Mostrando entradas con la etiqueta ANECDOTAS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ANECDOTAS. Mostrar todas las entradas

sábado, 23 de noviembre de 2013

LA PERSEVERANCIA... SIEMPRE DA SUS FRUTOS



Del anecdotario de Valerio Tobaldo

La perseverancia…siempre da sus frutos

En mis tiempos de estudiante y luego de mis 54 años de  trabajo en el campo, aprendí a incorporar varias virtudes, que deben enriquecer al ser humano, especialmente si se tiene a cargo personas con distintos niveles culturales.
Algunos aprenden lo que les enseñas en las primeras explicaciones y lo ponen en práctica  de una manera inmediata, otros demoran más y al final lo entiende y hay otros, que, por más empeño que pongas da la impresión que estás perdiendo el tiempo.
En mi trabajo en el campo lo he comprobado muchas veces, aquellos que a uno le  parece que entienden,  no lo hacen, no porque no lo comprendan, sino por timidez o miedo a equivocarse; estoy convencido que internamente asimilan lo que les explicas, pero no saben expresarlo, por la razón que sea.  A propósito de este asunto, recuerdo a un Profesor de Filosofía, que tenía en el seminario, el señor Pascual  Amengual, quién nos dio una charla didáctica con un objeto demostrativo a fin de que con el ejemplo lo entendiéramos  mejor: nos dijo :
_ Yo tengo en mis manos una típica canasta de verdulero, que estaba guardada en el sótano hace muchos años, toda llena de telarañas y polvo, y estamos cerca de un río, entonces elijo a cualquiera de ustedes  que vaya al río y me la traiga llena de agua. Al que mando va ir, aunque que piense “este tipo está  loco” Vuelve con la canasta vacía y lo vuelvo a enviar varias veces más; insisto,  va por que lo mando. Después de varias veces de llevar a cabo la misma operación, le preguntó ¿Esa es  la misma canasta que te entregué yo? Y el me va responder que si.
Pero no es así, no es la misma canasta, porque está completamente limpia.
Con mucha sabiduría práctica nos enseñó que aunque no veamos los cambios  exteriores y aparentes en ese ser humano, sí ha asimilado en su interior, solo falta que le demos la confianza  y la seguridad para que él sepa que no es un ser diferente a los demás, por lo tanto tiene todas las posibilidades de lograrlo. La manera es acompañarlo por un camino a lo largo del cual vaya descubriendo sus virtudes y antes cualquier tropiezo,  no se le debería decir
 “que otra cosa se puede esperar de ti” sino “me extraña que lo  hayas hecho así, si tu tienes  la capacidad para hacerlo de la otra manera,
Yo puedo dar muchos ejemplos experimentados durante mi trabajo en el campo sobre muchas personas ineficientes a causa de su timidez o de su miedo,  y  puedo decirles, sin temor a equivocarme que cuando se les hace perder esos miedos se transforman en seres eficientes, muy buenos empleados
Yo les aconsejo que cuando uno descubre a una persona franca y buena, para integrarla hace falta mucha, perseverancia, perseverancia, perseverancia  en su trato para el bien de la empresa y del obrero o empleado mismo.    


martes, 19 de noviembre de 2013

Cuentos con moral: LA AVARICIA


Del anecdotario de Valerio Tobaldo
Cuentos con moral: LA AVARICIA

No se distraiga, abuela… No se distraiga

En una  estancia, muy cerca de Casbas (Provincia de Buenos Aires) donde  durante varios años fui Mayordomo, ya que dependía de del grupo de campos a mi cargo, estaba de Encargado Jorge Strangerber (no recuerdo si el apellido se escribía así, ya que de esto han pasado  más de veinte años)
Jorge vivía en el casco de la que había sido una pequeña estancia, junto a su mujer y su hijo (de un matrimonio anterior) que trabajaba en la estancia como tractorero y ayudaba a su padre en todos los trabajos del establecimiento.
Era un hombre de unos 50 años y había trabajado en varias estancias, muy competente en lo que era agricultura, actividad exclusiva en ese establecimiento ya que era muy buen campo agrícola, Se sembraba  mucho girasol, siempre respetando las rotaciones de los otros cultivos. No había nada de hacienda y su superficie era de 1.000 Ha.
Muy conocedor de la zona, cuando recorríamos  o yo me hospedaba en su casa dos o tres días a fin e organizar las cosechas, visitar  a los acopiadores, y dueños de máquinas me solía contar anécdotas de las estancias y de su dueños.
Hoy me acuerdo de una  y la voy a contar.
Había una Estancia de 1.500 ha., cuya dueña era una mujer de edad y a la que administraba un nieto de ella, pero eran cuatro los hermanos y únicos  herederos. La viejecita enfermo y debido a sus años el médico les indicó que la podían llevar al campo, pero tenían que tener mucho cuidado. Los cuatro  nietos eran casados y únicamente  vivía en el campo con su esposa el que se hacia las veces de Mayordomo.
La viejecita de a poco fue avanzando en su enfermedad, la tuvieron que internar en un hospital y a  los nietos no les importaba la abuela, sino el campo,  todo el ganado y mejoras que había.
En un momento dado, el médico les dijo que su vida podía durar días como horas,
Los cuatro  nietos rodeaban la cama donde su abuela, que ya no conocía a nadie, y estaba a punto de viajar hacia la eternidad.
Pero no va que en un momento de lucidez, la abuela se sienta el la cama y los mira a todos. Fue entonces que uno de sus nietos le dice
_ No se distraiga, abuela…. no se distraiga,
Moral de la historia: La avaricia deshumaniza, enemista y hace perder los valores.

Que miedo tenían esos nietos que la anciana viviera un tiempito más. Muestra de ello es que lo único que se les pasó por la cabeza en aquel momento fue la frase “No se distraiga, abuela… no se distraiga” 

domingo, 17 de noviembre de 2013

HISTORIAS DE CURAS DE PUEBLO CHICO


Del anecdotario de Valerio Tobaldo
HISTORIAS DE CURAS DE PUEBLO CHICO

Queridos  hermanos en  Cristo…
Dos anécdotas que hablan sobre el respeto a los lugares sagrados, aunque estos estén fuera de los templos.

