jueves, 19 de diciembre de 2013

ORIGEN DEL GAUCHO





Serie: CULTURA ITALOARGENTINA “ORIGEN DEL GAUCHO” recopilado para la RED por nuestro blogger Valerio Tobaldo


ORIGEN DEL GAUCHO
Durante todo el período colonial la gran mayoría de la población del actual territorio argentino fue rural y debía procurarse la subsistencia por sus propios medios. En el interior boscoso o montañoso del país habían innumerables lugares de asentamiento bien protegidos, con abundantes materiales naturales de construcción y gran variedad de vegetales comestibles, no así en la llanura pampeana, casi totalmente carente de árboles y hasta de piedras pero con abundante ganado vacuno y equino. Así, mientras los habitantes del interior podían asegurar fácilmente su subsistencia de manera sedentaria, con pequeños cultivos de cereales y tropas de ganado, no sucedía lo mismo con los de las pampas. Para ellos la opción natural fue la alimentación exclusiva con carne vacuna y la cobertura de las necesidades restantes por trueque de cueros o productos fabricados con ellos, como lazos y aperos. Así surgieron los gauchos.
Es erróneo pensar al gaucho como el pastor de las pampas. El pastor identifica y marca a cada uno de sus animales, los lleva a pastar y abrevar, los traslada cuando el pasto o el agua se agotan, los protege en el invierno, ayuda a las hembras a parir y protege a sus crías, cuida las heridas de todos, favorece y selecciona su reproducción, aprovecha sus subproductos y los sacrifica de manera controlada para que su número no merme. En una palabra, los domestica. El gaucho fue un cazador y, como todos los cazadores que deben seguir a su presa adonde quiera que vaya, era nómade. Recién cuando las vaquerías cedieron el paso a las estancias y saladeros el gaucho se transformó en peón, a pesar suyo y sólo cuando no tenía otra alternativa. Cuando a fines del siglo XVIII Azara recorrió las actuales pampas argentinas observando la vida y costumbres de sus habitantes concluyó
... que los ganaderos de estas regiones son los menos civilizados de todos los habitantes, y que este género de vida casi ha reducido al estado de indios bravos a los españoles que lo han adoptado, (por lo que) es verosímil que la vida pastoril no sea compatible con la civilización.
El pantalón del gaucho, el chiripa o chiripá, era un pedazo de tela basta de lana que sujetaba con un cinturón de cuero, por debajo del cual usaba calzones de tela de algodón hecha en el Tucumán. Eran infaltables el sombrero de fieltro de alas anchas y el poncho de lana. Los más prósperos usaban chaleco o jubón y todos calzaban las botas de cuero de una sola pieza, sin suela, cortada de la articulación de la pata trasera de un caballo, conocidas como botas de potro. Salvo las botas que fabricaba él mismo, obtenía sus ropas de por trueque, ya que ni él ni su familia hilaban o tejían. La única artesanía que practicaban era el trabajo del cuero. Su mujer vestía una camisa de algodón que le llegaba a las rodillas, de la que usualmente no tenía recambio y lavaba ocasionalmente en el río dejándola secar mientras se tendía desnuda al sol. Tanto los hombres como las mujeres eran sexualmente promiscuos, y era poco común encontrar niñas mayores de 8 años que fueran todavía vírgenes.
Su vivienda era un rancho de adobe con techo de cañas y paja, las aberturas de cuya única habitación, sin puertas ni postigos de madera, se cerraban con cueros durante la noche. El piso era de tierra apisonada; la cama consistía en un cuero sujeto con tientos a estacas de madera o simplemente tirado sobre el suelo. No había usualmente mesas, bancos ni otro tipo de mobiliario o vajilla que un barril para almacenar agua, un cuerno para beberla y una pava para calentar el agua con que preparaba el mate. Se sentaban simplemente en cuclillas o sobre un cráneo de vaca o caballo alrededor del fogón. Éste era un simple círculo de piedras en cuyo interior se encendían los espinillos, bosta seca o huesos que eran el único combustible disponible en las pampas, y sobre el cual asaban su invariable alimento, tiras de carne vacuna atravesadas por ramas aguzadas que se hincaban en la tierra (cancana). Comían recortando delgadas tiras de carne sin sal con el facón, que les servía también