Del anecdotario de
Valerio Tobaldo
HISTORIAS DE CURAS DE PUEBLO CHICO
Queridos hermanos en
Cristo…
Dos anécdotas que hablan sobre
el respeto a los lugares sagrados, aunque estos estén fuera de los templos.
En las mateadas de los jueves
por la tarde, siempre teníamos la visita de algún sacerdote, que nos contaba
anécdotas de su vida y de todo lo que había vivido a cargo de una Iglesia de un
pequeño pueblo, pero que con el tiempo , debido a su cercanía a una ciudad, se
había convertido en un gran centro de
depósito de cereales , donde varias firmas levantaron sus
instalaciones con grandes silos de almacenaje
, que luego , durante el año llevaban a puerto en camiones; ya que el pueblito
no tenía ferrocarril se hacía todo el movimiento de transporte en camiones .
Esa transformación del pueblo hizo que
se fueran instalando nuevas familias, especialmente de camioneros, ya que era muy buena fuente
de trabajo. En tiempo de cosecha, del campo
a los silos (flete corto) y
durante el año a los puertos o lugares donde se vendía el cereal (flete largo)
Los camioneros vivían más en el camión
que en sus casas.
Contaba el cura…:
Los viejos pobladores del pueblo
veían con malos ojos a los nuevos. El cura conocía a los viejos de tantos años,
que en muchas oportunidades casaba a novios
que él mismo había bautizado.
Los viejos inventaban cualquier
maldad de los nuevos: que eran todas malas personas, que la mujer de uno vivía
con la del otro, que faltaban tantos días en los viajes porque tenían amantes.
Esta manera de obrar cada día me
cansaba más , les hablaba en las misas de la caridad cristiana y que no se
podía prejuzgar, que esos camioneros, como ellos, desearían vivir en sus casas
y no sobre sus camiones, pero era su
manera de ganarse la vida. Pero no surtía efecto. Hasta que un día reventé y
les dije en una misa del domingo, que miraran un poco más lo que pasaba en sus
casas, de puertas para adentro, y que dejaran de criticar al prójimo. Como ya
no tenía más palabras para convencerlos, se me ocurrió una frase, que en ningún
momento se me había pasado por la cabeza ya que
de poeta no tengo nada, y fue
esta:
“Si los cuernos fueran flores,
las rutas serían jardines “y quizás
algunos de los que tanto hablan, tienen el propio jardín en su casa.
Puedo asegurarles que se
terminaron los chimentos.
Otra… Contaba el cura:
_ Al lado de la Iglesia había una gruta de
la Virgen , situada
en un terreno sin alambrar, y que para acortar distancia los pobladores lo
cruzaban haciendo caminitos que pasaban
frente a la gruta: esa costumbre era común en todos los terrenos baldíos de los
pueblos chicos.
Pero curiosamente, todos los
años alrededor de la gruta aparecían cualquier cantidad de plantas de zapallos,
sandías, melones, que indudablemente nadie sembraba a propósito. Estudié la
situación y llegué a una conclusión que no me gustó para nada. Así que
aproveché la oportunidad del sermón de
un domingo y les dije:
“Queridos hermanos, sé muy bien
como todos ustedes respetan la
Iglesia y la gruta, a la que deben considerar un templo, al que deberíamos también respetar, aunque me da
la sensación que eso no está sucediendo porque todos los años aparecen alrededor de la gruta
plantas de sandías, melones y zapallos que no crecen allí por la gracia de Dios
Padre. Así que para demostrar que
realmente respetan el lugar sagrado, les aconsejo que vayan buscando otro lugar
para hacer sus necesidades, ya que la
Virgen merece otro trato, el mismo que le darían a su madre.
Saben muy bien, que no ignoro
que todo ese huerto ha sido “SEMBRADO A CULO
¿Franco el cura? ¿No?
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