jueves, 28 de noviembre de 2013

LA SOCIEDAD FUTURA por Jean Grave: La lucha contra la naturaleza y el auxilio mutuo. 2ª Parte



Interesante análisis de Jean Grave sobre la sociedad futura que estamos construyendo, propuesto por nuestro blogger Valerio Tobaldo para la RED

“¿Es la escasez de trigo lo que sostiene altos los precios? No; la Rusia meridional, la América de vastas llanuras labradas en todos sentidos por los arados de vapor, donde todo el cultivo se ejecuta con ayuda de aperos perfeccionados, aunque sin método, hubieran arruinado ya a la agricultura francesa suministrándonos granos a muy bajo precio. También aquí han intervenido derechos protectores, y nos hacen pagar el trigo más caro de lo que vale”

2ª Parte

LA SOCIEDAD FUTURA  por Jean Grave: La lucha contra la naturaleza y el auxilio mutuo

No hay bastantes víveres para que cada individuo quede completamente satisfecho, afirman los economistas burgueses, y para justificar esta penuria de víveres nuestros sabios han establecido en sus libros, no sabemos sobre qué bases, cálculos de los cuales se deduce que los objetos de consumo aumentarían en una proporción aritmética de 2, 4, 6, 8, etc., mientras que la población aumentaría en una proporción geométrica de 2, 4, 8, 16, etc.
Nada prueba esto. Las estadísticas mejor hechas se ven obligadas a dejar tantos puntos en la oscuridad que es imposible, sobre todo en lo que concierne a la producción, apoyar en ellas nada positivo, y sucede que, en esto como en todo, cada uno ve en las cifras lo que quiere ver.
Pero hinchando las palabras: proporción aritmética, proporción geométrica y mezclándolas con algunas fórmulas algebraicas que no todos entienden, estas fórmulas adquieren cierto valor aparente y sirven para cerrar el pico al vulgo profano que se imagina que la demostración reside en la fórmula que no ha comprendido.
Y los economistas se consideran felices con demostrar que si las cosas continuasen así, los víveres no tardarían en faltar completamente, viéndose los hombres obligados a volver a la antropofagia de donde salieron.
Por fortuna -dicen-, la organización social interviene con todo su cortejo de fraudes, guerras y enfermedades ocasionadas por excesos o privaciones de todas clases, para poner a ración a los hombres, diezmarlos e impedir que se devoren entre sí... ¡haciéndolos reventar de miseria y de hambre!
Nada hay más erróneo que sus cálculos y afirmaciones; pues, aparte de todas las tierras incultas que pudieran hacerse productivas, está demostrado, que, a pesar de la subdivisión de la propiedad que impide el empleo racional de los sistemas de cultivo intensivo, y por lo cual no produce la tierra todo cuanto podría producir, la especulación y el agio hacen mucho más para encarecer los alimentos que la misma falta absoluta de ellos.
¿Es preciso ir a buscar en medio de las poblaciones primitivas tierras incultas y faltas de cuidados, cuando esos terrenos abundan en medio de las poblaciones civilizadas? ¿Es preciso citar la Escocia transformándose poco a poco en territorio de caza, la Irlanda dedicada al carnero cuando pulula en Australia donde sólo se explota por la lana? ¿Y los innumerables rebaños de la América del Sur, sacrificados por el cuero nada más, perdiéndose la carne, no a causa de la falta de mercados, puesto que todo el mundo se queja de la carencia de carnes en Europa, sino simplemente porque la baja de precios que su importación causaría en los rebaños indígenas sería perjudicial para los ganaderos y tratantes, que tienen suficiente poderío para hacer que sus intereses particulares sean primero que los del público, haciendo votar derechos protectores por medio de sus lacayos del poder legislativo?
¿Es la escasez de trigo lo que sostiene altos los precios? No; la Rusia meridional, la América de vastas llanuras labradas en todos sentidos por los arados de vapor, donde todo el cultivo se ejecuta con ayuda de aperos perfeccionados, aunque sin método, hubieran arruinado ya a la agricultura francesa suministrándonos granos a muy bajo precio. También aquí han intervenido derechos protectores, y nos hacen pagar el trigo más caro de lo que vale.
No pudiendo producir tan barato como América o Rusia, los agricultores franceses debieran perfeccionar sus máquinas agrícolas y su modo de cultivar, o debieran dedicarse a producir otra cosa. Eso hubiera sido muy sencillo. Pero también hay grandes intereses que proteger en este caso; el pobre es el que paga...