En las mateadas de los jueves por la tarde, siempre teníamos la visita de algún sacerdote, que nos contaba anécdotas de su vida y de todo lo que había vivido a cargo de una Iglesia de un pequeño pueblo, pero que con el tiempo , debido a su cercanía a una ciudad, se había convertido en un gran centro de  depósito  de cereales  , donde varias firmas levantaron sus instalaciones con  grandes silos de almacenaje , que luego , durante el año llevaban a puerto en camiones; ya que el pueblito no tenía ferrocarril se hacía todo el movimiento de transporte en camiones . Esa transformación del pueblo hizo que  se fueran instalando nuevas familias, especialmente   de camioneros, ya que era muy buena fuente de trabajo. En tiempo de cosecha, del campo  a los silos (flete corto)  y durante el año a los puertos o lugares donde se vendía el cereal (flete largo) Los camioneros vivían  más en el camión que en sus casas.
Contaba el cura…:
Los viejos pobladores del pueblo veían con malos ojos a los nuevos. El cura conocía a los viejos de tantos años, que en muchas oportunidades casaba a novios  que él mismo había bautizado.
Los viejos inventaban cualquier maldad de los nuevos: que eran todas malas personas, que la mujer de uno vivía con la del otro, que faltaban tantos días en los viajes porque tenían amantes.
Esta manera de obrar cada día me cansaba más , les hablaba en las misas de la caridad cristiana y que no se podía prejuzgar, que esos camioneros, como ellos, desearían vivir en sus casas y no sobre  sus camiones, pero era su manera de ganarse la vida. Pero no surtía efecto. Hasta que un día reventé y les dije en una misa del domingo, que miraran un poco más lo que pasaba en sus casas, de puertas para adentro, y que dejaran de criticar al prójimo. Como ya no tenía más palabras para convencerlos, se me ocurrió una frase, que en ningún momento se me había pasado por la cabeza ya que  de  poeta no tengo nada, y fue esta:
“Si los cuernos fueran flores, las rutas serían  jardines “y quizás algunos de los que tanto hablan, tienen el propio jardín en su casa.
Puedo asegurarles que se terminaron los chimentos.

Otra… Contaba el cura:
_ Al lado de la Iglesia había una gruta de la Virgen, situada en un terreno sin alambrar, y que para acortar distancia los pobladores lo cruzaban haciendo  caminitos que pasaban frente a la gruta: esa costumbre era común en todos los terrenos baldíos de los pueblos chicos.
Pero curiosamente, todos los años alrededor de la gruta aparecían cualquier cantidad de plantas de zapallos, sandías, melones, que indudablemente nadie sembraba a propósito. Estudié la situación y llegué a una conclusión que no me gustó para nada. Así que aproveché la oportunidad del sermón de  un domingo y les dije:
“Queridos hermanos, sé muy bien como todos ustedes respetan la Iglesia y la gruta, a la que deben considerar un templo, al  que deberíamos también respetar, aunque me da la sensación que eso no está sucediendo porque  todos los años aparecen alrededor de la gruta plantas de sandías, melones y zapallos que no crecen allí por la gracia de Dios Padre.  Así que para demostrar que realmente respetan el lugar sagrado, les aconsejo que vayan buscando otro lugar para hacer sus necesidades, ya que la Virgen merece otro trato, el mismo que le darían a su madre.
Saben muy bien, que no ignoro que todo ese huerto ha sido “SEMBRADO A CULO
¿Franco el cura? ¿No?   


miércoles, 13 de noviembre de 2013

TORINOS CON SED... MUCHA SED


Del anecdotario de Valerio Tobaldo
Torinos con Sed… mucha sed
En una ocasión, que había llovido muchísimo en el sur de Córdoba, se habían inundado tanto los caminos reales y los vecinales que, algunos tramos, habían formado lagunas extensas y profundas.
Veníamos a caballo  con el capataz del campo, Gregorio Baigorria; tal era la profundidad del agua, que había partes en que el agua llegaba hasta las “verijas” de los caballo, a tal punto que teníamos  que  sacar  de los  pies  de los estribos y levantarlos a fin de no mojarnos, y con el peligro de que  los caballos metieran las manos en un pozo y nos dejaran “culo para arriba como botellas de jardín”
De pronto, divisamos a lo lejos que venía un coche dando coletazos, aunque avanzaba despacio. Lo reconocimos  a la  a la distancia, era don Miguel Ángel Villaverde, hijo de un español ya fallecido que había heredado de su padre y este a su vez  del suyo un campito de 150 hectáreas.
Tenía un tambo propio, era chico  y lo  explotaban  familiarmente él y sus dos  hijos, de unos 16 y 17 años aproximadamente. Además criaba cerdos y vendía lechones;  muchas gallinas y pavos;  vendía huevos y pollos y además la madre hacía la huerta. Lo principal era el  tambito propio, que en verano sacaba unos  300 litros de leche  y en verano menos .Una vez que destetaba (separar las madres de los terneros) al cabo de un mes vendía todos los machos y  junto con ellos las  terneras, cuyas madres, ya sean por viejas o por otro motivo ya no producían. También vendía las  terneras hembras, cuyas madres  eran de poca  producción lechera. ,
Resumiendo: vendía todos los terneros machos, las vacas viejas o enfermas y las terneras cuyas madres no eran de buena producción, quedándose con las terneras seleccionadas como futuras madres. Vendía los toros cada dos años y compraba los nuevos en cabañas de reconocido prestigio. Manejaba el tambo de una manera perfecta y algunos años hacía un lotecito de trigo para cosecha; todos los años hacía unos 100 fardos de alfalfa.        .
Volviendo a la historia
Lo conocíamos  a Don Miguel  , un hombre que siempre  había tenido coche,  últimamente, como estaban de moda los torinos , sus hijos, para lucirse en el pueblo, le hincharon las guindas hasta que entregó el que tenía y se compró una “Coupé  Torino” usada, pero en muy buenas condiciones; fue la época del furor del los torinos  ´
Todos os domingos por la tarde, la familia iba al pueblo a lucir su coche.
Cuando nos cruzamos con el, en un lugar con menos agua, paró el coche, nos saludó y el Negro Baigorria le dijo:
_ Don Miguel no siga, mire que más adelante las lagunas son hondas.
Don Miguel, como burlándose y con un dejo de orgullo le dijo:
_Quédate tranquilo, Negro, yo con este motorcito de mi Torino  de 180 caballos de fuerza no hay agua ni barro que me pare.
Nos saludamos y seguimos viaje. No habíamos  andado ni siquiera 300 metros cuando mirando para atrás, y el Negro Baigorria me dijo:
_Don Miguel esta metido hasta la cintura en el agua.
Volvimos hacia donde estaba él y antes de preguntar nada, el Negro Baigorria con toda la gracia y viveza criolla  le preguntó:
_ ¿DON MIGUEL NO LE ESTARÁ DANDO  AGUA A SU TROPILLA DE 180 CABALLOS?

