira economista y capitalista: sus cifras dependen más o menos
del capricho; y no considera las pérdidas sino bajo un punto de vista burgués,
que no es el más a propósito para juzgar toda su extensión. Pero, tal como es,
resulta un libro digno de consultarse y con unas confesiones que no deben
olvidarse.
El antagonismo individual, regla de las
sociedades actuales, y el egoísmo de las organizaciones capitalistas, han
traído consigo un desconocimiento completo de las verdaderas condiciones de la
riqueza. La verdadera riqueza (ciertos economistas lo han dicho, aunque ignoro
si son ellos quienes lo han descubierto) es la adaptación cada vez más perfecta
del planeta a nuestras necesidades. Pues bien; en lugar de proponerse adaptar
el planeta a nuestras necesidades, cada uno ha tratado de monopolizar el
trabajo producido por los otros, de granjearse un beneficio momentáneo aun
cuando sus consecuencias fuesen perjudiciales para la riqueza social.
La apropiación individual ha hecho que algunos
encontrasen un lucro en talar los bosques que coronaban las cimas de ciertas
montañas. Así tenían el medio de realizar inmediatamente un beneficio
pecuniario cierto. Pero no estando nadie directamente interesado en conservar
las especies arbóreas, las alturas han perdido sus coronas de bosques sin que
se tratase de repoblarlos; no estando ya retenidas por las raíces, las tierras
se han derrumbado arrastradas por las lluvias y otras diferentes causas hasta
el pie de la montaña que se desmorona sin provecho para la llanura.
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