jueves, 19 de diciembre de 2013

EL PUEBLO MAPUCHE Y SU RELACIÓN CON EL AGUA

 

Serie: SOCIEDAD “El pueblo mapuche y su relación con el agua” recopilado para la RED por nuestro blogger Valerio Tobaldo.

El pueblo mapuche y su relación con el agua

Se sabe de niñas que han muerto ahogadas por escuchar sonidos y voces maravillosas llamándolas desde el fondo de las aguas. El mito del Sumpall cuenta de un ser que habita las aguas de los lagos y se lleva a las niñas, más proclives a ahogarse. A veces las niñas vuelven, como almas en pena, cargadas de frutos marinos y pescados, a consolar a sus padres y pedirles que no lloren. El Sumpall vive en Sumpallhue, situado en el fondo de ríos y lagunas. Decían del Sumpall que era una persona correcta, que cuando se llevaba a una niña cumplía con el protocolo mapuche para el matrimonio y que pagaría por la niña raptada. Por eso se consideraba la primera pesca abundante como paga, tras de lo cual no se hablaba más del asunto. De las niñas ahogadas se decía que se convertían en aves; a veces en una huala, que no vuela bien pero si es excelente nadadora; esto porque el Sumpall todavía la retiene. Hay decenas de relatos y leyendas entorno a los ríos, costas, lagos y lagunas donde interviene el Sumpall. Con el gusto del pueblo mapuche por el agua y la natación no deben haber sido pocos los ahogados.
La retribución que debe hacer el Sumpall está muy arraigada en la cultura mapuche como una ley natural; todo lo que se quita debe ser repuesto; por eso hay muchos ritos en los que se hacen ofrendas y regalos antes de cosechar o quitar. Como por ejemplo las ofrendas que se hacen al mar, poniendo ollas de comida en hilera, sobre la arena; el mar se las lleva, pero debe devolverlo todo con peces abundantes; a veces no es la ola quien trae las retribuciones sino una sirena, una niña que sale del agua con un canasto de peces y mariscos. Igual ceremonia se hace para los funerales, pues todo el mundo trae mucho alimento que se va colocando en hilera desde el muerto; luego todo el mundo come, a veces por varios días.
Las niñas van a bañarse todos los días; se lavan el pelo con quillay, que desengrasa y odoriza. Huellelhue se le dice a los lugares aptos para nadar; Hueyeln es nadar, y hueyelfe es nadador. La relación de los mapuches con el agua es destacada por muchos testigos; se lavan todos los días, en contraste con el español, que en esa época apestaba; se les enseña a los niños desde muy pequeños a nadar y a cruzar ríos, con lo cual se forman muy buenos buzos. El culto a la limpieza se extiende a la casa, que se barre un par de veces al día. Son casi todos los mapuches unos grandes nadadores. Hay documentos que señalan que los niños recién nacidos eran llevados a bañarse al río casi inmediatamente después de nacidos.
Muchos escritos testimonian de los grandes caudales de ríos que hoy son arroyos, o ya no son navegables. También podemos encontrar información acerca de las canoas y de las embarcaciones en general del pueblo araucano, que se iban sofisticando más a medida que se avanza hacia el Sur, pues la navegación por mar hace necesarias embarcaciones mejor construidas. Y sin embargo quedan muy pocos restos arqueológicos o testimonios de la intensa vida fluvial del pueblo araucano; lo poco que se sabe es que eran grandes amigos del agua, que eran excelentes nadadores y que manejaban con mucha pericia sus barcos primitivos (que sin embargo eran tales que podían contener a treinta hombres o cuatro animales vacunos).
La manera en que se construían las canoas está recogida en las crónicas: elegían un árbol grande de tronco grueso de los que abunda en el sur (probablemente caído) y lo van royendo por medio de brasas y conchas. Cavaban el corazón del árbol usando brasas y raspado con conchas, un trabajo largo pero que daba muy buenos resultados. La canoa, wampo o huampo, era también el ataúd de muchos mapuches; la palabra significaba ambas cosas.
Su gran relación con el agua se ha perdido en la historia quizás por el mismo hecho de que el pueblo mapuche cambió radicalmente su estilo de vida, pasando de ser gentes de agua (mares, ríos y lagos) a gentes de ganado con la llegada de los españoles y los nuevos animales de rebaño. No es la imagen que se tiene de los mapuches: viviendo a orillas de los ríos y navegandolos muy frecuentemente. La imagen desvirtuada se explica una vez más por su transformación y adaptación al nuevo medio que trajeron los conquistadores: el caballo.


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