Don Miguel  ni siquiera nos miró, tampoco nos contestó  contestó, pero intuimos  la procesión de “puteadas” que nos dedicó en silencio. 

domingo, 10 de noviembre de 2013

LOS TIGRES ANDAN SUELTOS


Anécdota de mi paso por el seminario por Valerio Tobaldo
Los “tigres andan sueltos”
En el colegio de dividían en grupos de acuerdo a la edad y parte de la carrera:
Las tres divisiones eran:
La primera división era de los mayores, que ya estábamos  cursando el último año de Filosofía y teníamos  mucho más libertad, ya que en ese último año debías preparar  tu tesis sobre un tema filosófico que vos elegías y el resultado te lo otorgaban los profesores en un triunvirato, formado por el rector y dos filósofos, que no eran profesores del colegio.
Podíamos  a  cualquier hora del día , aún luego de la cena, concurrir a la biblioteca donde el bibliotecario nos ayudaba.
La segunda división, a la que llamaban la de los medianos o retóricos, eran todos entre 16 y 17 años, que aún estaban cursando el secundario, pero perfeccionando los idiomas  y ya hacía más de un año que habían entrado.
La división de menores la formaban los  que recién entraban y algunos que habían quedado debiendo alguna materia y debía prepararla para marzo.
Los mayores teníamos nuestro propio dormitorio,  los medianos y primera división tenían su dormitorio común.  
Los dormitorios eran grandes y se separaba una cama de la otra con una pared de 1,50 de alto, ancho  2 metros a fin de que entraran la cama y un armario; los dos dormitorios tenían la misma estructura. Los que tenían materias para marzo, si no las aprobaban, se tenían que ir al los “boxes”, es decir   sus casas.
Los de la tercera y segunda división dormían en un dormitorio común y eran unos 70 alumnos, había algunos de los medianos que eran la piel de judas en hacer fechorías,  que no estaban de acuerdo con el reglamento. Por lo general estos eran excelentes alumnos, pero…
Esto que voy a contar, pasó en el dormitorio de los medianos y chicos,
Había un alumno que se lo tenía  tildado como una quinta columna en el grupo, su función era informar al preceptor que los cuidaba y dormía en un pequeño dormitorio junto  con ellos, todo lo que los  demás hacían  o dejaban de hacer durante el día. Simplemente en castellano “orejero” y sus demás compañeros lo aislaban y le saltaban como “sapo a la guadaña”.  Se sentía más perdido que “ser humano en la neblina”  (No digo  “turco” porque también ellos me merecen mi respeto ya que no  son culpables de  de haber nacido en Turquía ) .
Había muchos gatos, muy mansos ya que de la cocina diariamente les daban de comer. Había una gata, que había tenido cría (siete gatitos)  en un viejo gallinero y que algunos los iban a ver todos los días.  Se habían puesto tan mansos que los agarraban y los tenían levantados y la gata se quedaba con ellos.
Un día,  habían quedado sin recreo las dos divisiones, por cuentos del quinto columnista al preceptor.  Los demás se la juraron:
Consiguieron  una caja, donde entraban la gata y sus gatitos y  a la hora de cenar uno llevó la caja al dormitorio y la puso debajo de la cama cercana al del  mal visto  compañero.
Luego de cenar,  todos tenían un recreo de diez minutos, y luego al baño y a acostarse. Durante ese recreo, uno de ellos se fue al dormitorio sacó  la gata y los gatitos de la caja,  tiró la caja  por una ventana y puso la gata y sus crías    en la cama entre las frazadas  y sábanas del que querían castigar.
Terminado el recreo y la ida al baño,  el preceptor y muchos de los alumnos entraron al dormitorio y sintieron como gritaban la  gata y los gatitos, y buscaron de donde venía el ruido, sacaron de golpe las frazadas y las  sábanas   y se produjo como una explosión lo que originó un  desparramo de gatos por todo el dormitorio. Nos contaba,  uno de los que dormían ahí, que todo se convirtió en una cacería de hombres detrás de los gatos. Estos asustados corrían por todo el dormitorio, bajo las camas y los alumnos se metían debajo de las mismas , de panza por el suelo, corriéndolos por los pasillos y por los armarios para capturarlos; la cacería duró más de una hora, no quedó  cama ni armario en su lugar,  y por fin pudieron apresar al último gatito, claro, según ellos. El dormitorio parecía un campo de batalla con heridos y contusos  Algunos de los cazadores terminaron rasguñados por lo gatos. Así que luego debieron ser curados por el preceptor.
Pero no todo terminó allí, hacia las tres de la mañana sienten aullar a un gatito, saltaron algunos de sus camas en pijama  y lo encontraron detrás de  un armario.  
Era  muy grave la falta que se había cometido y el castigo debía ser acorde con la falta: Luego de mucho averiguar y seguro, por algunas filtraciones de los que sabían y no lo decían, hizo que el rector, aquella misma tarde, nos reuniera a todos  en el salón de actos  y nos dijo:
_ O se terminan con estas faltas de disciplina o empiezan  las expulsiones. Ya pueden irse.
Si querés más clarito échale agua.
A cada una de las divisiones se les puso 10 amonestaciones, ya que  muchos que lo sabían  no hablaron,  y a los tres culpables principales se los expulsó.
Demás esta decir que después de esto cada uno nos cuidábamos como “de mearnos en la cama”
Al poco tiempo, fue tan grande el vacío  que todos sus compañeros le hicimos, que abandonó y se fue a su casa.
Hoy, después de viejo, creo que la actitud que todos demostramos contra ese compañero  fue una falta total  de caridad cristiana, estoy seguro que hoy no lo hubiera hecho.  .
Algún día contaré el porqué se originaron este tipo de conductas en la vida interna del seminario, resultantes de las diferencias culturales entre España y Argentina; dos sistemas de conductas, indudablemente irreconciliables al principio,   que demoró mucho tiempo en ser asimilada tanto por nosotros como por los curas o hermanos mallorquines que eran enviados a dirigir la institución escolar seminarista.
Doy un ejemplo: el mate para ellos era algo inconcebible, pues no admitían que varios  usaran una misma bombilla, porque aseguraban que podía ocasionar un contagio, sin embargo  para nosotros era un signo de la cultura nacional..
En fin, dejemos esto para otra oportunidad, lo que mis anécdotas reflejan es una clara  reacción natural frente al hecho ser comprendidos; los argentinos  podemos opinar sobre una doma de potros, pero nunca sobre una toreada.
Con todo quede bien claro, que eran sacerdotes puros como un diamante y hacían de su misión apostólica todo lo que juraron cuando fueron ordenados curas.
A la distancia puedo comprender mejor todos nuestros errores, y también los de ellos; quizás ellos se equivocaron menos.
En fin, estas anécdotas no pretenden herir a nadie,  sino simplemente, mediante este recurso literario, dar color a una época de mi vida, procurando analizarla desde el sentido del humor. Un abrazo para todos    