para llevárselas a la boca. Colgaban de las paredes y techo sus lazos y aperos de montar, así como trozos de carne desecada, el charque o charqui que era la única provisión que llevaba consigo. Las únicas partes que comía de los vacunos eran la lengua y las carnes del lomo, las piernas y la que recubre el vientre y el estómago (matambre). Se mofaban de los europeos que ingerían legumbres y hortalizas, a las que calificaban desdeñosamente de "pasto", y el pan era desconocido para ellos. Los alrededores del rancho estaban siempre sembrados de osamentas, las más recientes pudriéndose al sol, cubiertas de aves carroñeras y apestando el ambiente.
El equipo personal del gaucho consistía en facón (cuchillo de doble filo, herencia cultural de los moros que ocuparon España durante siglos), espuelas —que obtenía por trueque—, rebenque, lazo, y boleadoras —que fabricaba él mismo con cuero. El único lujo que se daba eran las monedas de plata que fijaba a su cinturón, metal frecuentemente presente también en sus espuelas, los arreos de su caballo, el mango y la vaina de su cuchillo. En la sociedad virreinal la plata era símbolo de prosperidad y de tradición, y hasta los hogares humildes tenían algún trozo del metal precioso aunque más no fuera adornando un mate. Bien provisto de sus vicios (mate, tabaco y ginebra) y su caballo (al que trataba con dureza), el gaucho estaba listo para partir en cualquier momento hacia el rumbo que fuera.
Era un habilísimo jinete, el único nativo comparable al amerindio. El naturalista inglés Carlos Darwin relata en su libro El viaje del Beagle como un caballo muy brioso tres veces se alzó tan alto sobre sus patas traseras que cayó de lomo. Las tres veces el gaucho se deslizó antes de la caída y tan pronto el animal comenzó a ponerse en pie volvió a montarlo. Esta capacidad lo hizo indispensable para la caballería patriota de las guerras de la independencia. Hay numerosas anécdotas sobre cómo los gauchos de Martín Güemes, inmensamente sobrepasados en número por los ejercitos realistas, pudieron mantenerlos en jaque impidiendo la conquista del Noroeste argentino. Un general español de la época comentaba que eran extraordinariamente diestros en manejar sus caballos, expertos en el uso de todo tipo de armas, valientes, astutos para dispersarse y volver rápidamente a reagruparse, con gran confianza en sí mismos y una agilidad y sangre fría que despertaban la admiración de los oficiales europeos. Según el mismo general, eran iguales sino superiores a los cosacos, capaces de disparar con precisión montados o de a pie, con destacada habilidad para los ataques sorpresa y la guerra de guerrillas. Sin embargo, y a pesar de su destacada contribución a la emancipación de Argentina, el gobierno nunca les otorgó masivamente tierras donde pudieran establecer sus familias.
La vida del gaucho es un prototipo de desintegración social. Como en sus correrías recorría grandes distancias, y en las pampas habían muchos más hombres que mujeres, raras veces formaba una familia estable. Esto estaba compensado por la poliandría de la mujer rural pampeana, quien solía tener muchos hijos de padres diferentes. A diferencia de las tribus nómades, que en sus viajes se desplazaban con toda la familia, las mujeres estaban asentadas en sus ranchos, mientras los hombres vagaban solos, ni siquiera en grupos, por la llanura. El único centro rural de socialización de esa época era la pulpería, peculiar mezcla de almacén de ramos generales, bar, salón de juegos (como la taba), entretenimientos (como las payadas), deportes (como la riña de gallos, las cuadreras y el pato) y bailes. Que los comensales no siempre eran amigables lo ilustra el hecho que el dueño los atendía detrás de seguras barras de hierro. Los relatos de la época señalan la frialdad con que presenciaban o causaban derramamientos de sangre frecuentemente mortales. Acostumbrado desde su infancia a degollar y carnear animales, le parecía natural hacer lo mismo con las personas, a veces por mera diversión. Como despreciaba las tareas de pico y pala, a las que consideraba denigrantes, cuando los estancieros quisieron construir zanjas y setos o colocar alambrados debieron contratar mano de obra extranjera a muy alto precio.


