VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas
Una
de troperos
En esos tiempos no había casi camiones para
transportar hacienda, así que los arreos de larga distancia se hacían por tierra,
cuando la cantidad de hacienda era muy grande.
Había capataces, personas que tenían otros troperos
que trabajaban para ellos cuando eran contratados.
La empresa Magnasco mandaba todos los años de
Benjamín Gould a Venado Tuerto, tropas
de 1200 terneros y novillitos; una
distancia aproximada de 100 quilómetros
y para tal menester siempre ocupaba a Don Ercilio Sanchez; aunque él ya no
tropeaba su hijo hacía de capataz. Don Ercilio recibía el arreo y lo entregaba
en su destino final.
Durante el trayecto tenía estancias conocidas que le
proporcionaba agua, y a veces los corrales. De noche, cuando no se conseguían
corrales se hacían rondas para vigilar: se colocaban en una calle vecinal las
dos puntas de la tropa y en medio se
hacían fogatas, y allí los troperos se ponían a “matear” (tomar mate) Hacían
turnos de tres horas. Entre mate y mate, contaban anécdotas como “El Buey
Corneta” “La Estancia
del Dormilón” “El Rebenque de Agapito”
Todos los días, en su coche, don Ercilio, los buscaba
para llevarles los víveres que necesitaban .y enterarse como iba la marcha de
la tropa, ya que el era el responsable. Por su vestimenta, Don Ercilio parecía
más un dueño de estancia que un capataz de tropa. Vestía de botas largas
marrones, tipo “poleras” (de las que usan los jugadores de polo) bombachas
blancas o negras (pantalón abombachado, típico de los gauchos) según la
estación del año, camisa blanca, chaleco y campera de carpincho (cuero de
chancho salvaje), una rastra de monedas de plata y una hebilla de oro con las
iniciales de su nombre, sombrero grande color negro, pañuelo negro al cuello.
Se producía con esa elegancia a fin de aparentar cuando iba a entregar la tropa
y pagar a sus troperos; se hacía
acompañar al hotel donde almorzaba por uno de sus troperos más jovencitos, no
siempre era el mismo.
Cuando llegaba al hotel, le pedía al conserje que le
consiguiera una llamada telefónica a un número que él le daba, generalmente era
el de su casa, para hablar con su esposa. Conseguida la comunicación, don
Ercilio era llamado por el conserje y este iba con el peoncito al teléfono.
En cierta ocasión entabló con su esposa entabló el
siguiente diálogo( ella estaba en Canals y el en Venado Tuerto a 100 Km . )
_ ¡Hola!
¡Buenos días Vieja!
_ ¿Quién habla que no se entiende?_ preguntó la mujer
_ ¡Hola!
Soy yo, Ercilio
_ Ah,
si, Ercilio ¿que te pasa?
_ Vieja,
te vas a la casa de este muchacho…
_ ¿De
que muchacho me estás hablando? _ Le
preguntó la mujer confundida.
_ De este
muchacho que está al lado mío _ Le respondió don Ercilio algo molesto
_ ¿Quién
es ese muchacho?_ Le volvió
a preguntar la mujer.
_ ¡Este
muchacho que está al lado mío! ¿Acaso no
lo ves? _ Exclamó ya algo más
molesto.
_ ¡Ercilio,
aclárame quién es! _ Dijo la mujer en tono más imperativo
_
¡Mujer! ¡Cuantas veces querés que te lo diga!¡Este muchacho que está al lado mío!
La mujer, por lo visto, ya muy enojada, le volvió a preguntar quién
era ese muchacho. Pero, dada la reacción de don Ercilio, parece que la mujer
colgó el teléfono. El hombre se puso nervioso y colgó el teléfono diciendo,
para que todos los allí presentes, lo oyeran:
¡MUJER DE MIERDA CUANDO VA A APRENDER A HABLAR POR
TELEFONO!
Y como si nada
hubiera pasado se sentó con el peoncito
en una mesa para almorzar.
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