viernes, 8 de noviembre de 2013

EL MATE CON ANÍS



Valerio Tobaldo
El mate con anís (una anécdota muy cortita )
Los padres no querían tomar mate porque decían que chupar  todos de ese cañito era antihigiénico. Llegó de España un curita muy joven y se hizo amigo de  nosotros, pero no había quién le hiciera  tomar mate.
Un día un le dijimos que le cebaríamos  mate a el solo con un mate, bombilla y termo de agua caliente,
Le encargamos al turco Namur que el cebara mate, fue a la cocina y en el termo de agua le hecho anís, pero parece que se le fue la mano . El curita empezó  tomar mate y dijo que era lindo, pero lo notaba  muy dulce y un chiquitín fuerte.
Namur le dijo  que le iba  a echar menos azúcar y así  entre  mate y mate el curita se tomo como 15  mates el solo. Cada momento se ponía más conversador. y se acordaba de su Mallorca querida.
Al rato quedó como mudo y nos dijo que le dolía la cabeza y que se iba,
Namur le dijo que eso pasaba la primera vez que se tomaba mate.
Lo que se había agarrado el curita era una curda de órdago,

Cuando se fue Namur dijo “No me di  cuenta, se me fue la mano en el anís, pueda ser  que no vomite. Nunca más el curita quiso tomar mate 

LLUVIA DE LA MADRUGADA



LLUVIA DE LA MADRUGADA
Anécdota de la Campana. Un desfachatado contando esto, Valerio Tobaldo.

Terminábamos  de cursar   el tercer año de Filosofía y ya  el día 5 de Diciembre    del año 1950, nos habían entregado el resultado de nuestras Tesis.  El día diez comenzaban las vacaciones. Ese año era llamado del filtro,  donde cada uno debía decidir voluntariamente  y según los dictados de su conciencia, si iba a seguir su carrera sacerdotal o la abandonaría , porque no sentía vocación para ella y debía comprender que el seguir adelante, sin vocación de una entrega total al Sacerdocio, era provocarle un mal a la Iglesia. En el Seminario siempre nos inculcaban que ahí se formaban seres humanos, que si sentían el llamado de Dios, siguieran adelante, pero ante cualquier duda y luego de pensarlo bien, teníamos dos caminos: el seguir si estabas seguro o retirarte si tenías dudas. Lo que habías aprendido te servía  para ser un buen Sacerdote, y sino para ser un buen ciudadano. El Rector siempre nos decía: “el peor mal de la Iglesia es que se ordene uno de cura para tener “un confortable” modus vivendi “y con el tiempo colgar la sotana, sin pensar en el mal que le hacen a los que  por vocación fueron sus compañeros durante años y a la Iglesia a la que tomaron como un patrón más,
Después de esta intrusión que se parece a los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, vamos al grano de esta anécdota.
En primer lugar háganse a la idea de que todos los que estábamos  en el Seminario no  éramos santos, Teníamos los vicios y virtudes de todos los seres humanos, que vivíamos como pupilos todo un año conviviendo en las buenas y en las malas y eso se repetía año tras año hasta terminar o retirarte .si lo creías conveniente.
Yo y otros tres habíamos  decidido que, luego de tener los resultados de  la Tesis  de Filosofía, abandonaríamos el Seminario, ya que nos dábamos cuenta que para cura no servíamos,
En las rondas de mates, de los que formábamos  la división superior , los cuatro que dejábamos  el Seminario decidimos que  teníamos  que tomarnos venganza de la CAMPANA  y del CAMPANERO .
La campana era un  sacrificio que nos había acompañado durante 8 años igual que el campanero: campana para levantarse a las seis de la mañana,  campana para ir a misa, campana para arreglar el dormitorio, campana para el desayuno, campana para los estudios, campana para las clases, campana para el almuerzo, campana para recreos, campana para la cena campana…. Campana…. Campana, campana para llamar al campanero….ya en nuestros  oídos  era peor que sentir el Bing Bang a su décima potencia., parecíamos  una majada de chivos tras la flauta de su pastor.  
El Campanero era un hermano de la misma orden religiosa. Siempre caminaba mirando el suelo, no daba bolilla a nadie y cuando se prendía de la campana se le iluminaba la  cara con un rictus de venganza
Era mallorquín y nunca le gustó Argentina. Extrañaba mucho a su Patria y a su familia, pero el voto de obediencia lo obligaba estar acá.
Preparamos el plan de venganza entre los cuatro. La campana no estaba lejos de nuestro dormitorio pegada a la capilla a unos tres metros de alto. Estaba instalada de una forma que se podía poner la parte  de abajo para arriba formando un balde y se apoyaba en una esquina de dos paredes.
Nuestro plan era un poco arriesgado, pero posible, debíamos  dar los siguientes planes
1)     comprar  un  pedazo de soga que debíamos  añadirla a la existente, pero en la parte de arriba, si poníamos  soga nueva abajo se iba a dar cuenta.
2)     Este trabajo debíamos  hacerlo a las dos o tres de la mañana para salir del dormitorio y para ir al baño teníamos que sacar la llave colgada en la puerta del dormitorio del  Sacerdote que nos cuidaba
3)     Tener preparada una escalera, No había problemas ya que el parquero tenía una que usaba para podar. Y un cuchillo para cortar la soga y añadirla.
4)     Tener un tarro con agua más o menos 4 litros. ( capacidad de la campana dada vuelta
5)      Pedir uno la llave para ir la baño , que estaba colgada en la puerta del dormitorio del Sacerdote que nos cuidaba  y que al momento salieran los dos que harían el trabajo y el que pidió la llave volver enseguida al dormitorio, y colgar la  llave
6)     El  que quedaba adentro se ataba un hilo en el dedo gordo del pié y ese hilo por una ventana apenas abierta se pasaba  hasta el suelo fuera del dormitorio y cuando los dos que estaban afuera terminaban el trabajo , tiraban del hilo y el que estaba adentro (distinto al primero que pidió  la llave ) se levantaba  pedía la llave y cuando iba al baño entraban los dos que estaban  afuera
7)     El que pidió último la llave fui yo y la colgué la llave  en la puerta luego de estar un rato encerrado en un baño. (No vaya a ser que el diablo metiera la cola ) Creo que el que  nos cuidaba no sé dio cuenta de nada.
Ya finalizado el trabajo sería las tres de la mañana, todo no había durado  más de 25 minutos y a la mañana siguiente esperar el resultado  “del operativo campana “Habíamos  preparado todo la tarde anterior, menos lo de la campana”
La campana estaba en el rincón que formaban la capilla con la biblioteca. Nos imaginábamos agarrando con rabia, como un sonámbulo autómata  tirando como de costumbre la soga  y que desde el cielo le cayeran 4 litros de agua sobre su humanidad,; quiero aclarar que uno propuso le pusiéramos  tinta al agua, pero le dijimos si estaba loco.
Nos  dimos cuenta que todo había sido un éxito, ya que no nos despertaron  con la campana, sino que el Sacerdote que nos cuidaba, se levantó una hora antes y golpeando las manos nos despertó,
No nos dijeron nada durante todo el día y la campana sonó durante todo el día como siempre, pero nuestra venganza marcó un antes y un después con sus sonidos,
Creemos que le echaron  la culpa a la división de los medianos, no a nosotros ya que éramos hombres de más de 20 años