EL PUEBLO MAPUCHE Y SU RELACIÓN CON EL AGUA

 

Serie: SOCIEDAD “El pueblo mapuche y su relación con el agua” recopilado para la RED por nuestro blogger Valerio Tobaldo.

El pueblo mapuche y su relación con el agua

Se sabe de niñas que han muerto ahogadas por escuchar sonidos y voces maravillosas llamándolas desde el fondo de las aguas. El mito del Sumpall cuenta de un ser que habita las aguas de los lagos y se lleva a las niñas, más proclives a ahogarse. A veces las niñas vuelven, como almas en pena, cargadas de frutos marinos y pescados, a consolar a sus padres y pedirles que no lloren. El Sumpall vive en Sumpallhue, situado en el fondo de ríos y lagunas. Decían del Sumpall que era una persona correcta, que cuando se llevaba a una niña cumplía con el protocolo mapuche para el matrimonio y que pagaría por la niña raptada. Por eso se consideraba la primera pesca abundante como paga, tras de lo cual no se hablaba más del asunto. De las niñas ahogadas se decía que se convertían en aves; a veces en una huala, que no vuela bien pero si es excelente nadadora; esto porque el Sumpall todavía la retiene. Hay decenas de relatos y leyendas entorno a los ríos, costas, lagos y lagunas donde interviene el Sumpall. Con el gusto del pueblo mapuche por el agua y la natación no deben haber sido pocos los ahogados.
La retribución que debe hacer el Sumpall está muy arraigada en la cultura mapuche como una ley natural; todo lo que se quita debe ser repuesto; por eso hay muchos ritos en los que se hacen ofrendas y regalos antes de cosechar o quitar. Como por ejemplo las ofrendas que se hacen al mar, poniendo ollas de comida en hilera, sobre la arena; el mar se las lleva, pero debe devolverlo todo con peces abundantes; a veces no es la ola quien trae las retribuciones sino una sirena, una niña que sale del agua con un canasto de peces y mariscos. Igual ceremonia se hace para los funerales, pues todo el mundo trae mucho alimento que se va colocando en hilera desde el muerto; luego todo el mundo come, a veces por varios días.
Las niñas van a bañarse todos los días; se lavan el pelo con quillay, que desengrasa y odoriza. Huellelhue se le dice a los lugares aptos para nadar; Hueyeln es nadar, y hueyelfe es nadador. La relación de los mapuches con el agua es destacada por muchos testigos; se lavan todos los días, en contraste con el español, que en esa época apestaba; se les enseña a los niños desde muy pequeños a nadar y a cruzar ríos, con lo cual se forman muy buenos buzos. El culto a la limpieza se extiende a la casa, que se barre un par de veces al día. Son casi todos los mapuches unos grandes nadadores. Hay documentos que señalan que los niños recién nacidos eran llevados a bañarse al río casi inmediatamente después de nacidos.
Muchos escritos testimonian de los grandes caudales de ríos que hoy son arroyos, o ya no son navegables. También podemos encontrar información acerca de las canoas y de las embarcaciones en general del pueblo araucano, que se iban sofisticando más a medida que se avanza hacia el Sur, pues la navegación por mar hace necesarias embarcaciones mejor construidas. Y sin embargo quedan muy pocos restos arqueológicos o testimonios de la intensa vida fluvial del pueblo araucano; lo poco que se sabe es que eran grandes amigos del agua, que eran excelentes nadadores y que manejaban con mucha pericia sus barcos primitivos (que sin embargo eran tales que podían contener a treinta hombres o cuatro animales vacunos).
La manera en que se construían las canoas está recogida en las crónicas: elegían un árbol grande de tronco grueso de los que abunda en el sur (probablemente caído) y lo van royendo por medio de brasas y conchas. Cavaban el corazón del árbol usando brasas y raspado con conchas, un trabajo largo pero que daba muy buenos resultados. La canoa, wampo o huampo, era también el ataúd de muchos mapuches; la palabra significaba ambas cosas.
Su gran relación con el agua se ha perdido en la historia quizás por el mismo hecho de que el pueblo mapuche cambió radicalmente su estilo de vida, pasando de ser gentes de agua (mares, ríos y lagos) a gentes de ganado con la llegada de los españoles y los nuevos animales de rebaño. No es la imagen que se tiene de los mapuches: viviendo a orillas de los ríos y navegandolos muy frecuentemente. La imagen desvirtuada se explica una vez más por su transformación y adaptación al nuevo medio que trajeron los conquistadores: el caballo.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

MITOLOGIA DE PUÑALES

 serie: CUENTOS “MITOLOGIA DE PUÑALES” recopilado Para la RED por nuestro blogger Valerio Tobaldo

