LLUVIA DE
LA MADRUGADA
Anécdota de la Campana. Un
desfachatado contando esto, Valerio Tobaldo.
Terminábamos de cursar
el tercer año de Filosofía y ya
el día 5 de Diciembre del año 1950,
nos habían entregado el resultado de nuestras Tesis. El día diez comenzaban las vacaciones. Ese
año era llamado del filtro, donde cada
uno debía decidir voluntariamente y
según los dictados de su conciencia, si iba a seguir su carrera sacerdotal o la
abandonaría , porque no sentía vocación para ella y debía comprender que el
seguir adelante, sin vocación de una entrega total al Sacerdocio, era
provocarle un mal a la
Iglesia. En el Seminario siempre nos inculcaban que ahí se
formaban seres humanos, que si sentían el llamado de Dios, siguieran adelante,
pero ante cualquier duda y luego de pensarlo bien, teníamos dos caminos: el
seguir si estabas seguro o retirarte si tenías dudas. Lo que habías aprendido
te servía para ser un buen Sacerdote, y
sino para ser un buen ciudadano. El Rector siempre nos decía: “el peor mal de la Iglesia es que se ordene
uno de cura para tener “un confortable” modus vivendi “y con el tiempo colgar
la sotana, sin pensar en el mal que le hacen a los que por vocación fueron sus compañeros durante
años y a la Iglesia
a la que tomaron como un patrón más,
Después de esta intrusión que se
parece a los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, vamos al grano
de esta anécdota.
En primer lugar háganse a la
idea de que todos los que estábamos en
el Seminario no éramos santos, Teníamos
los vicios y virtudes de todos los seres humanos, que vivíamos como pupilos
todo un año conviviendo en las buenas y en las malas y eso se repetía año tras
año hasta terminar o retirarte .si lo creías conveniente.
Yo y otros tres habíamos decidido que, luego de tener los resultados
de la Tesis de Filosofía, abandonaríamos el Seminario, ya
que nos dábamos cuenta que para cura no servíamos,
En las rondas de mates, de los
que formábamos la división superior ,
los cuatro que dejábamos el Seminario
decidimos que teníamos que tomarnos venganza de la CAMPANA y del CAMPANERO .
La campana era un sacrificio que nos había acompañado durante 8
años igual que el campanero: campana para levantarse a las seis de la
mañana, campana para ir a misa, campana
para arreglar el dormitorio, campana para el desayuno, campana para los
estudios, campana para las clases, campana para el almuerzo, campana para
recreos, campana para la cena campana…. Campana…. Campana, campana para llamar
al campanero….ya en nuestros oídos era peor que sentir el Bing Bang a su décima
potencia., parecíamos una majada de
chivos tras la flauta de su pastor.
El Campanero era un hermano de
la misma orden religiosa. Siempre caminaba mirando el suelo, no daba bolilla a
nadie y cuando se prendía de la campana se le iluminaba la cara con un rictus de venganza
Era mallorquín y nunca le gustó
Argentina. Extrañaba mucho a su Patria y a su familia, pero el voto de
obediencia lo obligaba estar acá.
Preparamos el plan de venganza
entre los cuatro. La campana no estaba lejos de nuestro dormitorio pegada a la
capilla a unos tres metros de alto. Estaba instalada de una forma que se podía
poner la parte de abajo para arriba
formando un balde y se apoyaba en una esquina de dos paredes.
Nuestro plan era un poco arriesgado,
pero posible, debíamos dar los
siguientes planes
1)
comprar un pedazo de soga que debíamos añadirla a la existente, pero en la parte de
arriba, si poníamos soga nueva abajo se
iba a dar cuenta.
2)
Este trabajo debíamos
hacerlo a las dos o tres de la mañana para salir del dormitorio y para
ir al baño teníamos que sacar la llave colgada en la puerta del dormitorio
del Sacerdote que nos cuidaba
3)
Tener preparada una escalera, No había problemas ya que
el parquero tenía una que usaba para podar. Y un cuchillo para cortar la soga y
añadirla.
4)
Tener un tarro con agua más o menos 4 litros . ( capacidad de
la campana dada vuelta
5)
Pedir uno la llave
para ir la baño , que estaba colgada en la puerta del dormitorio del Sacerdote
que nos cuidaba y que al momento
salieran los dos que harían el trabajo y el que pidió la llave volver enseguida
al dormitorio, y colgar la llave
6)
El que quedaba
adentro se ataba un hilo en el dedo gordo del pié y ese hilo por una ventana
apenas abierta se pasaba hasta el suelo
fuera del dormitorio y cuando los dos que estaban afuera terminaban el trabajo
, tiraban del hilo y el que estaba adentro (distinto al primero que pidió la llave ) se levantaba pedía la llave y cuando iba al baño entraban
los dos que estaban afuera
7)
El que pidió último la llave fui yo y la colgué la
llave en la puerta luego de estar un
rato encerrado en un baño. (No vaya a ser que el diablo metiera la cola ) Creo
que el que nos cuidaba no sé dio cuenta
de nada.
Ya
finalizado el trabajo sería las tres de la mañana, todo no había durado más de 25 minutos y a la mañana siguiente
esperar el resultado “del operativo
campana “Habíamos preparado todo la
tarde anterior, menos lo de la campana”
La campana
estaba en el rincón que formaban la capilla con la biblioteca. Nos imaginábamos
agarrando con rabia, como un sonámbulo autómata
tirando como de costumbre la soga
y que desde el cielo le cayeran 4 litros de agua sobre su humanidad,; quiero
aclarar que uno propuso le pusiéramos
tinta al agua, pero le dijimos si estaba loco.
Nos dimos cuenta que todo había sido un éxito, ya
que no nos despertaron con la campana,
sino que el Sacerdote que nos cuidaba, se levantó una hora antes y golpeando
las manos nos despertó,
No nos
dijeron nada durante todo el día y la campana sonó durante todo el día como
siempre, pero nuestra venganza marcó un antes y un después con sus sonidos,
Creemos que
le echaron la culpa a la división de los
medianos, no a nosotros ya que éramos hombres de más de 20 años
Los cuatro
culpables quedamos que desde
nuestro pueblo, le escribiríamos
al Padre Rector contándole que habíamos
sido nosotros los autores de esa
fechoría y que le pedíamos perdón tanto a
el como al hermano campanero.
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