Los cuatro culpables quedamos que desde  nuestro  pueblo, le escribiríamos al Padre Rector contándole que habíamos  sido nosotros los autores de  esa fechoría y que le pedíamos  perdón tanto a el como al hermano campanero.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Anécdota del colegio: LA SEÑORITA LAURA QUIÑONES


ANÉCDOTA DE VALERIO TOBALDO
Anécdota del Colegio: Mi señorita Laura Quiñones.

Por el descarado  Valerio Tobaldo (queda prohibida su reproducción)
 Sería   en el año 1941, Yo estaba en tercer grado y teníamos como maestra a una Señora Laura Quiñónez , era muy delicada en su manera de vestir , siempre de guardapolvo blanco impecable , zapatos tacos altos ( para disimular su enanez )  una manera  de hablar muy aniñada , de una rectitud y disciplina , que era muy difícil de imponer a esa tribu e indios ilustrados , incluidas algunas niñas, peor que lo varones que le había tocado en tercer grado,
Cuando en el grado, durante las clases,  nos tirábamos  con alguna goma, o  habláramos cuando ella explicaba algo , enseguida , sin averiguar mucho quién había sido el autor nos mandaba a la Dirección  y allí nos las teníamos que ver con la Señorita ( muy a pesar suyo y sin candidato a la vista )  Marta Villarroel , que sin preguntar el porque te enviaban a la Dirección , te privaba del recreo  y te metía  en una salita de penitencia , que había cerca de la Dirección, en la cual nos encontrábamos   siempre  con viejos amigos en desgracia, que si nos vendaban los ojos , llegábamos  directamente a la Dirección .sin escala . Conocíamos  el camino de memoria, pero aclaro muchas veces me lo merecía, pero los menos pagaban justo por pecadores: “Hazte la fama y échate  a dormir”
Pero como dice el refrán “no hay mal que por bien no venga” en esa salita ya estaban los biscochos que repartían con la leche en el segundo recreo, Nosotros, por anticipado, comíamos los que nos pertenecían y algunos más suponiendo que algunos alumnos faltaban a clase
La Señora Quiñónez, se había casado, después de esperar bastante tiempo en soltería, con un Señor que tenía bastante campo y según las malas lenguas pasaban los años y su marido (no tenían hijos) no perdía las mañas y si los cuernos fueran flores, ella tenía una buena corona en su cabeza. , Venía al Colegio en Ford V 8 negro , que dejaba estacionado en un garaje que le prestaban en una estación de servicio , ya que por la tarde tenía que dar clase y traía la comida y almorzaba en el colegio .En el Pueblo había hoteles, pero aunque tuviera plata se traía la comida del campo, a pesar de tener tanta campo y plata  “ era más agarrada que mugre de talón “ A mí ya me tenía fichado, y yo a ella también , algún día me las iba a pagar todas juntas( eso decía yo cuando me patinaban los rulemanes ) pero en mi no estaba la idea de una venganza, ella era mi maestra y yo tenía que respetarla.
En una clase nos habían enseñado que cuando una persona se descompone, hay que echarle agua en la cabeza para que recapacite
Nunca faltan chupamedias  que le traían flores que se las ponían en un florero con agua sobre su escritorio,
Hacía como una semana que tenía sobre su escritorio un ramo de rosas y nunca le habían cambiado el agua,
Dos alumnos se pusieron a  discutir en el grado y llegaron a las manos, se armó un batifondo y a la pobre maestra le dio un  patafute y cayo al suelo como desmayada. Yo me acorde del agua y sin más le volqué el florero con flores y agua en la cabeza, Se levantó como un rayo y preguntó quién le había tirado el agua. Yo creyendo que me iba a agradecer me dijo “ Mire como me dejó con esa agua podrida “ Yo en ese momento pensé lo que muchos años después   aprendí de la filosofía existencialista “ sentía por ella viéndola en ese estado  una simpatía antipática o una antipatía simpática” Pero yo pensé que había obrado bien de acuerdo a sus enseñanzas, No  esperé que me mandara a la dirección, fui solo, esperando llegaran los dos que se habían peleado , pero no fue así, sino que vino ella  como un dragón echando fuego por la boca y con un  olor a agua podrida  y le contó a la directora todo lo que  había hecho yo, pero de los que se habían peleado ni mu…. Uno de los que se había peleado era socio de su marido en un negocio en el pueblo.
Demás estar decir, después que terminaran las clases vendría la penitencia, Eso ya lo tenía en el archivo de mi memoria.
Terminada las clases a la media hora me dejaron salir.
Nunca pensó ella que en esa media hora, yo con un lápiz cumpliría la venganza a tamaña injusticia:  la ley del Talión “ Ojo por ojo, diente por diente “No pensaba lavarme las manos como Pilatos, sino que estaba más caliente  que un sol de mediodía en el mes de enero
Al salir, a esa hora no andaba nadie, me acerque al coche, le saque las válvulas a las gomas del coche y le desinflé  las cuatro gomas y silbando bajito, como quién no quiere la cosa me fui para mi casa, Esperaba que  llamarán a mi madre, pero todo quedó en silencio,
Aunque no todo terminó allí. Varios años después cuando yo ya estaba estudiando filosofía en Córdoba, me encontré con ella, estaba conversando con otras personas y al pasar yo, comentó en voz alta para que yo la escuchara: _Nunca tuve un alumno más indisciplinado que ese Señor.
Entonces Yo le contesté
_Gracias por lo de Señor ¿Le costó mucho inflar las cuatro gomas del coche?
Hay que ser muy desfachatado para contar estas cosas.  Un abrazo para todos,


