VALERIO
TOBALDO
Mis anécdotas
La
culpa la tiene el tren 
En las “materas” (lugar donde el personal de las  estancias se reúne a tomar mate) es un lugar privilegiado
para escuchar  todo tipo de anécdotas, no
solo del personal estable, sino también de esos hombres que llegan a la
estancia a caballo, en   busca de una
changa; se distinguen por su manera de vestir, el estado de sus caballos  y lugares donde dicen que han trabajado: algunos
traen hasta una especie de certificado de buena conducta, otorgado, por sus
anteriores patrones. Generalmente no buscaban un  lugar permanente para trabajar sino changas,
tipo: yerras, vacunadas, baños o cualquier otro trabajo transitorio, sus
caballos son su herramienta de trabajo. . Eso hace que su jornal (salario)  sea mayor.
Son 
trotamundos y muchas veces les toca dormir usando su recado como
cama  y a la luz de las estrellas .Por lo
general son todos provincianos, especialmente del norte, y que emigraban por
falta de trabajo. Son hombres muy de a caballo y saben trabajar  especialmente en las yerras a mano donde entre
dos hombres deben voltear un ternero o un novillito; se distinguen, además, por
la destreza en el uso del lazo.      
Otra cosa muy distinta son los llamados “ CROTOS  “ quienes andan con su “mono” (atillo
compuesto de  ropa y `pilchas para dormir,
transportado  al hombro)   y en la mano una chuza con forma de gancho en
la parte de arriba que les sirve para colgar sobre el fuego los tarros que usan
como ollas  y la parte e abajo  para 
clavarla sobre el fuego o para matar bichos, peludos, mulita y no
buscaban  trabajo sino comida y lugar
para dormir.. Si se les ofrece trabajo  “le
saltaban como sapo a la guadaña” o “como querer 
hacerle comer cebolla al perro”; Se van enseguida. . 
Estos personajes, ya creo que en extinción, eran  habitué y casi todos los meses hacían el mismo
circuito de estancias; ya que tenían  una
ruta determinada que la recorrían campo a través.  A. estas personas, no se le negaba  la comida, pero no en el comedor de los
peones, sino que se los  alojaba  en un galponcito lejos del casco y la casa
del personal llamado “ la crotera “ (alojamiento para crotos)
Eran tan 
habitué que, ellos mismos muchas veces se llamaban por sus
distintos  sobrenombres : El “croto
Coronel” ( llevaba pegado a su ropa muchas tapitas de cerveza y decía ser
coronel del ejercito ) el “croto santo” ( repartía   estampitas que les daban los curas en los
pueblos) el croto “rico” ( andaba 
buscando una estancia para comprar, pero no encontraba ninguna con
mirador para ver si venían los indios ) , el “croto aviador” ( siempre pasaba
por arriba de los alambrados, nunca habría una 
tranqueras, porque decía que no había una pista de aterrizaje) El “croto
enamorado” ( siempre preguntaba si no habían 
visto pasar una rubia de ojos celestes y e vestido  blanco) El “croto malo”  (nunca conforme con nada y odiaba a los ricos
) Sobre este último, yo tengo una anécdota que me contó él mismo. En ese
entonces, yo era Mayordomo de un Campo que la ruta nº 8  lo cortaba 
por el medio. Un día venía a caballo y me pareció sentir la voz de un
hombre que vocifera bastante fuerte y al 
acercarme reconocí al CROTO MALO 
sentado sobre el mono, insultaba 
a todos  los coches  que pasaban por la ruta. Me acerqué, lo
saludé y le pregunté que le pasaba,  
mirándome  con cara de irritación
y rabia y amenazando con la chuza a los coches de la  ruta  
me contestó 
_Como
no voy a estar enojado viendo a tantos ricos pasar con esos  coches último modelo  y pensar que los compran chupándonos  la sangre a nosotros los pobres y sacrificados
obreros, pero un día me la van a pagar., cuando herede la estancia y las fábricas  de mi padre , .a todos esos los voy a tener
trabajando como esclavos.
Había que 
entenderlos, la soledad los trastornaba.
Pero volviendo a esos que buscaban trabajo, llegó un
día montado  en un lindo caballo criollo
color canela, un recado muy prolijo  y de
tiro un tobiano que hacía de carguero (caballo que lleva los ponchos y demás
pertenencias del hombre y hasta se veía un poncho encerado, prenda que cubre al
hombre y al caballo en caso e lluvia). Lo recibió el Capataz  preguntándole que andaba   buscando y el sin rodeo le respondió: trabajo
Como era la hora del almuerzo, el Capataz lo invitó
que desensillara, le mostró el lugar donde podía poner sus pilchas  y le dijo que soltara los caballos en un  lote donde estaban todos los de la estancia y
que con respecto al trabajo hablaría en el escritorio para ver si había que
buscar personal adicional, ya que al día siguiente se comenzaba con los baños
de hacienda; el Capataz  le pidió a un
peón  que lo acompañara al comedor.
A la  tarde fue
el capataz  al escritorio a recibir las
órdenes,  y me cuenta de ese hombre a
caballo que había  llegado y que a simple
vista parecía buena persona. Le manifesté  que  un
hombre más nos vendría bien  para los
baños y que  si le parecía lo contratara;
cosa que hizo el Capataz. Luego lo acompañó 
al escritorio, donde le tomé los datos personales y número de libreta de
enrolamiento.,
Se  llamaba
Rubén  Garay, tenía 35 años y había
llegado a la zona hacía un año, donde había trabajado ya en varias estancias.
Había nacido en un pueblecito de Santiago del Estero, pero no recuerdo el
nombre, 
Una noche, en la matera, nos contó muchas cosas  de su vida, de sus andanzas, de los buenos y
de los malos momentos que había pasado en su vida , pero esa era la vida que le
gustaba: andar y andar los caminos, conocer gente y que no le faltara de comer
a él y a sus caballos.  Sobre  su familia 
nos contó que eran doce hermanos y que en su pueblito había  familias con muchos hijos, y viendo nuestras
caras de asombro y de incredulidad nos dijo: _Tengan la plena seguridad que no miento, lo que digo es la verdad, son
varias las familias que tienen muchos hijos.
Como no decíamos nada, hizo un  silencio y agregó_ Les voy  a explicar el motivo de
tantos hijos.
_Mi
pueblo es muy chico y las vías el tren lo divide en dos. Desde hace muchos
años  pasa un tren carguero  a las 5.30 de la mañana, como pueden
imaginar,  despierta a todo el mundo _ Y volvió a guardar silencio, hasta que un
criollo viejo, perdiendo ya la paciencia le preguntó:  
_ ¿Qué
tiene  que ver el tren con los chicos?   
 Con cara de
picardía y con voz cansina le respondió 
_Mire
usted, una vez despierto, las 5.30 de la mañana es demasiado tarde para volverse
a dormir y muy temprano para levantarse. Ya despiertos y en la cama en algo
deben ocupar el tiempo; por eso es que “TODA LA CULPA LA  TIENE EL TREN”
¿Entendió amigo?
 
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