MITOLOGIA DE PUÑALES, por José Carlos Depetris

La afirmación del coraje varonil mediante lances de honor fué un elemento importante y particular en la cultura del hombre rioplatense. La práctica del duelo con arma blanca como culto al coraje o como único recurso para lavar una afrenta,queda planteada desde la llegada misma del Europeo. Y aparecerá, intimamente asociada a las primeras menciones al gaucho -como tipo social- desde la epoca de la colonia. Quizá el antecedente mas lejano en tiempo y espacio , pero mas próximo a nuestra cultura, sea la singular forma de combate de los italianos del sur o de los andaluces peninsulares: manta en un brazo y navaja en el otro.
En el proceso criminal seguido en Buenos Aires al "gauderio" Juancho Barranco en el año 1759, (primigenio guapo dieciochesco) consta como entró a la pelea: a los gritos de "háganse a un lado"; con un sable en la mano, un puñal en la otra y el poncho envuelto en el brazo. En la época que aludimos, las muertes que resultan de las peleas en las pulperias dan lugar a la sanción de numerosos bandos prohibiendo llevar armas. Uno del año 1753, pena con docientos azotes al portador de cuchillo. Juan Manuel de Rozas, ochenta años mas tarde usaba la misma pena para igual "delito" entre sus peones .Atosigadas de autoritarismo , las huestes criollas hubieron de sufrir el represivo "Codigo rural" pergeñado por la oligarquia vacuna hasta entrado el siglo XX. Claro que no solamente entre hombres vindicaba el acero.
Una curiosa causa judicial del siglo XVIII obrante en el archivo historico de la prov. de Buenos Aires, muestra la conducta de un despechado amante campero. La denunciante -agredida en su femeneidad y honor- expone ante autoridad competente la mutilacíon de su cuidada trenza, ceñido su extremo por un delicado nudito de cinta , y cerdeada a cuchillo por el gaucho Lujanero. La rubiona prueba del delito -para la posteridad- consta prolijamente acomodada entre los amarillentos folios de la causa.
Desde aquellos expedientes de trabajosa letra podemos rastrear algunas expresiones camperas ya usadas en la época para referirse a los hechos con arma blanca : "Grande dañino" o "cuchillero y peliador"; "mozo perdido"; "pasiandero" (por vagabundo).La primera mención a la voz "facón" es de 1790. De hecho,en nuestra literatura nacional -y en especial la gauchesca- el duelo criollo o los hechos con arma blanca ocupan un lugar destacado.
De a cientos campean las circunstancias que los provocan.Y se evidencian las normas no escritas pero tácitas e implicitas que los regulan en los diferentes escenarios en que se desarrollan.Ya sea en la ciudad, en sus orilleros arrabales o en la campaña.En las dilatadas extensiones fronterizas al indio, primero o en los tardíamente incorporados "Territorios Nacionales",después del 1880. No obstante lo disimil,todas siguen un común patrón: tienen que ver con el mas profundo honor individual, con la imagen social encorsetada casi siempre en la marginalidad y con el hondo prestigio social de "hombre capaz".
El duelo criollo dentro de este contexto, podía ser espontáneo o convenido de antemano. Podían -entre sus causas- campear el alcohol, viejos resentimientos o una palabra de mas.Cuando no, una "china querendona" o una copla intencionada  y surgen así, las variantes:
·         A muerte, si la afrenta a lavar lo hiciera exigible o si el simple acaloramiento de los hechos enturbiara la razón.
·         A "primera sangre" ,si sólo se buscara desprestigiar al adversario.
A veces, lo que se trataba era "marcar" el rostro del oponente conllevando en si mismo -el hachazo heridor- una carga de predominio sobre el contrario.De fuerte valor simbólico en aquella sociedad pastoril donde la "hierra" al ganado vacuno o caballar otorgaba derecho o propiedad sobre el mismo.
Y los había, claro está, duelos de "puro floreo". Por juego o de diversión. Y también de práctica. En estos casos se usaba un palito o simplemente el dedo índice tiznado o engrasado sustituyendo el arma. La técnica de lucha -la esgrima criolla- , se basaba en las habilidades de "visteador", fuera ésta adquirida o innata: vista y reflejos rápidos, un buen acopio de mañas y un gran dominio de las emociones.