jueves, 31 de octubre de 2013

UN CRIOLLO EN BUENOS AIRES


VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas
Un criollo en Buenos Aires
Nos contaba Benito Ruiz, que era Mayordomo de  una estancia llamada  “Los Alfalfares”, muy cerca de la localidad de Maggiolo en la Provincia  de Santa Fe, que tenía un Puestero trabajando en el establecimiento desde hacía muchísimos  años. Don Adalberto, tal era su nombre, vivía con su mujer, doña Alejandrina y una única hija, Luisa, que por cierto “ya no se cocinaba en un solo hervor” y lo peor, sin candidato a la vista.  Pasaban los años hasta que una amiga de Luisa , que hacía tiempo vivía en Buenos Aires, intentó convencer a  don Adalberto y a doña Alejandrina que dejaran ir a la Luisa a la capital.  Pero todo fue en  vano. Ni bien, ni mal se iba su “nena” a Buenos Aires. La Luisa no era ni  linda ni fea, era como la actual  Selección Argentina de Fútbol : “mucha  delantera , pero media floja en  defensa” .En los bailes nunca jugó como titular  siempre como  suplente, y si alguna vez entró fue en los últimos minutos  para hacer  tiempo. Todo lo que conocía la pobre muchacha era Venado Tuerto, una ciudad vecina.
 El tiempo fue pasando y ya la Luisa treintañera  y sin compromisos habidos ni por haber, se confabuló  con su madre y su amiga de la capital  y agarraron el toro por las astas; sin más preámbulos le anunciaron a don Adalberto que la Luisa se iba a Buenos Aires la semana próxima y que se alojaría hasta encontrar trabajo en la casa de su amiga.
Don Adalberto “corcoveó un rato  en redondo”, como si quisiera sacarse el jinete de encima  y al principio se resistió hasta que la Luisa le  dijo: 
_Soy mayor de edad y te guste o no  yo me voy Buenos Aires, aquí no me quedo un día más para vestir Santos _ y agregó _ Te guste o no yo me voy. Además la  mamá esta de acuerdo.
Sin lugar a dudas, la pobre doña Alejandrina iba a sentir mucho a su hija, pero seguir discutiendo con don Adalberto era “como bolsillo de manco” en criollo: al pedo.
Como ya se había quedado sin argumentos, don Adalberto la amenazó con que   nunca más los vería ni a él ni a su madre. Pero la Luisa partió.
Pasados 4 años desde que la muchacha se había instalado en Buenos Aires; había conseguido trabajo al poco tiempo de llegar, luego formó pareja. Pero don Adalberto seguía en sus treces,  no quería saber nada de ella, ni  ir a visitarla, ni tampoco que ella viniera al campo.
Como doña Alejandrina no andaba bien de salud, un amigo de don Adalberto lo convenció que fueran a visitar a su hija, que él iba a la semana siguiente a Buenos Aires en tren y así podrían viajar juntos.  
Don Adalberto lo habló con su esposa, pero el médico le dijo que ella no podía viajar, así que arreglaron que iría solo y le avisaron a su hija que lo fuera a esperar a Retiro. El paisano no tenía ni la más  mínima noción de lo que era  Buenos Aires.
Todo lo que sigue se lo contó personalmente don Adalberto a otro paisano que fue mi Capataz  en un campo donde yo trabajaba, se llamaba  don Nicolás Artaza. Eran amigos, y en una ocasión se encontraron y mantuvieron, más o menos, la siguiente conversación; aunque a decir verdad fue más bien un monólogo de don Adalberto:
_ Viejo, ¿Como te fue por Buenos Aires? _ Quiso saber don Artaza.
_ Mirá Negro, vos no vas a creer lo que te voy a contar. Yo tenía otra idea de la ciudad, allí  no hay ni campos ni rodeos donde nosotros podamos trabajar. La gente vive a los empujones, puro alboroto. Todos corren cuando llega un colectivo  a una esquina  y después no suben. Como me extrañó le pregunté a la Luisa   porque no subían y ella me dijo que no era  el número que debían tomar para donde iban. Además pareciera que no tienen lugar para levantar casas, ya que están todas encimadas, como si nosotros montáramos  cuatro ranchos, uno sobre otro. Caballos en el poblado, no ves ninguno, usan una cosa de dos ruedas, más chicas que las de  un sulky de carrera, parece que se llama bicicleta y las traen de otros pagos. No vieras, che, corre más que un avestruz, es serenita y no corcovea,  y como no come nada te juro que ni bostea. No se como diablo ni en que idioma hablan, no podes entender  un carajo. Te juro que si hubiera tenido una tijera  le corto la porra a más de uno. Andan con los pantalones rotos. Ves a los pendejos y a las pendejas fumando o chupando cervezas  en las plazas. Continuamente  tenés  que ir esquivando soretes de perros en todos lados.
Salí con la Luisa a dar una  vuelta por la ciudad y me dice ¿Papá,  ves el “Obe”? y me mostró un coso lago para arriba, entonces le pegunté ¿que es  el “Obe”? Papá,  me  dijo molesta, es el Obelisco. Me pregunté para que habían hecho una cosa así si  después no lo usan para nada, porque gente no se veía que viviera. Cansados de caminar, la Luisa me propuso tomar el “subte”, yo creí que eso era un refresco, y me gustó la idea porque estaba más cansado que “perro de verdulero”. Pero cuando llegamos ¡Qué decepción, mi amigo! nos metimos en un pozo con escaleras,  y la gente  subía y bajaba, entonces  le pregunté que era eso del “subte”. La luisa dijo, papá el “subte” .es el tren subterráneo. Entramos, te juro que yo iba más cagado que “palo e gallinero”  Llegamos y antes  de  subir al tren había unos aparatos que  se llaman molinetes, que tienen  unas ranuras para meter una ficha, y recién podés entrar, si no  metés  la ficha, por más que empujes, minga vas a pasar. Esperamos un buen rato hasta que llegó un cosa parecida a un tren y cuando se abrieron las puertas de golpe  la gente salía y entraba a los empujones, como cuando encerras  vacas en los corrales.  Cuando quise acordar no vi más a la Luisa. Y rápidamente pensé para mis adentros ¿si no la encontrás  que haces?   Por ahí la vi y las puertas se cerraron solas. Ya había pasado tres días en Buenos Aires y mi amigo se volvía y yo con él. Hasta ese momento la Luisa no me había preguntado por la madre,  entonces la llamé y le dije
_“LUISA, NO ME PREGUNTASTE NUNCA  POR “LA QUETE
_ ¿QUIEN ES LA “QUETE”  PAPÁ? _ me preguntó extrañada.
_ “LA QUE TE PARIO” M’HIJA ¡TU MADRE!

