sábado, 26 de octubre de 2013


VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas

Una de troperos

En esos tiempos no había casi camiones para transportar hacienda, así que los arreos de larga distancia se hacían por tierra, cuando la cantidad de hacienda era muy grande.
Había capataces, personas que tenían otros troperos que trabajaban para ellos cuando eran contratados.
La empresa Magnasco mandaba todos los años de Benjamín Gould a Venado Tuerto, tropas  de 1200 terneros  y novillitos; una distancia aproximada  de 100 quilómetros y para tal menester siempre ocupaba a Don Ercilio Sanchez; aunque él ya no tropeaba su hijo hacía de capataz. Don Ercilio recibía el arreo y lo entregaba en su destino final.
Durante el trayecto tenía estancias conocidas que le proporcionaba agua, y a veces los corrales. De noche, cuando no se conseguían corrales se hacían rondas para vigilar: se colocaban en una calle vecinal las dos puntas de la tropa  y en medio se hacían fogatas, y allí los troperos se ponían a “matear” (tomar mate) Hacían turnos de tres horas. Entre mate y mate, contaban anécdotas como “El Buey Corneta” “La Estancia del Dormilón” “El Rebenque de Agapito”
Todos los días, en su coche, don Ercilio, los buscaba para llevarles los víveres que necesitaban .y enterarse como iba la marcha de la tropa, ya que el era el responsable. Por su vestimenta, Don Ercilio parecía más un dueño de estancia que un capataz de tropa. Vestía de botas largas marrones, tipo “poleras” (de las que usan los jugadores de polo) bombachas blancas o negras (pantalón abombachado, típico de los gauchos) según la estación del año, camisa blanca, chaleco y campera de carpincho (cuero de chancho salvaje), una rastra de monedas de plata y una hebilla de oro con las iniciales de su nombre, sombrero grande color negro, pañuelo negro al cuello. Se producía con esa elegancia a fin de aparentar cuando iba a entregar la tropa y pagar a sus  troperos; se hacía acompañar al hotel donde almorzaba por uno de sus troperos más jovencitos, no siempre era el mismo.
Cuando llegaba al hotel, le pedía al conserje que le consiguiera una llamada telefónica a un número que él le daba, generalmente era el de su casa, para hablar con su esposa. Conseguida la comunicación, don Ercilio era llamado por el conserje y este  iba con el peoncito al teléfono.
En cierta ocasión entabló con su esposa entabló el siguiente diálogo( ella estaba en Canals y el en Venado Tuerto a 100 Km. )
_ ¡Hola! ¡Buenos  días Vieja!
_ ¿Quién  habla que no se entiende?_ preguntó la mujer
_ ¡Hola! Soy yo, Ercilio
_ Ah,  si,  Ercilio ¿que te pasa?
_ Vieja, te vas a la casa de este muchacho…
_ ¿De que muchacho  me estás hablando? _  Le preguntó la mujer confundida.
_ De este muchacho que está al lado mío _ Le respondió don Ercilio algo molesto
_ ¿Quién es ese muchacho?_ Le volvió a preguntar la mujer. 
_ ¡Este muchacho que  está al lado mío! ¿Acaso no lo ves? _ Exclamó ya algo más molesto.
_ ¡Ercilio,   aclárame quién es! _ Dijo la mujer en tono más imperativo
_ ¡Mujer! ¡Cuantas veces querés  que te lo  diga!¡Este muchacho que está al lado mío!
La mujer, por lo visto,  ya muy enojada, le volvió a preguntar quién era ese muchacho. Pero, dada la reacción de don Ercilio, parece que la mujer colgó el teléfono. El hombre se puso nervioso y colgó el teléfono diciendo, para que todos los allí presentes, lo oyeran:
¡MUJER DE MIERDA CUANDO VA A APRENDER A HABLAR POR TELEFONO!

 Y como si nada hubiera  pasado se sentó con el peoncito en una mesa para almorzar.

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