LOS
INMIGRANTES Y SUS DESCENDIENTES
“MI
TESTIMONIO”
Marta
Pastori de Ginestet - Nacida en Rosario- Santa Fe
El 11 de
Junio de 1930
Como hija de Inmigrantes
italianos, voy a escribir de todo aquello que aprendí de mi nono, mis padres y
de aquellos inmigrantes con los que desde mi infancia compartí parte de sus vidas.
Era muy chica, apenas tendría 7 años, la casa de mis padres fue albergue de
muchos Inmigrantes que vinieron a la Argentina de cualquier parte del Norte de Italia,
pero sobretodo del Piamonte, la
Lombardìa y del Veneto.
El primero en venir a la Argentina, fue mi nono
Roberti, lo hizo con una familia Argentina, que vivía en Milán y tenían tierras
en Argentina, en San Luís. Mi nono sabía mucho de parquizaciòn y forestación. Por
medio del Consulado Italiano en Milán, vino a trabajar con ellos.
El nono era viudo, solo tenía una hija de apenas
14 años, Su esposa, mi abuela materna, Lucia Andreis y sus otras cinco hijas,
murieron durante una epidemia de tifus. Antes de venir a la Argentina
tuvo que ubicar a Julia, la única hija que le quedaba, y que luego sería mi
madre.
Por medio del consulado en Milán
tramitaron su matricula en un internado en Suiza; un colegio de religiosas
Alemanas, donde estuvo hasta que mi nono
logro traerla a la Argentina. Siempre
recordaba mi madre, que del colegio fue directo a Génova y la embarcaron en el
vapor “La Regina Elena”
rumbo a la Argentina.
Italia tenia ya muchos problemas.
Europa estaba en pie de guerra. Mi madre tenía 20 años, quería estar junto a su
padre, era lo único que tenía en ese momento.
Cuando llegó al puerto de Buenos
Aires, la esperaba su padre. Mi madre fue a San Luís, donde trabajaba mi
abuelo. Allí se entristeció mucho, entre otras cosas, porque estaba el día sola
en un puesto en el campo y porque quería volver a Suiza.
Por suerte para mi nono, lo llamaron desde el Consulado de
Rosario, comunicándole que habían llegado entre un grupo de Inmigrantes, dos
primos suyos, así que decidió que mi madre fuera con ellos.
En sus años de trabajo en
Argentina, que fueron muchos, mi abuelo había hecho buen dinero y vio la
oportunidad de irse a Rosario y comprar tierra como para instalar un vivero. Allí
estaban sus primos y mi madre no estaría sola. Además el nono con “su violín”
les alegraría la vida.
Corría por entonces, el año 1908;
al poco tiempo llego al vivero del nono un grupo de inmigrantes italianos que
buscaban trabajo, coincidentemente del mismo lugar que el abuelo, y entre ellos
estaba quien sería luego mi padre, Pedro Agustín Pastore, junto a dos de sus hermanos, Faustino y Luigi
Pastore.
Todos ellos vinieron a la Argentina disparando del
horror de la guerra, y buscando trabajo.
El barco que los trajo a “la América” era el
“Principessa Mafalda” que a su regreso a Italia, llevaba italianos que iban
voluntarios a pelear por su Patria en la guerra del año 1914, pero tuvieron poca
suerte, pues cuando llegaron a la altura de Brasil un submarino lanzó un
torpedo y los mando a pique.
En ese ínterin, mi nono iba
perdiendo fuerzas, mi madre se casa con mi padre, y al poco tiempo fallece don Bartolo Roberti, mi nono.
Mi padre siguió con el vivero, dándole
trabajo a los inmigrantes que estaban desde el principio, luego compró un
campito cerca de Rosario, a 6 leguas, en
un pueblo que se llama Hume. Allí separó los cultivos: los florales de los
frutales y así tuvo trabajo para todos.
La familia se hace grande, ya
éramos 9 los hijos de Pedro y Julia. Esa italiana que trabajo junto a su esposo
de sol a sol y tuvo tiempo para criar todos sus hijos.
Mis hermanos trabajaron un largo
tiempo con mi padre, luego estudiaron electrificación rural, se casaron y
fundaron pequeñas industrias con sus hijos. También nos casamos las mujeres y
ahora siguen los nietos.
Los Inmigrantes que trabajaron con
mi nono y luego con mi padre fueron tomando su propio rumbo.
Que nadie crea que vinieron muertos de hambre, vinieron a trabajar e
hicieron con su trabajo, la
Argentina chica. Nadie les regaló nada; trabajaban de sol a
sol.
Cuando hicieron un poco de dinero,
algunos se casaron y tuvieron hijos. Compraron un pedacito de tierra, y
generaron su propio sustento.
Otros se fueron a pueblos vecinos
de Rosario a construir su futuro y el de su familia, pero no se fueron lejos.
Emigraron a Casilda, Reconquista, Las Flores, San Carlos Centro, Firmat, San
Jorge, Las Rosas, Angélica, Cañada de Gómez, Esperanza, Totoras, Acebal,
Elortondo, Maciel y muchos pueblos más.
La mayoría se dedicaron al trabajo
del campo: tamberos, ganaderos, quinteros,
¿quién no comió frutillas de Coronda o ¿trabajó en los arrozales del río
Carcarañá?
Hacían huertas en sus casas,
criaban aves y vendían los huevos y las frutas que ellos mismos cultivaban.
Que decir de los pescadores, que tiraban
sus redes al alba y al atardecer recogían
el pescado del río Paraná y los vendían. Ellos también eran inmigrantes y esa,
su fuente de trabajo.
En el norte Santafecino estaban
los Apicultores, más al norte, cerca de los montes Chaqueños, hicieron
plantaciones de distintas variedades de madera, y con el tiempo levantaron carpintería, desarrollando el
oficio de carpintero; una de las profesiones mas estimadas de los italiano. Poseían
la virtud de aprender todo, eran autodidactas. Esto eran nuestros inmigrantes.
No quisiera olvidarme de recordar
a los otros inmigrantes, que vinieron a este país, que fueron: los polacos,
Rusos, ucranianos, checoslovacos, españoles, alemanes, ingleses, griegos,
portugueses, franceses. Debo recalcar que no vinieron por el hambre, sino por
el flagelo de la guerra. Muchos vivían en Rosario. Tampoco a ellos les
regalaron nada; trabajaban de sol a sol.
Si tuvieras la suerte de recorrer
una vez la provincia de Santa Fe, desde el Norte al sur y del este al oeste, encontrarás todavía
fronteras abiertas para recibir a todas las personas de buena voluntad que
quieran habitar el suelo argentino, como aquellos que yo recuerdo desde mi
niñez y aún tengo en mí sus nombres: Avanzi, Capucci, Scorza, Rosaglio,
Ceresoli, Malaponte, De Lucca, Brunori, Bartola Roberti, Pietro, Faustino y
Luigi Pastore, Fenoglio, Molinari y tantos otros.
También fueron hijos de
inmigrantes, los que instalaron la electrificación rural, llevando la luz
eléctrica a los pueblos más distantes de la urbe, aquellos que aún se alumbraban
con velas y faroles.
Agradezco a Dios por darme el
privilegio de ser hija de Inmigrantes italianos. Siento mucho orgullo por ello.
Marta Pastori de Ginestet
Nacida en Rosario- Santa Fe
El 11 de Junio de 1930.