Te juro hermano que  ni “maneao” ni “embozalao” me llevan más a Buenos Aires.      

miércoles, 30 de octubre de 2013

LA CULPA LA TIENE EL TREN


VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas
La culpa la tiene el tren
En las “materas” (lugar donde el personal de las  estancias se reúne a tomar mate) es un lugar privilegiado para escuchar  todo tipo de anécdotas, no solo del personal estable, sino también de esos hombres que llegan a la estancia a caballo, en   busca de una changa; se distinguen por su manera de vestir, el estado de sus caballos  y lugares donde dicen que han trabajado: algunos traen hasta una especie de certificado de buena conducta, otorgado, por sus anteriores patrones. Generalmente no buscaban un  lugar permanente para trabajar sino changas, tipo: yerras, vacunadas, baños o cualquier otro trabajo transitorio, sus caballos son su herramienta de trabajo. . Eso hace que su jornal (salario)  sea mayor.
Son  trotamundos y muchas veces les toca dormir usando su recado como cama  y a la luz de las estrellas .Por lo general son todos provincianos, especialmente del norte, y que emigraban por falta de trabajo. Son hombres muy de a caballo y saben trabajar  especialmente en las yerras a mano donde entre dos hombres deben voltear un ternero o un novillito; se distinguen, además, por la destreza en el uso del lazo.     
Otra cosa muy distinta son los llamados “ CROTOS  “ quienes andan con su “mono” (atillo compuesto de  ropa y `pilchas para dormir, transportado  al hombro)   y en la mano una chuza con forma de gancho en la parte de arriba que les sirve para colgar sobre el fuego los tarros que usan como ollas  y la parte e abajo  para  clavarla sobre el fuego o para matar bichos, peludos, mulita y no buscaban  trabajo sino comida y lugar para dormir.. Si se les ofrece trabajo  “le saltaban como sapo a la guadaña” o “como querer  hacerle comer cebolla al perro”; Se van enseguida. .
Estos personajes, ya creo que en extinción, eran  habitué y casi todos los meses hacían el mismo circuito de estancias; ya que tenían  una ruta determinada que la recorrían campo a través.  A. estas personas, no se le negaba  la comida, pero no en el comedor de los peones, sino que se los  alojaba  en un galponcito lejos del casco y la casa del personal llamado “ la crotera “ (alojamiento para crotos)
Eran tan  habitué que, ellos mismos muchas veces se llamaban por sus distintos  sobrenombres : El “croto Coronel” ( llevaba pegado a su ropa muchas tapitas de cerveza y decía ser coronel del ejercito ) el “croto santo” ( repartía   estampitas que les daban los curas en los pueblos) el croto “rico” ( andaba  buscando una estancia para comprar, pero no encontraba ninguna con mirador para ver si venían los indios ) , el “croto aviador” ( siempre pasaba por arriba de los alambrados, nunca habría una  tranqueras, porque decía que no había una pista de aterrizaje) El “croto enamorado” ( siempre preguntaba si no habían  visto pasar una rubia de ojos celestes y e vestido  blanco) El “croto malo”  (nunca conforme con nada y odiaba a los ricos ) Sobre este último, yo tengo una anécdota que me contó él mismo. En ese entonces, yo era Mayordomo de un Campo que la ruta nº 8  lo cortaba  por el medio. Un día venía a caballo y me pareció sentir la voz de un hombre que vocifera bastante fuerte y al  acercarme reconocí al CROTO MALO  sentado sobre el mono, insultaba  a todos  los coches  que pasaban por la ruta. Me acerqué, lo saludé y le pregunté que le pasaba,   mirándome  con cara de irritación y rabia y amenazando con la chuza a los coches de la  ruta   me contestó
_Como no voy a estar enojado viendo a tantos ricos pasar con esos  coches último modelo  y pensar que los compran chupándonos  la sangre a nosotros los pobres y sacrificados obreros, pero un día me la van a pagar., cuando herede la estancia y las fábricas  de mi padre , .a todos esos los voy a tener trabajando como esclavos.
Había que  entenderlos, la soledad los trastornaba.
Pero volviendo a esos que buscaban trabajo, llegó un día montado  en un lindo caballo criollo color canela, un recado muy prolijo  y de tiro un tobiano que hacía de carguero (caballo que lleva los ponchos y demás pertenencias del hombre y hasta se veía un poncho encerado, prenda que cubre al hombre y al caballo en caso e lluvia). Lo recibió el Capataz  preguntándole que andaba   buscando y el sin rodeo le respondió: trabajo
Como era la hora del almuerzo, el Capataz lo invitó que desensillara, le mostró el lugar donde podía poner sus pilchas  y le dijo que soltara los caballos en un  lote donde estaban todos los de la estancia y que con respecto al trabajo hablaría en el escritorio para ver si había que buscar personal adicional, ya que al día siguiente se comenzaba con los baños de hacienda; el Capataz  le pidió a un peón  que lo acompañara al comedor.
A la  tarde fue el capataz  al escritorio a recibir las órdenes,  y me cuenta de ese hombre a caballo que había  llegado y que a simple vista parecía buena persona. Le manifesté  que  un hombre más nos vendría bien  para los baños y que  si le parecía lo contratara; cosa que hizo el Capataz. Luego lo acompañó  al escritorio, donde le tomé los datos personales y número de libreta de enrolamiento.,
Se  llamaba Rubén  Garay, tenía 35 años y había llegado a la zona hacía un año, donde había trabajado ya en varias estancias. Había nacido en un pueblecito de Santiago del Estero, pero no recuerdo el nombre,
Una noche, en la matera, nos contó muchas cosas  de su vida, de sus andanzas, de los buenos y de los malos momentos que había pasado en su vida , pero esa era la vida que le gustaba: andar y andar los caminos, conocer gente y que no le faltara de comer a él y a sus caballos.  Sobre  su familia  nos contó que eran doce hermanos y que en su pueblito había  familias con muchos hijos, y viendo nuestras caras de asombro y de incredulidad nos dijo: _Tengan la plena seguridad que no miento, lo que digo es la verdad, son varias las familias que tienen muchos hijos.
Como no decíamos nada, hizo un  silencio y agregó_ Les voy  a explicar el motivo de tantos hijos.
_Mi pueblo es muy chico y las vías el tren lo divide en dos. Desde hace muchos años  pasa un tren carguero  a las 5.30 de la mañana, como pueden imaginar,  despierta a todo el mundo _ Y volvió a guardar silencio, hasta que un criollo viejo, perdiendo ya la paciencia le preguntó: 
_ ¿Qué tiene  que ver el tren con los chicos?  
 Con cara de picardía y con voz cansina le respondió