Recuerdo vagamente haber presenciado una amistosa "visteada" en el patio de la "canchita de los malandras", siendo muy chico.En aquella Santa Rosa todavía campechana de principios de los 60', que marcó gran parte de mi infancia. Frecuentaban el popular frontón , (tambien despacho de bebidas y encubierto reñidero) los ultimos carreros de la zona y cocheros de la ciudad ; mañosos galleros; viejos milongeros criollos y la muchachada pobre del barrio "del salitral" con veleidades de pelotaris.
Aquellos contrincantes -paisanos maduros ya y del tipo de los que hoy no se ven-, dejaron sentada su condición de esgrimistas entre los presentes. Fue una prolongada demostración de finteos, amagues y topadas; de replieges y giros buscando "entrar". Bien afirmadas sus piernas, el torso algo quebrado y adelantado, llevando al otro hacia las imperfecciones del terreno, a los obstáculos.
Claro que muy distintas por sus resultados y mucho mas impresionantes deben haber sido aquellas tenidas bravas,las verdaderas. Hudson las pinta impecablemente:
"...el floreo del facón implicaba todo un arte impresionante cuando los rivales se enfrentaban y sus armas,reflejando el sol,parecían dos ruedas resplandecientes,dos espejos giratorios.."
Los puntazos y hachazos se atajaban -o desviaban- con el propio cuchillo o con el poncho que envolvía el brazo opuesto,en continuo movimiento cubriendo algo separado, el torso y cintura. Son numerosos los episodios donde el paisano no queriendo "desgraciarse" da por terminada la contienda con un planazo oportuno y bien aplicado "entre las aspas" evitando así el inutil derramamiento de sangre. Cuando el adversario era despreciable por alguna condición moral o simplemente considerado poca cosa, se apelaba al uso de otras armas: el rebenque, el arriador, el cabestro o el mismo poncho. Sabido usar con fuerza y baquía,"la manteada" -que así se llamaba esta técnica- podia llegar a ser soberana.
Hay episodios que resultan reveladores. Eduardo Gutierrez narra dos de estas características:
..."Pacheco repitió los ponchazos con encarnizamiento."El Cinchador" a cada golpe vacilaba y extendía los brazos para no caer. Dos ponchazos mas y hubiera emprendido la fuga. Pacheco así lo comprendió, dejó de castigarlo diciendo: "no lo corro amigo porque no quiero avergonzarlo mas..."
En cuanto al uso del rebenque,dice el mismo autor de uno de sus héroes, el famoso gaucho bonaerense apodado "el Tigre del Quequén":
..."se apoderó del rebenque que estaba sobre el mostrador y diez segundos después Rosendo rodaba por el suelo perdiendo daga y prestigio bajo la mas espantosa lluvia de rebencazos que se haya dado jamás"...
Pero el arma por excelencia del gaucho -o del paisano criollo- para dirimir sus cuestiones fue el cuchillo. Los había de diferentes nombres que aludian a sus formas y tamaños: puñal, facón, daga o el mas práctico y doméstico "verijero" que toma su nombre del lugar donde se porta entre la faja y el cinturon.  Aquellos, de dimensiones mas considerables se usaban cruzados a la cintura por atrás.Todos,se llevan en una vaina de cuero o si el portador fuera "de posibles", enchapada en oro y plata. Eso si, colocado el filo de manera que al sacar el arma en un apuro y en el amplio semicirculo que traza el brazo armado -como sentenciaba el hernandiano viejo Vizcacha- .."salga cortando"....
En el recado se llevaba "el caronero" ,confeccionado casi siempre con una hoja de sable. Iba colocado entre el basto y la carona, con el mango hacia adelante, siempre del lado de montar.  El arma de fuego nunca tuvo aceptación masiva entre el paisanaje.Cuando la porfía había sido entre arma de fuego y cuchillo a corta distancia, generalmente había triunfado el último. Sólo un buen tirador puede acertar a un blanco que avanza zigzagueante, moviendo el cuerpo.Y si así fuera, aún herido mortalmente, puede "acomodar" una puñalada en su envión.
Felix San Martín, relata un hecho sucedido en 1898 en las inmediaciones del incipiente caserío de Santa Rosa, entonces, "de Toay".
PALABRAS DEL CACIQUE CATRIEL

