viernes, 8 de noviembre de 2013

LLUVIA DE LA MADRUGADA



LLUVIA DE LA MADRUGADA
Anécdota de la Campana. Un desfachatado contando esto, Valerio Tobaldo.

Terminábamos  de cursar   el tercer año de Filosofía y ya  el día 5 de Diciembre    del año 1950, nos habían entregado el resultado de nuestras Tesis.  El día diez comenzaban las vacaciones. Ese año era llamado del filtro,  donde cada uno debía decidir voluntariamente  y según los dictados de su conciencia, si iba a seguir su carrera sacerdotal o la abandonaría , porque no sentía vocación para ella y debía comprender que el seguir adelante, sin vocación de una entrega total al Sacerdocio, era provocarle un mal a la Iglesia. En el Seminario siempre nos inculcaban que ahí se formaban seres humanos, que si sentían el llamado de Dios, siguieran adelante, pero ante cualquier duda y luego de pensarlo bien, teníamos dos caminos: el seguir si estabas seguro o retirarte si tenías dudas. Lo que habías aprendido te servía  para ser un buen Sacerdote, y sino para ser un buen ciudadano. El Rector siempre nos decía: “el peor mal de la Iglesia es que se ordene uno de cura para tener “un confortable” modus vivendi “y con el tiempo colgar la sotana, sin pensar en el mal que le hacen a los que  por vocación fueron sus compañeros durante años y a la Iglesia a la que tomaron como un patrón más,
Después de esta intrusión que se parece a los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, vamos al grano de esta anécdota.
En primer lugar háganse a la idea de que todos los que estábamos  en el Seminario no  éramos santos, Teníamos los vicios y virtudes de todos los seres humanos, que vivíamos como pupilos todo un año conviviendo en las buenas y en las malas y eso se repetía año tras año hasta terminar o retirarte .si lo creías conveniente.
Yo y otros tres habíamos  decidido que, luego de tener los resultados de  la Tesis  de Filosofía, abandonaríamos el Seminario, ya que nos dábamos cuenta que para cura no servíamos,
En las rondas de mates, de los que formábamos  la división superior , los cuatro que dejábamos  el Seminario decidimos que  teníamos  que tomarnos venganza de la CAMPANA  y del CAMPANERO .
La campana era un  sacrificio que nos había acompañado durante 8 años igual que el campanero: campana para levantarse a las seis de la mañana,  campana para ir a misa, campana para arreglar el dormitorio, campana para el desayuno, campana para los estudios, campana para las clases, campana para el almuerzo, campana para recreos, campana para la cena campana…. Campana…. Campana, campana para llamar al campanero….ya en nuestros  oídos  era peor que sentir el Bing Bang a su décima potencia., parecíamos  una majada de chivos tras la flauta de su pastor.  
El Campanero era un hermano de la misma orden religiosa. Siempre caminaba mirando el suelo, no daba bolilla a nadie y cuando se prendía de la campana se le iluminaba la  cara con un rictus de venganza
Era mallorquín y nunca le gustó Argentina. Extrañaba mucho a su Patria y a su familia, pero el voto de obediencia lo obligaba estar acá.
Preparamos el plan de venganza entre los cuatro. La campana no estaba lejos de nuestro dormitorio pegada a la capilla a unos tres metros de alto. Estaba instalada de una forma que se podía poner la parte  de abajo para arriba formando un balde y se apoyaba en una esquina de dos paredes.
Nuestro plan era un poco arriesgado, pero posible, debíamos  dar los siguientes planes
1)     comprar  un  pedazo de soga que debíamos  añadirla a la existente, pero en la parte de arriba, si poníamos  soga nueva abajo se iba a dar cuenta.
2)     Este trabajo debíamos  hacerlo a las dos o tres de la mañana para salir del dormitorio y para ir al baño teníamos que sacar la llave colgada en la puerta del dormitorio del  Sacerdote que nos cuidaba
3)     Tener preparada una escalera, No había problemas ya que el parquero tenía una que usaba para podar. Y un cuchillo para cortar la soga y añadirla.
4)     Tener un tarro con agua más o menos 4 litros. ( capacidad de la campana dada vuelta
5)      Pedir uno la llave para ir la baño , que estaba colgada en la puerta del dormitorio del Sacerdote que nos cuidaba  y que al momento salieran los dos que harían el trabajo y el que pidió la llave volver enseguida al dormitorio, y colgar la  llave
6)     El  que quedaba adentro se ataba un hilo en el dedo gordo del pié y ese hilo por una ventana apenas abierta se pasaba  hasta el suelo fuera del dormitorio y cuando los dos que estaban afuera terminaban el trabajo , tiraban del hilo y el que estaba adentro (distinto al primero que pidió  la llave ) se levantaba  pedía la llave y cuando iba al baño entraban los dos que estaban  afuera
7)     El que pidió último la llave fui yo y la colgué la llave  en la puerta luego de estar un rato encerrado en un baño. (No vaya a ser que el diablo metiera la cola ) Creo que el que  nos cuidaba no sé dio cuenta de nada.
Ya finalizado el trabajo sería las tres de la mañana, todo no había durado  más de 25 minutos y a la mañana siguiente esperar el resultado  “del operativo campana “Habíamos  preparado todo la tarde anterior, menos lo de la campana”
La campana estaba en el rincón que formaban la capilla con la biblioteca. Nos imaginábamos agarrando con rabia, como un sonámbulo autómata  tirando como de costumbre la soga  y que desde el cielo le cayeran 4 litros de agua sobre su humanidad,; quiero aclarar que uno propuso le pusiéramos  tinta al agua, pero le dijimos si estaba loco.
Nos  dimos cuenta que todo había sido un éxito, ya que no nos despertaron  con la campana, sino que el Sacerdote que nos cuidaba, se levantó una hora antes y golpeando las manos nos despertó,
No nos dijeron nada durante todo el día y la campana sonó durante todo el día como siempre, pero nuestra venganza marcó un antes y un después con sus sonidos,
Creemos que le echaron  la culpa a la división de los medianos, no a nosotros ya que éramos hombres de más de 20 años

Los cuatro culpables quedamos que desde  nuestro  pueblo, le escribiríamos al Padre Rector contándole que habíamos  sido nosotros los autores de  esa fechoría y que le pedíamos  perdón tanto a el como al hermano campanero.

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