sábado, 16 de noviembre de 2013

MIS AÑOS EN LA CIUDAD DE LA PLATA


Testimonio de vida de una hija de inmigrantes: Marta Pastori de Ginestet

MIS AÑOS EN LA CIUDAD DE LA PLATA

Corría el año 1952. En aquel entonces Rosario sufría una carencia muy grande de oferta laboral, por lo que había que buscar nuevos horizontes. Había terminado mis estudios secundarios. Afortunadamente tenía unos tíos en la ciudad de La Plata, que me sugirieron que fuera a “probar suerte” allí.
Desde que llegué comencé a tender redes para encontrar un empleo; todos los días compraba el diario “El Día”. Un día encontré un anuncio donde pedían una persona con conocimientos contables y de italiano. Inmediatamente pensé que aquello podía ser bueno para mí, ya que era Perito Mercantil y hablaba bastante bien el italiano, aunque me faltara tener más conocimientos de la gramática, pero mis parientes aseguraban que no tendría problemas. En todo caso, si quería perfeccionar el italiano, en La Plata estaba la Escuela de la Cultura Italiana. Estoy convencida que aquel día “Dios había puesto sus manos sobre mí”. Me presenté entonces al estudio contable del contador Rimoldi, sindico de la empresa que solicitaba la empleada. Cuando llegue hay muchos postulantes, así que al principio me desanimé un poco, pero como era una más decidí quedarme a esperar mi turno. Tomaron todos mis datos y conocimientos y me dijeron que la empresa se llamaba S.I.A.P Saic, de origen italiano. Durante la entrevista había dos personas, el contador Rimoldi y otra persona que hablaba todo el tiempo en italiano, y lo único que atiné a decir fue “Sono figlia d’italiani” (soy hija de italiano) Luego supe que la persona que había hablado todo el tiempo en italiano era, ni más ni menos, el Presidente de la empresa, el Dr. Aldo Tedeschi.
Al finalizar me dijeron que me informarían de cualquier novedad a través de una nota, aunque también me pidieron el número de teléfono. A los pocos día recibí una carta certificada, y allí me entero que la empresa S.I.A.P Saic me solicitaba debía presentarme en sus oficinas, que quedaban en 514 y Camino General Belgrano en Ringuelet, a 6 km. de La Plata, indicaban también la manera de llegar. Debía tomar el colectivo nº 3 que me dejaba en la puerta de la empresa. Allí me recibió el señor Pulice, quién me acompañó hasta la gerencia, donde me esperaban el contador Rimoldi y el Presidente de la empresa, el señor Tedeschi para notificarme que había sido seleccionada para el puesto. Creí tocar el cielo con las manos, tan contenta estaba que me olvidé de preguntar la cantidad de horas de trabajo y el salario. ¿Para que? Tenía trabajo y la empresa me había impactado. Era cierto “Dios había puesto sus manos sobre mí”
Yo iba a reemplazar a Sara Krell, que se iba a trabajar a un dispensario, lo cual había sido el sueño de toda su vida. Ella se ocupó de enseñarme todo el trabajo. La fábrica era nueva, tenía 30 operarios, más todos los jefes de sección, que eran italianos que habían venido con el Dr. Tedeschi cuando se inauguró la empresa. Todos eran especializados y se llamaban: Sr. Ponzi (Jefe General de planta); Sr. Barbieri (Jefe de medidores); Sr. Bonomi (Jefe de mantenimiento); Sr. Dorigo 8Jefe de Meteorología); Sr. Bertoncelli (portero). Había un médico permanente, el Dr. Salvi y una enfermera, la Sra. Sara. En la oficina de planificación (ingeniería) el ingeniero Ferrero, el Ing. Perez, el Ing. Lorenzo y dos dibujantes: el Sr. Landucci y el Sr. Castorino. Cuando yo me fui ya había 3 fábricas más de S.I.A.P. Yo había llegado a La Plata en 1952 y me fui en 1967, siempre trabajando en la misma empresa; fueron 15 años maravillosos.