Por otra parte ¿no nos demuestra el estudio de la Historia natural que el poder prolífico de las especies está en razón inversa de su grado de desarrollo, es decir, que, cuanto más bajas están las especies en la escala social, más se multiplican para llenar los vacíos ocasionados por la guerra que les hacen las especies superiores? Cuanto más numerosas son las causas de destrucción, más intensa es la energía prolífica de la especie que las sufre.
Así es que en ciertos vegetales, cada tallo produce anualmente millares y cientos de miles de semillas. Algunas especies de peces, arenque, esturión, etc., son también muy prolíficas. La fecundidad de los conejos y de las palomas es proverbial.
Ya es más restringida la fecundidad en los mamíferos, clase más elevada, puesto que de ella ha nacido el hombre; pero éste, que ha llegado a domesticar las especies más útiles para alimentarse él y para otras necesidades, ha encontrado el medio de dirigir la producción de ellas conforme conviene mejor a sus intereses, así como la de los vegetales que sirven para alimentarlas y para alimentarse él mismo.
Aun respecto a las especies salvajes que no han podido domesticarse, si todos los hombres supieran hacer solidarios sus esfuerzos en vez de hacerse la guerra, podrían ponerlas en condiciones de existencia que favoreciesen de un modo racional su desarrollo, enteramente conforme con los intereses de la humanidad entera.
Si la tierra no produce lo suficiente para asegurar la subsistencia de la población que contiene (aserto muy discutible, pero que aceptamos porque no invalida en nada la argumentación que sigue), por lo menos está dispuesta a proporcionarnos mucho más de lo que pudiéramos consumir. ¿Qué se necesita para eso? Organizar una sociedad donde la riqueza de unos no engendre la pobreza de otros, una sociedad donde los individuos tengan interés en ayudarse mutuamente en vez de combatir entre sí.
Hemos visto que el auxilio mutuo era una de las leyes naturales que guían la evolución de todas las especies. No siendo nuestro trabajo una obra de Historia natural ni de Antropología, se comprenderá que no citemos todos los hechos demostrativos de esta tesis; remitimos al lector á los diferentes artículos publicados por nuestro amigo Kropotkin en la Société Nouvelle, reproducidos en el Supplement de la Révolte con el título genérico de Auxilio mutuo, y al folleto de Lanessan La Asociación en la lucha. La ley de solidaridad es para nosotros un hecho demostrado; nos limitaremos á manifestar lo que podría llevar á cabo si se aplicase y practicase con toda su extensión en las relaciones sociales e individuales.
Otra obra conviene consultar para darse cuenta de los despilfarros que trae consigo la mala organización social, y es el libro del Sr. Novicow: Los despilfarros en las sociedades modernas. El autor se coloca en el punto de mira economista y capitalista: sus cifras dependen más o menos del capricho; y no considera las pérdidas sino bajo un punto de vista burgués, que no es el más a propósito para juzgar toda su extensión. Pero, tal como es, resulta un libro digno de consultarse y con unas confesiones que no deben olvidarse.
El antagonismo individual, regla de las sociedades actuales, y el egoísmo de las organizaciones capitalistas, han traído consigo un desconocimiento completo de las verdaderas condiciones de la riqueza. La verdadera riqueza (ciertos economistas lo han dicho, aunque ignoro si son ellos quienes lo han descubierto) es la adaptación cada vez más perfecta del planeta a nuestras necesidades. Pues bien; en lugar de proponerse adaptar el planeta a nuestras necesidades, cada uno ha tratado de monopolizar el trabajo producido por los otros, de granjearse un beneficio momentáneo aun cuando sus consecuencias fuesen perjudiciales para la riqueza social.
La apropiación individual ha hecho que algunos encontrasen un lucro en talar los bosques que coronaban las cimas de ciertas montañas. Así tenían el medio de realizar inmediatamente un beneficio pecuniario cierto. Pero no estando nadie directamente interesado en conservar las especies arbóreas, las alturas han perdido sus coronas de bosques sin que se tratase de repoblarlos; no estando ya retenidas por las raíces, las tierras se han derrumbado arrastradas por las lluvias y otras diferentes causas hasta el pie de la montaña que se desmorona sin provecho para la llanura.



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