domingo, 17 de noviembre de 2013

HISTORIAS DE CURAS DE PUEBLO CHICO


Del anecdotario de Valerio Tobaldo
HISTORIAS DE CURAS DE PUEBLO CHICO

Queridos  hermanos en  Cristo…
Dos anécdotas que hablan sobre el respeto a los lugares sagrados, aunque estos estén fuera de los templos.

En las mateadas de los jueves por la tarde, siempre teníamos la visita de algún sacerdote, que nos contaba anécdotas de su vida y de todo lo que había vivido a cargo de una Iglesia de un pequeño pueblo, pero que con el tiempo , debido a su cercanía a una ciudad, se había convertido en un gran centro de  depósito  de cereales  , donde varias firmas levantaron sus instalaciones con  grandes silos de almacenaje , que luego , durante el año llevaban a puerto en camiones; ya que el pueblito no tenía ferrocarril se hacía todo el movimiento de transporte en camiones . Esa transformación del pueblo hizo que  se fueran instalando nuevas familias, especialmente   de camioneros, ya que era muy buena fuente de trabajo. En tiempo de cosecha, del campo  a los silos (flete corto)  y durante el año a los puertos o lugares donde se vendía el cereal (flete largo) Los camioneros vivían  más en el camión que en sus casas.
Contaba el cura…:
Los viejos pobladores del pueblo veían con malos ojos a los nuevos. El cura conocía a los viejos de tantos años, que en muchas oportunidades casaba a novios  que él mismo había bautizado.
Los viejos inventaban cualquier maldad de los nuevos: que eran todas malas personas, que la mujer de uno vivía con la del otro, que faltaban tantos días en los viajes porque tenían amantes.
Esta manera de obrar cada día me cansaba más , les hablaba en las misas de la caridad cristiana y que no se podía prejuzgar, que esos camioneros, como ellos, desearían vivir en sus casas y no sobre  sus camiones, pero era su manera de ganarse la vida. Pero no surtía efecto. Hasta que un día reventé y les dije en una misa del domingo, que miraran un poco más lo que pasaba en sus casas, de puertas para adentro, y que dejaran de criticar al prójimo. Como ya no tenía más palabras para convencerlos, se me ocurrió una frase, que en ningún momento se me había pasado por la cabeza ya que  de  poeta no tengo nada, y fue esta:
“Si los cuernos fueran flores, las rutas serían  jardines “y quizás algunos de los que tanto hablan, tienen el propio jardín en su casa.
Puedo asegurarles que se terminaron los chimentos.

Otra… Contaba el cura:
_ Al lado de la Iglesia había una gruta de la Virgen, situada en un terreno sin alambrar, y que para acortar distancia los pobladores lo cruzaban haciendo  caminitos que pasaban frente a la gruta: esa costumbre era común en todos los terrenos baldíos de los pueblos chicos.
Pero curiosamente, todos los años alrededor de la gruta aparecían cualquier cantidad de plantas de zapallos, sandías, melones, que indudablemente nadie sembraba a propósito. Estudié la situación y llegué a una conclusión que no me gustó para nada. Así que aproveché la oportunidad del sermón de  un domingo y les dije:
“Queridos hermanos, sé muy bien como todos ustedes respetan la Iglesia y la gruta, a la que deben considerar un templo, al  que deberíamos también respetar, aunque me da la sensación que eso no está sucediendo porque  todos los años aparecen alrededor de la gruta plantas de sandías, melones y zapallos que no crecen allí por la gracia de Dios Padre.  Así que para demostrar que realmente respetan el lugar sagrado, les aconsejo que vayan buscando otro lugar para hacer sus necesidades, ya que la Virgen merece otro trato, el mismo que le darían a su madre.
Saben muy bien, que no ignoro que todo ese huerto ha sido “SEMBRADO A CULO
¿Franco el cura? ¿No?   


No hay comentarios:

Publicar un comentario