miércoles, 30 de octubre de 2013

LA CULPA LA TIENE EL TREN


VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas
La culpa la tiene el tren
En las “materas” (lugar donde el personal de las  estancias se reúne a tomar mate) es un lugar privilegiado para escuchar  todo tipo de anécdotas, no solo del personal estable, sino también de esos hombres que llegan a la estancia a caballo, en   busca de una changa; se distinguen por su manera de vestir, el estado de sus caballos  y lugares donde dicen que han trabajado: algunos traen hasta una especie de certificado de buena conducta, otorgado, por sus anteriores patrones. Generalmente no buscaban un  lugar permanente para trabajar sino changas, tipo: yerras, vacunadas, baños o cualquier otro trabajo transitorio, sus caballos son su herramienta de trabajo. . Eso hace que su jornal (salario)  sea mayor.
Son  trotamundos y muchas veces les toca dormir usando su recado como cama  y a la luz de las estrellas .Por lo general son todos provincianos, especialmente del norte, y que emigraban por falta de trabajo. Son hombres muy de a caballo y saben trabajar  especialmente en las yerras a mano donde entre dos hombres deben voltear un ternero o un novillito; se distinguen, además, por la destreza en el uso del lazo.     
Otra cosa muy distinta son los llamados “ CROTOS  “ quienes andan con su “mono” (atillo compuesto de  ropa y `pilchas para dormir, transportado  al hombro)   y en la mano una chuza con forma de gancho en la parte de arriba que les sirve para colgar sobre el fuego los tarros que usan como ollas  y la parte e abajo  para  clavarla sobre el fuego o para matar bichos, peludos, mulita y no buscaban  trabajo sino comida y lugar para dormir.. Si se les ofrece trabajo  “le saltaban como sapo a la guadaña” o “como querer  hacerle comer cebolla al perro”; Se van enseguida. .
Estos personajes, ya creo que en extinción, eran  habitué y casi todos los meses hacían el mismo circuito de estancias; ya que tenían  una ruta determinada que la recorrían campo a través.  A. estas personas, no se le negaba  la comida, pero no en el comedor de los peones, sino que se los  alojaba  en un galponcito lejos del casco y la casa del personal llamado “ la crotera “ (alojamiento para crotos)
Eran tan  habitué que, ellos mismos muchas veces se llamaban por sus distintos  sobrenombres : El “croto Coronel” ( llevaba pegado a su ropa muchas tapitas de cerveza y decía ser coronel del ejercito ) el “croto santo” ( repartía   estampitas que les daban los curas en los pueblos) el croto “rico” ( andaba  buscando una estancia para comprar, pero no encontraba ninguna con mirador para ver si venían los indios ) , el “croto aviador” ( siempre pasaba por arriba de los alambrados, nunca habría una  tranqueras, porque decía que no había una pista de aterrizaje) El “croto enamorado” ( siempre preguntaba si no habían  visto pasar una rubia de ojos celestes y e vestido  blanco) El “croto malo”  (nunca conforme con nada y odiaba a los ricos ) Sobre este último, yo tengo una anécdota que me contó él mismo. En ese entonces, yo era Mayordomo de un Campo que la ruta nº 8  lo cortaba  por el medio. Un día venía a caballo y me pareció sentir la voz de un hombre que vocifera bastante fuerte y al  acercarme reconocí al CROTO MALO  sentado sobre el mono, insultaba  a todos  los coches  que pasaban por la ruta. Me acerqué, lo saludé y le pregunté que le pasaba,   mirándome  con cara de irritación y rabia y amenazando con la chuza a los coches de la  ruta   me contestó
_Como no voy a estar enojado viendo a tantos ricos pasar con esos  coches último modelo  y pensar que los compran chupándonos  la sangre a nosotros los pobres y sacrificados obreros, pero un día me la van a pagar., cuando herede la estancia y las fábricas  de mi padre , .a todos esos los voy a tener trabajando como esclavos.
Había que  entenderlos, la soledad los trastornaba.
Pero volviendo a esos que buscaban trabajo, llegó un día montado  en un lindo caballo criollo color canela, un recado muy prolijo  y de tiro un tobiano que hacía de carguero (caballo que lleva los ponchos y demás pertenencias del hombre y hasta se veía un poncho encerado, prenda que cubre al hombre y al caballo en caso e lluvia). Lo recibió el Capataz  preguntándole que andaba   buscando y el sin rodeo le respondió: trabajo
Como era la hora del almuerzo, el Capataz lo invitó que desensillara, le mostró el lugar donde podía poner sus pilchas  y le dijo que soltara los caballos en un  lote donde estaban todos los de la estancia y que con respecto al trabajo hablaría en el escritorio para ver si había que buscar personal adicional, ya que al día siguiente se comenzaba con los baños de hacienda; el Capataz  le pidió a un peón  que lo acompañara al comedor.
A la  tarde fue el capataz  al escritorio a recibir las órdenes,  y me cuenta de ese hombre a caballo que había  llegado y que a simple vista parecía buena persona. Le manifesté  que  un hombre más nos vendría bien  para los baños y que  si le parecía lo contratara; cosa que hizo el Capataz. Luego lo acompañó  al escritorio, donde le tomé los datos personales y número de libreta de enrolamiento.,
Se  llamaba Rubén  Garay, tenía 35 años y había llegado a la zona hacía un año, donde había trabajado ya en varias estancias. Había nacido en un pueblecito de Santiago del Estero, pero no recuerdo el nombre,
Una noche, en la matera, nos contó muchas cosas  de su vida, de sus andanzas, de los buenos y de los malos momentos que había pasado en su vida , pero esa era la vida que le gustaba: andar y andar los caminos, conocer gente y que no le faltara de comer a él y a sus caballos.  Sobre  su familia  nos contó que eran doce hermanos y que en su pueblito había  familias con muchos hijos, y viendo nuestras caras de asombro y de incredulidad nos dijo: _Tengan la plena seguridad que no miento, lo que digo es la verdad, son varias las familias que tienen muchos hijos.
Como no decíamos nada, hizo un  silencio y agregó_ Les voy  a explicar el motivo de tantos hijos.
_Mi pueblo es muy chico y las vías el tren lo divide en dos. Desde hace muchos años  pasa un tren carguero  a las 5.30 de la mañana, como pueden imaginar,  despierta a todo el mundo _ Y volvió a guardar silencio, hasta que un criollo viejo, perdiendo ya la paciencia le preguntó: 
_ ¿Qué tiene  que ver el tren con los chicos?  
 Con cara de picardía y con voz cansina le respondió

_Mire usted, una vez despierto, las 5.30 de la mañana es demasiado tarde para volverse a dormir y muy temprano para levantarse. Ya despiertos y en la cama en algo deben ocupar el tiempo; por eso es que “TODA LA CULPA LA TIENE EL TREN” ¿Entendió amigo?

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