miércoles, 18 de diciembre de 2013

MITOLOGIA DE PUÑALES

 serie: CUENTOS “MITOLOGIA DE PUÑALES” recopilado Para la RED por nuestro blogger Valerio Tobaldo

MITOLOGIA DE PUÑALES, por José Carlos Depetris

La afirmación del coraje varonil mediante lances de honor fué un elemento importante y particular en la cultura del hombre rioplatense. La práctica del duelo con arma blanca como culto al coraje o como único recurso para lavar una afrenta,queda planteada desde la llegada misma del Europeo. Y aparecerá, intimamente asociada a las primeras menciones al gaucho -como tipo social- desde la epoca de la colonia. Quizá el antecedente mas lejano en tiempo y espacio , pero mas próximo a nuestra cultura, sea la singular forma de combate de los italianos del sur o de los andaluces peninsulares: manta en un brazo y navaja en el otro.
En el proceso criminal seguido en Buenos Aires al "gauderio" Juancho Barranco en el año 1759, (primigenio guapo dieciochesco) consta como entró a la pelea: a los gritos de "háganse a un lado"; con un sable en la mano, un puñal en la otra y el poncho envuelto en el brazo. En la época que aludimos, las muertes que resultan de las peleas en las pulperias dan lugar a la sanción de numerosos bandos prohibiendo llevar armas. Uno del año 1753, pena con docientos azotes al portador de cuchillo. Juan Manuel de Rozas, ochenta años mas tarde usaba la misma pena para igual "delito" entre sus peones .Atosigadas de autoritarismo , las huestes criollas hubieron de sufrir el represivo "Codigo rural" pergeñado por la oligarquia vacuna hasta entrado el siglo XX. Claro que no solamente entre hombres vindicaba el acero.
Una curiosa causa judicial del siglo XVIII obrante en el archivo historico de la prov. de Buenos Aires, muestra la conducta de un despechado amante campero. La denunciante -agredida en su femeneidad y honor- expone ante autoridad competente la mutilacíon de su cuidada trenza, ceñido su extremo por un delicado nudito de cinta , y cerdeada a cuchillo por el gaucho Lujanero. La rubiona prueba del delito -para la posteridad- consta prolijamente acomodada entre los amarillentos folios de la causa.
Desde aquellos expedientes de trabajosa letra podemos rastrear algunas expresiones camperas ya usadas en la época para referirse a los hechos con arma blanca : "Grande dañino" o "cuchillero y peliador"; "mozo perdido"; "pasiandero" (por vagabundo).La primera mención a la voz "facón" es de 1790. De hecho,en nuestra literatura nacional -y en especial la gauchesca- el duelo criollo o los hechos con arma blanca ocupan un lugar destacado.
De a cientos campean las circunstancias que los provocan.Y se evidencian las normas no escritas pero tácitas e implicitas que los regulan en los diferentes escenarios en que se desarrollan.Ya sea en la ciudad, en sus orilleros arrabales o en la campaña.En las dilatadas extensiones fronterizas al indio, primero o en los tardíamente incorporados "Territorios Nacionales",después del 1880. No obstante lo disimil,todas siguen un común patrón: tienen que ver con el mas profundo honor individual, con la imagen social encorsetada casi siempre en la marginalidad y con el hondo prestigio social de "hombre capaz".
El duelo criollo dentro de este contexto, podía ser espontáneo o convenido de antemano. Podían -entre sus causas- campear el alcohol, viejos resentimientos o una palabra de mas.Cuando no, una "china querendona" o una copla intencionada  y surgen así, las variantes:
·         A muerte, si la afrenta a lavar lo hiciera exigible o si el simple acaloramiento de los hechos enturbiara la razón.
·         A "primera sangre" ,si sólo se buscara desprestigiar al adversario.
A veces, lo que se trataba era "marcar" el rostro del oponente conllevando en si mismo -el hachazo heridor- una carga de predominio sobre el contrario.De fuerte valor simbólico en aquella sociedad pastoril donde la "hierra" al ganado vacuno o caballar otorgaba derecho o propiedad sobre el mismo.
Y los había, claro está, duelos de "puro floreo". Por juego o de diversión. Y también de práctica. En estos casos se usaba un palito o simplemente el dedo índice tiznado o engrasado sustituyendo el arma. La técnica de lucha -la esgrima criolla- , se basaba en las habilidades de "visteador", fuera ésta adquirida o innata: vista y reflejos rápidos, un buen acopio de mañas y un gran dominio de las emociones.
Recuerdo vagamente haber presenciado una amistosa "visteada" en el patio de la "canchita de los malandras", siendo muy chico.En aquella Santa Rosa todavía campechana de principios de los 60', que marcó gran parte de mi infancia. Frecuentaban el popular frontón , (tambien despacho de bebidas y encubierto reñidero) los ultimos carreros de la zona y cocheros de la ciudad ; mañosos galleros; viejos milongeros criollos y la muchachada pobre del barrio "del salitral" con veleidades de pelotaris.
