jueves, 24 de octubre de 2013

Otra de censos - Esto que voy a contar me sucedió a mí



VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas

Otra de censos -  Esto que  voy a contar me sucedió a mí

Estaba yo de Mayordomo en el “Campo Benjamín Gould”  y me pidieron que  censara  a  los empleados del establecimiento: tamberos, puesteros, peones, así como a otras personas  de los alrededores; entre ellas a la familia de un peón, que vivía en un puesto muy humilde, que le había prestado un amigo de su patrón,  para que trajera su familia; allí siempre habían vivido hombres solos.
Llegamos  el día del censo y nos recibió el dueño de casa, quién se presentó como Donaciano Domínguez. Un hombre de unos 50 años; en ese momento estaba cortando yuyos alrededor del puesto
Le  expliqué  a lo que íbamos, y nos hizo pasar muy amablemente. Todo era muy humilde, y a decir verdad, bastante sucio. Mandó a los chicos afuera y de una pieza apareció una mujer muy joven, pensé que se trataría de algún familiar, pero el nos la presentó como su  señora.
Le pregunté  como se formaba su  familia y me contestó que tenía la señora y cuatro hijos.  Para responder a los datos que le pedía noté  que consultaba un cuaderno. Aquello me pareció muy raro, entonces le pedí los documentos. Otra cosa que me llamó la atención fue la gran diferencia de edad que  ha simple vista se notaba entre él y su esposa,
Al pedirle nuevamente los documentos, me contestó que ninguno de sus hijos habían sido anotados, su esposa tampoco. A pesar de ello, lo mismo los censé. El tenía 50  años, su esposa 22  y sus hijos, 6, 4, 3 y 1 año y la mujer estaba embarazada. Terminado el Censo le pregunté si el me autorizaba a regularizar a su familia, le aclaré que yo me ocuparía de hacer  todos los trámites. De está manera, le dije
_ Ustedes no pueden seguir viviendo como si no existieran. 
Me lo agradeció y me manifestó que en alguna ocasión lo quiso hacer, pero había  tenía miedo.
Nos despedimos y en el camino, comentando  con mi compañero la situación, no pudiendo creer que en esos tiempos sucedieran ese tipo de cosas.
Al día siguiente fui a Canals a hablar con el Jefe del Registro Civil, quién me contestó que en ese momento estaba  viajando a Córdoba, pero que ese asunto era solucionable y a su regreso lo hablaríamos.
Así fue que a  su regreso me explicó todo los trámites a efectuar:
En primer lugar tendríamos que anotar a la mujer con la fecha  de nacimiento que ella tenía, luego anotar a sus hijos como naturales, después casar a la pareja y finalmente, que el reconociera a los hijos como propios.
Hablé de nuevo con el Sr. Domínguez para trasmitirle el proceso, quién aceptó todo de buen grado. A continuación le pregunté si él y su esposa no se casarían por Iglesia y bautizarían a sus hijos. (Esto  yo ya lo había hablado con el cura de Canals, que era  muy amigo mío, quién me dijo que no había ninguna dificultad y que los casaría y los bautizaría a todos  en la casa ) Ella era nacida en Canals y en los libros de la Parroquia de Canals  no figuraba como bautizada. Sus padres habían muerto y un hermano, que pudimos localizar, nos comentó que ella se juntó con Domínguez  cuando tenía  15 años y estaba embarazada
Lo único que tenía  que hacer Don Domínguez era buscar algunos amigos como padrinos,  le  dije  que no importaba si dos chicos tuvieran los mismos padrinos.
Resumiendo, on el Cura, el Jefe del Registro  Civil y el Sr Domínguez quedamos que todo se realizaría  el domingo 17 de julio a las 5 de la tarde en la Casa del señor  Domínguez.
Llegó el día, previa indicación al cura y al jefe del registro civil como llegar, se efectuaron todas las ceremonias
Cuando me encontré algunos días después con el cura me comentó que aquel acontecimiento le había parecido una pequeña Misión de  Campaña y luego, el Jefe del Registro Civil me dijo que sería un recuerdo para toda su vida.
Quiero aclarar que esto no pasó en el impenetrable del Chaco, sino en pleno corazón de  la Provincia de  Córdoba. Ahora yo me pregunto ¿cuantos Domínguez habrá en nuestro gran país?
Tantos años vividos entre esa  gente humilde, trabajando a pesar de  las inclemencias del tiempo,  la lluvia que les empapaba sus espaldas  y el sol implacable en los corrales llenos de barro, sobre tractores sin cabinas para guarecerse, desde donde diariamente veían cada mañana salir el sol,  y atardeceres desapareciendo en el horizonte; o viviendo en casillas en el medio del campo,  sin ningún tipo de calefacción. Hoy a tantos años de mi vida entre esa gente , que muchas veces no se  sé sentían acompañados ni  en  las buena y en las malas, sino simplemente ignorados, tengo grabados en mi mente tantos de esos momentos , que agradezco  a Dios, el poder haber sido el vínculo en grados superiores en el ámbito laboral, sin importarme esa circunstancia y poder acompañarlos, comprenderlos y tratarlos con el mismo  cariño  que heredé  de la teta de mi madre  y la humildad del hogar donde había nacido, Fueron para mi siempre considerados hermanos , no simples personas que el destino había puesto  un grado más bajo del escalón de mi vida . Si las circunstancias me obligaban a tomar alguna decisión ingrata, lo hacía con toda serenidad y de manera que comprendieran su error, recalcando sobretodo  sus virtudes.

Siempre tuve presente que los seres humanos podemos resultar buenos para unos y  malos para otros, y mientras no demuestre sus malas intenciones el trato humanitario le hace comprender su error.

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