jueves, 7 de noviembre de 2013

Anécdota del colegio: LA SEÑORITA LAURA QUIÑONES


ANÉCDOTA DE VALERIO TOBALDO
Anécdota del Colegio: Mi señorita Laura Quiñones.

Por el descarado  Valerio Tobaldo (queda prohibida su reproducción)
 Sería   en el año 1941, Yo estaba en tercer grado y teníamos como maestra a una Señora Laura Quiñónez , era muy delicada en su manera de vestir , siempre de guardapolvo blanco impecable , zapatos tacos altos ( para disimular su enanez )  una manera  de hablar muy aniñada , de una rectitud y disciplina , que era muy difícil de imponer a esa tribu e indios ilustrados , incluidas algunas niñas, peor que lo varones que le había tocado en tercer grado,
Cuando en el grado, durante las clases,  nos tirábamos  con alguna goma, o  habláramos cuando ella explicaba algo , enseguida , sin averiguar mucho quién había sido el autor nos mandaba a la Dirección  y allí nos las teníamos que ver con la Señorita ( muy a pesar suyo y sin candidato a la vista )  Marta Villarroel , que sin preguntar el porque te enviaban a la Dirección , te privaba del recreo  y te metía  en una salita de penitencia , que había cerca de la Dirección, en la cual nos encontrábamos   siempre  con viejos amigos en desgracia, que si nos vendaban los ojos , llegábamos  directamente a la Dirección .sin escala . Conocíamos  el camino de memoria, pero aclaro muchas veces me lo merecía, pero los menos pagaban justo por pecadores: “Hazte la fama y échate  a dormir”
Pero como dice el refrán “no hay mal que por bien no venga” en esa salita ya estaban los biscochos que repartían con la leche en el segundo recreo, Nosotros, por anticipado, comíamos los que nos pertenecían y algunos más suponiendo que algunos alumnos faltaban a clase
La Señora Quiñónez, se había casado, después de esperar bastante tiempo en soltería, con un Señor que tenía bastante campo y según las malas lenguas pasaban los años y su marido (no tenían hijos) no perdía las mañas y si los cuernos fueran flores, ella tenía una buena corona en su cabeza. , Venía al Colegio en Ford V 8 negro , que dejaba estacionado en un garaje que le prestaban en una estación de servicio , ya que por la tarde tenía que dar clase y traía la comida y almorzaba en el colegio .En el Pueblo había hoteles, pero aunque tuviera plata se traía la comida del campo, a pesar de tener tanta campo y plata  “ era más agarrada que mugre de talón “ A mí ya me tenía fichado, y yo a ella también , algún día me las iba a pagar todas juntas( eso decía yo cuando me patinaban los rulemanes ) pero en mi no estaba la idea de una venganza, ella era mi maestra y yo tenía que respetarla.
En una clase nos habían enseñado que cuando una persona se descompone, hay que echarle agua en la cabeza para que recapacite
Nunca faltan chupamedias  que le traían flores que se las ponían en un florero con agua sobre su escritorio,
Hacía como una semana que tenía sobre su escritorio un ramo de rosas y nunca le habían cambiado el agua,
Dos alumnos se pusieron a  discutir en el grado y llegaron a las manos, se armó un batifondo y a la pobre maestra le dio un  patafute y cayo al suelo como desmayada. Yo me acorde del agua y sin más le volqué el florero con flores y agua en la cabeza, Se levantó como un rayo y preguntó quién le había tirado el agua. Yo creyendo que me iba a agradecer me dijo “ Mire como me dejó con esa agua podrida “ Yo en ese momento pensé lo que muchos años después   aprendí de la filosofía existencialista “ sentía por ella viéndola en ese estado  una simpatía antipática o una antipatía simpática” Pero yo pensé que había obrado bien de acuerdo a sus enseñanzas, No  esperé que me mandara a la dirección, fui solo, esperando llegaran los dos que se habían peleado , pero no fue así, sino que vino ella  como un dragón echando fuego por la boca y con un  olor a agua podrida  y le contó a la directora todo lo que  había hecho yo, pero de los que se habían peleado ni mu…. Uno de los que se había peleado era socio de su marido en un negocio en el pueblo.
Demás estar decir, después que terminaran las clases vendría la penitencia, Eso ya lo tenía en el archivo de mi memoria.
Terminada las clases a la media hora me dejaron salir.
Nunca pensó ella que en esa media hora, yo con un lápiz cumpliría la venganza a tamaña injusticia:  la ley del Talión “ Ojo por ojo, diente por diente “No pensaba lavarme las manos como Pilatos, sino que estaba más caliente  que un sol de mediodía en el mes de enero
Al salir, a esa hora no andaba nadie, me acerque al coche, le saque las válvulas a las gomas del coche y le desinflé  las cuatro gomas y silbando bajito, como quién no quiere la cosa me fui para mi casa, Esperaba que  llamarán a mi madre, pero todo quedó en silencio,
Aunque no todo terminó allí. Varios años después cuando yo ya estaba estudiando filosofía en Córdoba, me encontré con ella, estaba conversando con otras personas y al pasar yo, comentó en voz alta para que yo la escuchara: _Nunca tuve un alumno más indisciplinado que ese Señor.
Entonces Yo le contesté
_Gracias por lo de Señor ¿Le costó mucho inflar las cuatro gomas del coche?
Hay que ser muy desfachatado para contar estas cosas.  Un abrazo para todos,


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