Aquellos contrincantes -paisanos maduros ya y del tipo de los que hoy no se ven-, dejaron sentada su condición de esgrimistas entre los presentes. Fue una prolongada demostración de finteos, amagues y topadas; de replieges y giros buscando "entrar". Bien afirmadas sus piernas, el torso algo quebrado y adelantado, llevando al otro hacia las imperfecciones del terreno, a los obstáculos.
Claro que muy distintas por sus resultados y mucho mas impresionantes deben haber sido aquellas tenidas bravas,las verdaderas. Hudson las pinta impecablemente:
"...el floreo del facón implicaba todo un arte impresionante cuando los rivales se enfrentaban y sus armas,reflejando el sol,parecían dos ruedas resplandecientes,dos espejos giratorios.."
Los puntazos y hachazos se atajaban -o desviaban- con el propio cuchillo o con el poncho que envolvía el brazo opuesto,en continuo movimiento cubriendo algo separado, el torso y cintura. Son numerosos los episodios donde el paisano no queriendo "desgraciarse" da por terminada la contienda con un planazo oportuno y bien aplicado "entre las aspas" evitando así el inutil derramamiento de sangre. Cuando el adversario era despreciable por alguna condición moral o simplemente considerado poca cosa, se apelaba al uso de otras armas: el rebenque, el arriador, el cabestro o el mismo poncho. Sabido usar con fuerza y baquía,"la manteada" -que así se llamaba esta técnica- podia llegar a ser soberana.
Hay episodios que resultan reveladores. Eduardo Gutierrez narra dos de estas características:
..."Pacheco repitió los ponchazos con encarnizamiento."El Cinchador" a cada golpe vacilaba y extendía los brazos para no caer. Dos ponchazos mas y hubiera emprendido la fuga. Pacheco así lo comprendió, dejó de castigarlo diciendo: "no lo corro amigo porque no quiero avergonzarlo mas..."
En cuanto al uso del rebenque,dice el mismo autor de uno de sus héroes, el famoso gaucho bonaerense apodado "el Tigre del Quequén":
..."se apoderó del rebenque que estaba sobre el mostrador y diez segundos después Rosendo rodaba por el suelo perdiendo daga y prestigio bajo la mas espantosa lluvia de rebencazos que se haya dado jamás"...
Pero el arma por excelencia del gaucho -o del paisano criollo- para dirimir sus cuestiones fue el cuchillo. Los había de diferentes nombres que aludian a sus formas y tamaños: puñal, facón, daga o el mas práctico y doméstico "verijero" que toma su nombre del lugar donde se porta entre la faja y el cinturon.  Aquellos, de dimensiones mas considerables se usaban cruzados a la cintura por atrás.Todos,se llevan en una vaina de cuero o si el portador fuera "de posibles", enchapada en oro y plata. Eso si, colocado el filo de manera que al sacar el arma en un apuro y en el amplio semicirculo que traza el brazo armado -como sentenciaba el hernandiano viejo Vizcacha- .."salga cortando"....
En el recado se llevaba "el caronero" ,confeccionado casi siempre con una hoja de sable. Iba colocado entre el basto y la carona, con el mango hacia adelante, siempre del lado de montar.  El arma de fuego nunca tuvo aceptación masiva entre el paisanaje.Cuando la porfía había sido entre arma de fuego y cuchillo a corta distancia, generalmente había triunfado el último. Sólo un buen tirador puede acertar a un blanco que avanza zigzagueante, moviendo el cuerpo.Y si así fuera, aún herido mortalmente, puede "acomodar" una puñalada en su envión.
Felix San Martín, relata un hecho sucedido en 1898 en las inmediaciones del incipiente caserío de Santa Rosa, entonces, "de Toay".
PALABRAS DEL CACIQUE CATRIEL

Pero hay un demonio que puede en lo malo, más que Dios en lo bueno, y éste que su ocupación es hacer daño, tentó a los cristianos de allá para que se desgranasen llenos de codicia a quitarnos las mejores tierras, las mejores aguadas que nacen de las entrañas de las sierras corriendo por  zanjones que Dios ha hecho para que lleguen al destino que les dio.
¿Cuántas maldades no han sufrido los indios con sus hijos cautivos, en sus padres, abuelos y hermanos asesinados, en sus haciendas usurpadas?

"Discurso pronunciado por (el cacique) Catriel el 27 de febrero de 1859, contestando los artículos del tratado que conduje firmado ya por el Gral. en Jefe del Ejército del Sud"
CARTA DE TORO SENTADO AL PRESIDENTE NORTEAMERICANO

Tenéis que enseñar a vuestros hijos que el suelo que está bajo vuestros pies tiene las cenizas de nuestros antepasados. Para que respeten la Tierra, contadles que la Tierra contiene las almas de nuestros antepasados. Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros enseñamos a los nuestros: que la Tierra es nuestra madre. (Año 1855)


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