VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas
Una
anécdota que me contó mi suegro
Don
Rivero y su peculiar manera de gestionar su negocio
Mi suegro hacía varios años que tenía una carnicería
en “La Lola ”, una colonia entre
Canals y Pueblo Italiano en la provincia de Córdoba.
Había en los alrededores varias estancias y campos y
uno de ellos era el del Señor Rivero. Este Señor, tenía una particularidad: el
compraba o vendía todo al contado, no trabajaba con ningún banco y todo el
dinero lo guardaba en su casa, donde, ya viudo vivía con un hijo y tres hijas.
Todos lo conocían por “Rivero el Rico”
Mi suegro le compraba a menudo novillos para su
carnicería y ya de antemano fijaban el precio .por novillo; el precio en
aquella época era $ 5.00.
En una ocasión le fue a comprar, avisándole el día y
la hora.
Cuando llegó al campo, ya estaban todos los novillos
encerrados, y dos peones preparados para sacar los novillos que mi suegro
eligiera. Don Rivero se paró en la tranquera donde debían pasar los novillos
seleccionados. El método a seguir era: cada novillo que pasaba y el comprador
le entregaba los cinco pesos, de manera tal que por cada novillo seleccionado
por mi suegro, don Rivero recibía los
cinco pesos. Una vez terminado el dinero del comprador ya no había más novillos.
Mi suegro algo extrañado por la metodología de la
venta, cuando tuvo la oportunidad se lo manifestó, a lo que don Rivero le
respondió con total naturalidad “Amigo
mío, las cuentas claras conservan la amistad”
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