COMO LA INMIGRACIÓN ITALIANA
INFLUENCIÓ EN LOS USOS Y COSTUMBRES Y FOMENTÓ LA CREACIÓN DE LA
“CULTURA ITALO-ARGENTINA”
Por Valerio Tobaldo
No se equivocaron aquellos que
denominaron a la Argentina
como “la segunda Patria de los Italianos. Entre 1880 y 1930 más de 4.000.000 de
Italianos emigraron hacía Argentina. ´La inmigración se detuvo hace 50 años.
Según Dante Ruscica, encargado de prensa de la Embajada Italiana
en Argentina, en la actualidad hay 1.000.000 de italianos en el país. Además
aseguró que viven más de 16.000.000 de personas con sangre Italiana y que hay 500,000 ciudadanos con doble
nacionalidad
El cambio que provocó la
inmigración italiana en la vida
cotidiana argentina es tan grande como inabarcable: las pastas y las pizzas,
las reuniones familiares de los domingos, los gestos al hablar, la vestimenta,
los modos de relacionarse con los otros
, el estilo de vida y hasta la manera de trabajar.
Las costumbres italianas en
Argentina funcionaron, en un comienzo, como el marco cultural que suavizó el
dolor del desarraigo, creando las condiciones de “Italia en el Plata “. Con los
años, los hijos de aquellos inmigrantes italianos desarrollaron su propia cultura,
reaccionando muchas veces contra las
normas de los padres pero portando inconscientemente las marcas del proceso
inmigratorio; marcas que perduran, y son de alguna manera el andamiaje actual
de nuestra vida cotidiana.
Cuando los italianos llegaron al
país trajeron consigo todo su bagaje cultural, sus costumbres y sus oficios, y
al pisar el suelo argentino transformaron sutilmente el estilo de vida de sus habitantes.
Las dos terceras partes de los italianos que llegaron habían trabajado en
Europa en tareas rurales, pero al llegar aquí, una apreciable mayoría se dedicó
especialmente a la industria y al comercio
No hubo ramo comercial en el que
no se advirtiera la presencia italiana. Muestra de ello: “El Café Tortoni” el “Café de París” la “Confitería el Molino”, prestigiosos restaurantes como “La Sonámbula ” o “La Emiliana ” casas de música,
bazares que exhibían finos objetos de
importación , elegantes sastrerías para hombres, zapaterías, inmensas
tiendas, relojerías ,fondas, cantinas, boliches; así como vendedores ambulantes
de pescado , frutas y diarios .
La influencia de la inmigración
italiana fue determinante en la formación de la cultura ítalo – argentina. Si
bien lo normal hubiera sido que los inmigrantes se adaptaran a la cultura existente,
el proceso, en este caso, fue inverso o
más bien reciproco.
Los italianismos se difundieron rápidamente,
lo que enriqueció el vocabulario lunfardo.
Por ejemplo, la palabra “mufa” que se
usa para designar la mala suerte deriva de
“mufa” que significa moho, “pibe” proviene de “pive” , que en xeneixe (
lengua de Génova ) significa aprendiz.
Así muchas palabras de origen
italiano fueron adoptadas por los argentinos y hasta incursionaron en el
tango: “La Comparsita ”
es el caso más relevante: el título deriva como diminutivo de “comparsa”, que significa actor
secundario,
También los italianos incorporaron
a la vida diaria argentina su gesticulación. Muchos gestos, exactamente codificados,
redondeaban el sentido, completan una frase o un matiz de significación: se frunce el mentón para
significar desconocimiento o para sugerir dudas; se cierran lentamente los ojos
para certificar un estado de cosas; o se elevaban el índice y el meñique en señal de cuernos para
identificar al varón engañado.
Pero hay más, a pesar del dominio parisino en la moda
femenina mundial, la mujer argentina se viste como la italiana. Frente a la
austeridad unisex de las nórdicas, frente a la heterogeneidad de las
norteamericanas o la elegancia distante de las francesas, las italianas elegían
cuidadosamente sus vestidos, acentuaban
sus figuras y se prestaban entusiastas al juego de la seducción.
Las mujeres italianas han
mantenido siempre, incluso en los casos de mayor estrechez económica un gran
cuidado hacía la vestimenta y un estilo muy personal. Las mujeres argentinas,
en cierto modo, lo heredaron. Tanto para la italiana como para la argentina la
ropa es un signo de distinción.
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