sábado, 28 de septiembre de 2013
























LOS INMIGRANTES Y SUS DESCENDIENTES
“MI TESTIMONIO”
Marta Pastori de Ginestet - Nacida en Rosario- Santa Fe
El 11 de Junio de 1930

Como hija de Inmigrantes italianos, voy a escribir de todo aquello que aprendí de mi nono, mis padres y de aquellos inmigrantes con los que desde mi infancia compartí parte de sus vidas.
Era muy chica, apenas tendría  7 años, la casa de mis padres fue albergue de muchos Inmigrantes que vinieron a la Argentina de cualquier parte del Norte de Italia, pero sobretodo del Piamonte, la Lombardìa  y del Veneto.
El primero en venir a la Argentina, fue mi nono Roberti, lo hizo con una familia Argentina, que vivía en Milán y tenían tierras en Argentina, en San Luís. Mi nono sabía mucho de parquizaciòn y forestación. Por medio del Consulado Italiano en Milán, vino a trabajar con ellos.
El  nono era viudo, solo tenía una hija de apenas 14 años, Su esposa, mi abuela materna, Lucia Andreis y sus otras cinco hijas, murieron durante una epidemia de tifus. Antes de venir a la  Argentina tuvo que ubicar a Julia, la única hija que le quedaba, y que luego sería mi madre.
Por medio del consulado en Milán tramitaron su matricula en un internado en Suiza; un colegio de religiosas Alemanas, donde estuvo hasta que  mi nono logro traerla a la Argentina. Siempre recordaba mi madre, que del colegio fue directo a Génova y la embarcaron en el vapor “La Regina Elena” rumbo a la Argentina.
Italia tenia ya muchos problemas. Europa estaba en pie de guerra. Mi madre tenía 20 años, quería estar junto a su padre, era lo único que tenía en ese momento.
Cuando llegó al puerto de Buenos Aires, la esperaba su padre. Mi madre fue a San Luís, donde trabajaba mi abuelo. Allí se entristeció mucho, entre otras cosas, porque estaba el día sola en un puesto en el campo y porque quería volver a Suiza.
Por suerte para  mi nono, lo llamaron desde el Consulado de Rosario, comunicándole que habían llegado entre un grupo de Inmigrantes, dos primos suyos, así que decidió que mi madre fuera con ellos.
En sus años de trabajo en Argentina, que fueron muchos, mi abuelo había hecho buen dinero y vio la oportunidad de irse a Rosario y comprar tierra como para instalar un vivero. Allí estaban sus primos y mi madre no estaría sola. Además el nono con “su violín” les alegraría la vida.
Corría por entonces, el año 1908; al poco tiempo llego al vivero del nono un grupo de inmigrantes italianos que buscaban trabajo, coincidentemente del mismo lugar que el abuelo, y entre ellos estaba quien sería luego mi padre, Pedro Agustín Pastore,  junto a dos de sus hermanos, Faustino y Luigi Pastore.
Todos ellos vinieron a la Argentina disparando del horror de la guerra, y buscando trabajo.
El barco que los trajo a “la América” era el “Principessa Mafalda” que a su regreso a Italia, llevaba italianos que iban voluntarios a pelear por su Patria en la guerra del año 1914, pero tuvieron poca suerte, pues cuando llegaron a la altura de Brasil un submarino lanzó un torpedo y los mando a pique.
En ese ínterin, mi nono iba perdiendo fuerzas, mi madre se casa con mi padre, y al poco tiempo  fallece don Bartolo Roberti, mi nono.
Mi padre siguió con el vivero, dándole trabajo a los inmigrantes que estaban desde el principio, luego compró un campito cerca de Rosario, a 6 leguas,  en un pueblo que se llama Hume. Allí separó los cultivos: los florales de los frutales y así tuvo  trabajo para todos.
La familia se hace grande, ya éramos 9 los hijos de Pedro y Julia. Esa italiana que trabajo junto a su esposo de sol a sol y tuvo tiempo para criar todos sus hijos.
Mis hermanos trabajaron un largo tiempo con mi padre, luego estudiaron electrificación rural, se casaron y fundaron pequeñas industrias con sus hijos. También nos casamos las mujeres y ahora siguen los nietos.
Los Inmigrantes que trabajaron con mi nono y luego con mi padre fueron tomando su propio rumbo.
Que nadie crea que vinieron  muertos de hambre, vinieron a trabajar e hicieron con su trabajo, la Argentina chica. Nadie les regaló nada; trabajaban de sol a sol.
Cuando hicieron un poco de dinero, algunos se casaron y tuvieron hijos. Compraron un pedacito de tierra, y generaron su propio sustento.
Otros se fueron a pueblos vecinos de Rosario a construir su futuro y el de su familia, pero no se fueron lejos. Emigraron a Casilda, Reconquista, Las Flores, San Carlos Centro, Firmat, San Jorge, Las Rosas, Angélica, Cañada de Gómez, Esperanza, Totoras, Acebal, Elortondo, Maciel y muchos pueblos más.
La mayoría se dedicaron al trabajo del campo: tamberos, ganaderos, quinteros,  ¿quién no comió frutillas de Coronda o ¿trabajó en los arrozales del río Carcarañá?
Hacían huertas en sus casas, criaban aves y vendían los huevos y las frutas que ellos mismos cultivaban.
Que decir de los pescadores, que tiraban sus redes al alba y al atardecer  recogían el pescado del río Paraná y los vendían. Ellos también eran inmigrantes y esa, su fuente de trabajo.
En el norte Santafecino estaban los Apicultores, más al norte, cerca de los montes Chaqueños, hicieron plantaciones de distintas variedades de madera, y con el tiempo  levantaron carpintería, desarrollando el oficio de carpintero; una de las profesiones mas estimadas de los italiano. Poseían la virtud de aprender todo, eran autodidactas. Esto eran nuestros  inmigrantes.
No quisiera olvidarme de recordar a los otros inmigrantes, que vinieron a este país, que fueron: los polacos, Rusos, ucranianos, checoslovacos, españoles, alemanes, ingleses, griegos, portugueses, franceses. Debo recalcar que no vinieron por el hambre, sino por el flagelo de la guerra. Muchos vivían en Rosario. Tampoco a ellos les regalaron nada;  trabajaban de sol a sol.
Si tuvieras la suerte de recorrer una vez la provincia de Santa Fe, desde el Norte al sur  y del este al oeste, encontrarás todavía fronteras abiertas para recibir a todas las personas de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino, como aquellos que yo recuerdo desde mi niñez y aún tengo en mí sus nombres: Avanzi, Capucci, Scorza, Rosaglio, Ceresoli, Malaponte, De Lucca, Brunori, Bartola Roberti, Pietro, Faustino y Luigi Pastore, Fenoglio, Molinari y tantos otros.
También fueron hijos de inmigrantes, los que instalaron la electrificación rural, llevando la luz eléctrica a los pueblos más distantes de la urbe, aquellos que aún se alumbraban con velas y faroles.
Agradezco a Dios por darme el privilegio de ser hija de Inmigrantes italianos. Siento mucho orgullo por ello.
Marta Pastori de Ginestet
Nacida en Rosario- Santa Fe

El 11 de Junio de 1930.

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