Pero hay un demonio que puede en lo malo, más que Dios en lo bueno, y éste que su ocupación es hacer daño, tentó a los cristianos de allá para que se desgranasen llenos de codicia a quitarnos las mejores tierras, las mejores aguadas que nacen de las entrañas de las sierras corriendo por  zanjones que Dios ha hecho para que lleguen al destino que les dio.
¿Cuántas maldades no han sufrido los indios con sus hijos cautivos, en sus padres, abuelos y hermanos asesinados, en sus haciendas usurpadas?

"Discurso pronunciado por (el cacique) Catriel el 27 de febrero de 1859, contestando los artículos del tratado que conduje firmado ya por el Gral. en Jefe del Ejército del Sud"
CARTA DE TORO SENTADO AL PRESIDENTE NORTEAMERICANO

Tenéis que enseñar a vuestros hijos que el suelo que está bajo vuestros pies tiene las cenizas de nuestros antepasados. Para que respeten la Tierra, contadles que la Tierra contiene las almas de nuestros antepasados. Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros enseñamos a los nuestros: que la Tierra es nuestra madre. (Año 1855)


LOS MAPUCHES "Organización Social"



Serie: SOCIEDAD “LOS MAPUCHES: Organización Social” recopilado para la RED por nuestro blogger Valerio Tobaldo

“Se estructuró una sociedad de personas libres y amantes de su libertad; una sociedad que no requirió de la formación de un estado omnipresente y esclavizador, una sociedad que si bien por su número y densidad podría haberse transformado en un sistema jerarquizado, lo rechazó e hizo de la independencia de sus linajes familiares una cultura”. José Bengoa.

Organización social

“La sociabilidad y cortesía mapuche fue capaz de reemplazar al Estado como institución organizadora, controladora y represiva. La sociabilidad, las comidas, las bebidas, el baile interminable, la vida sexual libre entre los jóvenes, la poligamia como sistema de transferencias y alianzas políticas, fueron algunos de los mecanismos que permitieron que surgiera esa sociedad agraria del sur de Chile antes de la llegada de los españoles... Nadie los mandaba. No había autoridad fuera de la familia; familia amplia, compleja, poligámica, patriarcal, como señala hoy día la antropología. Eran linajes enormes que obedecían a un jefe, cabeza, lonco en lengua mapuche, o a un ulmen, un hombre sabio y rico, gordo por lo general, nos dicen las historias, que había procreado una larga descendencia y que ejercía sobre todos ellos, sobre diversas agrupaciones, el poder de la justicia. Hombre importante con derecho a juzgar”.
Hay evidencias innegables de intercambio, puesto que se han encontrado en las tumbas objetos provenientes de lugares muy alejados, un comercio rudimentario, facilitado evidentemente por la estructura de alianzas matrimoniales. Sorprende saber que eran las mujeres las encargadas de las actividades comerciales, de viajar en canoas y establecer el valor de los cambios: tinturas, telas, alimentos; en los mercados de la época de la colonia las mujeres realizaban las actividades comerciales mientras los hombres conversaban a un lado. Esto quizás se debe a que tradicionalmente eran las mujeres quienes volvían donde sus parientes a realizar las visitas respectivas... seguramente porque el padre de familia, al tener muchas mujeres, no podía estar todo el tiempo viajando y dejarlas solas.
El wichan mapu era la tierra de todos, más allá de la tierra del linaje, del lof. Otro tipo de reunión que se hacía con mucha frecuencia, además del Nguillatún, era el Conchotún, o reunión de amigos, hermanos, parientes (conchos), casi siempre muy cercano al Rehue, donde se asaba algún animal y se reunía la gente a decirse lo mucho que se quería o a recordar los lazos de parentesco. Por eso los españoles, al ver tanta fiesta interminable, tanta reunión, criticaban a los mapuches tachándolos de perezosos y fiesteros. El autor señala que es debido a este tipo de reuniones, sumado a las visitas y sistema de alianzas matrimoniales lo que hacía que el territorio mapuche fuese tan unido y viviera en paz sin necesidad de un estado autoritario, en el wichan mapu, tierra buena, tierra en paz, tierra de amigos. Este wichan mapu era concebido como una red de relaciones; y por esta red solían circular los mensajeros, a pie o en canoa, con el mensaje de la reunión ritual, o de la reunión de amigos, de guerra, de fiesta matrimonial, de visita.
Los españoles quisieron ver algún tipo de organización jerárquica pero a lo más dieron cuenta de cabildos donde se reunían los loncos (cabezas de familia). No encontraron un poder centralizado, un rey, ni tampoco una agrupación que cobrara tributos o decidiera trabajos obligatorios.
Tampoco hay mucha certeza de si se organizaban o no cabildos (alihuenes) más amplios, con juntas de delegados de agrupaciones familiares; puede parecer que fue así pero en épocas más tardías probablemente para organizarse en la guerra, cuando fue necesario unirse para combatir contra los españole