_Mire usted, una vez despierto, las 5.30 de la mañana es demasiado tarde para volverse a dormir y muy temprano para levantarse. Ya despiertos y en la cama en algo deben ocupar el tiempo; por eso es que “TODA LA CULPA LA TIENE EL TREN” ¿Entendió amigo?

martes, 29 de octubre de 2013

Otra de Don Rivero contada por mi suegro


VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas
Otra de Don Rivero contada por mi suegro
Don Rivero había tenido una buena cosecha de trigo; tenía  las bolsas estibadas en el galpón. Le había vendido el trigo a Aramburu, un cerealista de Canals, y debían retirarlo del campo en un día señalado. El cerealista envío 5 carros con caballos que cargaban 100 bolsas cada uno.
Llegaron los carros y en una camioneta el sr Colombo, recibidor de granos de la empresa Aramburu. Una vez cargados los carros, pasaron al escritorio para ultimar detalles de pago.  El señor  Colombo le solicitó que le dijera  a orden de quién debía hacer el cheque por el importe de la compra.
_ Sepa usted señor Colombo que yo le entregué trigo y usted me quiere entregar un papel por el importe de la venta _ que era de $ 10,500.00. Le dijo don Rivero con aire desconfiado. Y agregó _ Los carros no se van a mover del campo si Ud. no me trae la plata en efectivo.
El sr. Colombo intentó convencerlo que en el banco de Canal no conseguiría toda esa plata junta, que tendría que ir hasta Venado Tuerto, una ciudad vecina más grande, pero que hasta el día siguiente no era imposible.
_ Muy bien, desaten los caballos de los carros y póngalos en un lote hasta tanto consigan  el dinero _ sugirió don Rivero.
Colombo partió enfurecido y sin decir palabra volvió a Canals y le comunicó la novedad al Gerente de la Casa Aramburu, quién a la mañana siguiente fue al Banco y les pidió que le dieran esa cantidad  de dinero en billetes de 1.00 peso Colombo regresó al campo con el dinero y se lo entregó. Don Rivero le pidió se sentara, y acompañado por su hijo, contaron todo el dinero, tomándose un buen tiempo. Una firmado el recibo los carreteros prepararon los carros y se llevaron el cereal.
Colombo, quedó con la sangre en el ojo, y quedó con ganas de vengarse,  pero esta vez salió nuevamente perdedor.
Pasó el tiempo, ya fallecido don Rivero, se comentaba que sus hijos tenían mucho dinero en la casa. Una noche los asaltaron, tanto las tres mujeres como el hermano se apostaron en el interior de la casa y abrieron fuego para defenderse  Los  ladrones  les tiraban  desde afuera sobre puertas y ventanas. En el  tiroteo una bala mató al  hermano, .y considerando los ladrones que no iban a poder entrar, huyeron. A mañana siguiente llegaron unos vecinos que habían escuchado la balacea. Las hermanas hicieron la denuncia  en la policía y luego sepultaron al hermano.

A partir de este episodio las hermanas vendieron el campo y se fueron a vivir  a Canals.  Nunca se supo quiénes fueron los asaltantes, aunque la picardía popular maduró diferentes hipótesis…

lunes, 28 de octubre de 2013

on Rivero y su peculiar manera de gestionar su negocio


VALERIO TOBALDO
Mis anécdotas

Una anécdota que me contó mi suegro
Don Rivero y su peculiar manera de gestionar su negocio

Mi suegro hacía varios años que tenía una carnicería en “La  Lola”, una colonia entre Canals y Pueblo Italiano en la provincia de Córdoba.
Había en los alrededores varias estancias y campos y uno de ellos era el del Señor Rivero. Este Señor, tenía una particularidad: el compraba o vendía todo al contado, no trabajaba con ningún banco y todo el dinero lo guardaba en su casa, donde, ya viudo vivía con un hijo y tres hijas. Todos lo conocían por “Rivero el Rico”
Mi suegro le compraba a menudo novillos para su carnicería y ya de antemano fijaban el precio .por novillo; el precio en aquella época era $ 5.00.
En una ocasión le fue a comprar, avisándole el día y la hora.
Cuando llegó al campo, ya estaban todos los novillos encerrados, y dos peones preparados para sacar los novillos que mi suegro eligiera. Don Rivero se paró en la tranquera donde debían pasar los novillos seleccionados. El método a seguir era: cada novillo que pasaba y el comprador le entregaba los cinco pesos, de manera tal que por cada novillo seleccionado por mi suegro, don Rivero   recibía los cinco pesos. Una vez terminado el dinero del comprador ya no había más novillos.

Mi suegro algo extrañado por la metodología de la venta, cuando tuvo la oportunidad se lo manifestó, a lo que don Rivero le respondió con total naturalidad “Amigo mío, las cuentas claras conservan la amistad”