No quiero dejar de mencionar al Ingeniero Grisolia, el emprendedor de todas estas empresas. Era el padre de la Sra. Tedeschi; él ya había abierto la fábrica SIAP en Torino (Italia) y en otras partes del mundo. Fue una de las personas más maravillosas que conocí en la SIAP. Era un “señor” en todos los sentidos, un verdadero caballero, muy respetado y querido. Cada vez que volvía de Italia, entraba a mi oficina, primero pedía permiso, y me decía “Signorina Pastori, questo è per Lei” (Señorita Pastori, esto es para usted) y me dejaba una caja de bombones que me traía de Suiza. Luego, y con mucho respeto me pedía “Un caffe, per favore”. Lamentable murió muy pronto. Si mal no recuerdo fue un 20 de junio. Todos lo sentimos mucho.
El Dr. Tedeschi, el Presidente de la empresa, era un hombre muy especial, muy humano, que se preocupaba por sus empleados. Eso sí, había que respetar sus órdenes. En una oportunidad, sin ser culpa mía sino de un tercero, me costó una buena reprimenda de su parte por no obedecer una de sus órdenes. Pero cuando todo se aclaró, vino a mi oficina a pedirme disculpas. En esos momentos yo estaba muy sensible ya que estaba embarazada de mellizos, así que su actitud no me cayó muy bien.
El Dr. Tedeschi era una persona de bien, quizá por eso sufrió un secuestro de 80 días, para dolor de su esposa y de sus hijos, y de todos los que los estimábamos y recordábamos por lo tanto que hacía por sus empleados. Siempre estuvo dispuesto a ayudarnos a todos; cada mes, a quién lo necesitaba le otorgaba un préstamo de la empresa. Los empleados y los obreros cobrábamos dos aguinaldos enteros por año. Aquello no era por “decreto” sino que era por decisión propia de la empresa.
Sin embargo, la mafia (Montoneros) que lo tuvo retenido durante los 80 días no lo veía de la misma manera. Solicitaron que el rescate fuera entregado por su hijo menor en la Plaza de Berazategui. Luego lo soltaron. Cuando llegó a su casa parecía un pordiosero. No tuvieron en cuenta todo lo que la SIAP hacía por sus empleados y obreros.
El Dr. Tedeschi formó una gran familia: su esposa, Doña María Grisolia de Tedeschi, un ser también maravilloso y muy humano. Él falleció en Bologna (Italia) durante un viaje que había realizado con su esposa para visitar a sus familiares.
Tuvieron tres hijos; Vicenio que es médico, Ángela, creo que es física y Ludovico que es sacerdote, y que en este momento está en el Vaticano. Fueron siempre hijos ejemplares. Supongo que tanto Vicenio como Ángela estarán casados.
Siento un orgullo inmenso por haber trabajado en la SIAP, por ello que pido a Dios que bendiga a los Tedeschi y a los Grisolia.
Lamento mucho haberlos dejado, pero mi obligación como esposa y madre hizo que siguiera a mi esposo a vivir en su pueblo, donde nació: Daireaux. También con mi familia soy muy feliz. Mi esposo falleció hace casi 11 años, pero me dejó rodeada de tres hijos, 6 nietos y una bisnieta. Además tantos queridos recuerdos, que hasta el final de mis días los llevaré dentro de mi corazón.
DIOS LOS BENDIGA A TODOS. Marta Pastori de Ginestet


2 comentarios:

  1. Ayer, 4 de agosto de 2016, falleció en La Plata María Grisolía de Tedeschi, a los 91 años de edad, acompañada por toda su familia. Una mujer extraordinaria. QEPD

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  2. Ayer, 4 de agosto de 2016, falleció en La Plata María Grisolía de Tedeschi, a los 91 años de edad, acompañada por toda su familia. Una mujer extraordinaria. QEPD

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