domingo, 15 de diciembre de 2013

LA CONQUISTA DEL DESIERTO: El fin no justifica los medios



LA CONQUISTA DEL DESIERTO: El fin no justifica los medios
Por Valerio Tobaldo


Los métodos empleados  para reducir a los indios en la Campaña del Desierto, no es en síntesis el resultado de una necesidad  histórica, social, económica y cultural que el Ejercito cumplió para la expansión de Nuestra Patria.
Debemos lamentarnos de esta lucha que nadie puede borrar ni tergiversar. . Los que defienden ese holocausto, dicen ahora que debemos proteger los pobres restos de algunas tribus indígenas .La humanidad así lo impone nos `piden que nos unamos en este esfuerzo sublime, y aseguran que no debemos olvidarnos de una verdad. : Que el indio era un enemigo de los argentinos al cual se debía combatir porque jamás contribuyó en nada al engrandecimiento de la Patria. Era el dueño de unas tierras hostiles que los argentinos, es decir los extranjeros e hijos de extranjeros con su sangre y su sacrificio conquistaron. Aseguran que el pueblo conquistador convertido  en Ejército logró esta victoria, que desde entonces  sirve de base a la gran Argentina. Cuanta mentira…. Cuanta falacia… a los que aseguran eso…. la historia les sacó la careta y hoy se sabe que los verdaderos ganadores de  ese  holocausto con nombre y apellido se llama LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA Y SUS ACOLITOS.
Por Valerio Tobaldo.   


viernes, 29 de noviembre de 2013

EL VIEJO FRANCIA: Historia de Inmigrantes



Relato de nuestra blogger Marta Pastori de Ginestet para la RED

EL VIEJO FRANCIA
El “Viejo Francia” era un inmigrante que como tantos otros, llegó al puerto de Rosario, y ahí quedó. Se decía que había caminado por la orilla del Río Paraná hasta llegar a la última villa Gálvez. Recolectó maderas y chapas para hacerse un techo, que luego cubrió con juncos, que sacó de la orilla del Río Paraná; fue así que construyó su rancho.
Era francés, pero nadie llegó a saber nunca de sus orígenes, porque nunca lo quiso contar, y a cualquiera que le preguntara, se limitaba a contestarle “soy inmigrante”
También fabricó una canoa y un par de remos. Con ello se dedicó a la pesca como medio de subsistencia; vendía y comía.
Logró hacerse querer entre la gente del lugar, porque se lo veía una buena persona, así que un hombre ordenado, viviendo a su manera.
Había dos de mis hermanos que les gustaba pescar, un día lo encontraron a la orilla del río, allí donde estaba su rancho; y desde entonces se hicieron amigos con el francés.
Cierto día lo invitaron a tomar mate, a lo que respondió:
_Mi no toma mate, toma té
Mi madre le compró entonces una bolsita de medio kilo de té y se la mandó con mis hermanos; por lo visto se puso tan contento que les dijo su nombre:
_Mi se llama Fransuá
 En otra oportunidad, mis padres le enviaron un pollo y huevos, a lo que el francés dijo:
-Hoy, no pescado
Pasado el tiempo se hizo más comunicativo. Comenzó a contar que era casado, que su esposa se llamaba Jacqueline, y que sus dos hijos Fernán y Lucien. Y que nunca más tuvo noticias de sus padres. También les contó que había sido prisionero de los alemanes y que se había fugado junto a otros prisioneros, pudiendo llegar a Italia. Y allí subió en un barco que venía a América lo había hecho como polizón dentro de un bote salvavidas. Decía que muchos le daban comida y ropa, y que esta estaba tan limpia que la tiraba al mar. Cuando llegó a la costa de Brasil, escuchó que decían “ya estamos en América”
Así fue que el “Viejo Francés” llegó a América. Vivió como quiso, en su rancho entra la Villa Gobernador Gálvez y el río Paraná. Allí hay un pueblo que en homenaje a este inmigrante se llama “Pueblo Francia”

Supe que murió hace mucho tiempo y que fue enterrado en el cementerio de la villa Gobernador Gálvez.

LA SOCIEDAD FUTURA por Jean Grave: La lucha contra la naturaleza y el auxilio mutuo. 3ª Parte


I
nteresante análisis de Jean Grave sobre la sociedad futura que estamos construyendo, propuesto por nuestro blogger Valerio Tobaldo para la RED

“…Bastaría que los hombres se entendiesen y concertasen entre sí, para hallar en estos mismos trabajos la recompensa de sus esfuerzos, la solidaridad en vez de la lucha; y la humanidad se libraría de esa miseria que nos dicen ser inevitable, cuando sólo es fruto de la rapiña de unos y de la imbecilidad de los demás en aguantarla…”
3ª Parte

LA SOCIEDAD FUTURA  por Jean Grave: La lucha contra la naturaleza y el auxilio mutuo
¿Es preciso citar las medidas sanitarias contra las epidemias, ineficaces hoy por tomarse aisladamente, pero que tomadas en común detendrían en sus comienzos el azote?
Según se ve, basta enunciar los trabajos que faltan por hacer a las generaciones futuras, y los cuales harían habitable toda la superficie de la tierra y productiva allí donde es estéril, para comprender que esa escasez de víveres, de que tanto hablan los economistas, lejos de ser un motivo para que la sociedad capitalista se eternice, es su condenación más formal, puesto que su mala organización es lo que condena a millones de hombres a trabajos negativos, cuando tantas labores productivas solicitan el empleo de nuestra actividad. Bastaría que los hombres se entendiesen y concertasen entre sí, para hallar en estos mismos trabajos la recompensa de sus esfuerzos, la solidaridad en vez de la lucha; y la humanidad se libraría de esa miseria que nos dicen ser inevitable, cuando sólo es fruto de la rapiña de unos y de la imbecilidad de los demás en aguantarla.
Para terminar acerca de lo que acabamos de decir, citaremos este pasaje de un autor nada sospechoso de revolucionario, ni de subversivo; pero que, conmovido por el amor a la verdad, se complace en proclamarla con frases llenas de emoción, tal vez guiado sólo por el sentimentalismo. Pero después de todo, el sentimentalismo es bueno en sí, cuando no se aparta de la verdad y de la lógica:
“Hoy el más fuerte, el más rico, el de posición más alta, el más sabio, ejercen un imperio casi absoluto sobre el débil, el ignorante, el hombre de las clases inferiores, y les parece naturalísimo explotar en provecho suyo personal las fuerzas de estos últimos. La sociedad entera debe necesariamente sufrir los malos efectos de tal estado de cosas y comprender que valdría más ver a todos los individuos concertando sus esfuerzos, sosteniéndose uno a otro, tender al mismo fin, que consiste en desprenderse del yugo de las fuerzas naturales, en vez de emplear sus mejores energías en destruirse y explotarse mutuamente. Debe subsistir la rivalidad, tan útil en sí, pero despojándose de la antigua y ruda forma guerrera y exterminadora de la lucha por la vida, adoptando la forma noble y verdaderamente humana de una competencia que tenga por objeto el interés general. En otros términos: en vez de la lucha por la vida individual, la lucha por la vida de todos juntos; en vez del odio general, el amor universal. Conforme progresa el hombre por este camino, más se aleja de su pasado brutal, de su subordinación a las fuerzas naturales y a sus inexorables leyes, para acercarse al desarrollo ideal de la humanidad. Por esta senda volverá el hombre a encontrar aquel paraíso cuyo fantasma flotaba en la imaginación de los más antiguos pueblos, paraíso del cual fue arrojado el hombre a causa del pecado, según la leyenda. Con la diferencia de que el paraíso futuro no es imaginario, sino real; no está en el origen sino al fin de la evolución humana; no es un don de un dios, sino resultado del trabajo, del hombre y de la humanidad. (Büchner, El Hombre según la Ciencia, págs. 210-211; un tomo, edición Reinwald).

Y nosotros añadiremos:

Paraíso en el que no se permitirá entrar a los trabajadores hasta que no hayan comprendido que no son sus amos los que les han de abrir las puertas; paraíso que no podrán habitar hasta que tengan suficiente energía para conquistarlo y para saltar por encima de los que le impiden la entrada.